El arrogante Dios del cielo

Capítulo 31 ¿Quién eres?

La escena era horrible tan temprano en la mañana, sentí un dolor en la garganta y un profundo pesar por lo sucedido.
Esto no era cuestión de un asesinato debido a un ladrón.
¿Quién podría entrar en un lugar sagrado de tantas divinidades tan fuertes y matar a su gente? ¡Eso era un suicidio!

El rastro del asesino era un misterio, no había dejado huellas ni presencia, "era un asesino magnífico y único en su clase, capaz de blandir una espada de manera perfecta y no dejar evidencias." "No podría ser un asesino de baja categoría."

Sirvientes murmuraban aquello a escondidas, casi pareciera que halagaban al asesino, ¿no sentían pena? ¡Insensibles!

Pasaron dos días del incidente, pero nadie pudo ver nada. Y había una cuestión que hacía preocuparme por Sangel. Cada día lo veía menos animado, con miedo y hasta algo torpe con sus funciones. No importa cuánto le preguntara, simplemente no me decía nada y me respondía con "no es nada" "sólo estoy nervioso por el incidente", ¡ese estado ya lo había visto en él antes del incidente! No podría ser "nada".
No hablé de aquello con Caelus, temía que él sospechara de Sangel. Aunque no estaba segura de ello. Debía haber una razón y yo podría ayudarle, sólo tenía que encontrar la forma de hacer que tomara más confianza en mí.

En el tercer día, por fin me respondió brevemente.

—Señorita Alba, confíe en mí.

Su respuesta estremeció por completo mi corazón, sentí como si él estuviese cargando algo pesado sobre sus hombros y yo sólo le respondí:

—No tengas miedo, tu hermana mayor te protegerá. Te creerá.

Sentí verlo más animado y con más confianza en mí, pero de inmediato salió presuroso llevando unas vasijas sucias. Tal vez fue rápido asegurar aquello.

Estaba sentada en el borde de una pileta, donde peces dorados nadaban de un lado a otro. De repente sentí los pasos delicados de alguien, mi mirada chocó con Natfaria, quien expresó sorpresa y se acercó a mí para saludarme.

—Prometida del Rey, que sorpresa verla aquí.

—Es un lugar muy bonito, lo encontré hace poco. Si no es molestia, acompáñame un rato.

Sentándose en una posición correcta sobre la pileta, la Diosa habló primero:

—Sobre su boda, vi que ya comenzó sus preparativos. Va ser una celebración fabulosa. Todos los Dioses se reunirán. Luego de aquello todos esperarán al próximo heredero. El nacimiento de una nueva divinidad.

Mi rostro de inmediato se puso incómodo y caliente, pero rápidamente recuperé mi compostura. Porque sabía que de hecho ni la boda se completaría. Ya que era una farsa, ese día sería el más crítico para mí y Caelus. Sí o sí tenía que aparecer el culpable.

—Prometida Alba, haga feliz a Caelus.– Mi mano derecha fue alzada por su mano.—Él es preciado para mí, cuídalo.

No sabía si asentir o decir algo, ya que mi única opción sería mentirle. Al final, elegí lo segundo.

—Sí.

—Gracias.

Luego de unos segundos, me atreví hablar.

—Diosa Natfaria, escuché que creciste junto a Caelus, tú, ¿tienes algún familiar de sangre?

Su boca ni módulo sonido alguno hasta que sonrió.

—Sí, tengo un hermano, es parecido a mí. Es muy amable.
Pero, hace más de medio siglo que no lo veo.

—Entiendo, pero ¿No lo ve?

Ella suspiró.

—Cometió un delito muy grave, se enamoró de un ser de oscuridad. Incluso llegó a tener un hijo con ella.

—¿Eh? ¿Ese fue un delito?

—El mundo celestial no debe ser manchado por seres de oscuridad. Esa mujer que conquistó el corazón de mi hermano, era descendiente de ángeles caídos y vivían en el mundo humano, se hacían llamar. El clan de las Grinaidas.

¡¿Existía tales seres en mi mundo?! Bueno, si existe este mundo, que cosas no habrá en el mio...

Pregunté curiosa:

—Entonces, ¿ya no existen?

—Sí, su clan entero fue exterminado. Pero antes de que aquello pase, mi hermano fue encerrado, en una condena de cien años. Y aquella mujer, fue condenada a muerte. Pero él suplicó por que su hijo no fuera condenado, sin embargo, años después murió asesinado junto a su clan a causa de un vampiro. Se dice que su progenitor tuvo una hija, pero nunca más se supo de su paradero. Es una historia triste y trágica. Mi hermano tiene una vida eterna, es difícil para él olvidar.

Esto es tan triste, que no puedo imaginar el dolor de perder a tu propia familia tan trágicamente. Los Dioses pueden ser muy severos. Caelus seguro que también tuvo que ver en aquella sentencia, era realmente frío de corazón.

La Diosa se paró de repente.

—Me tengo que ir, fue un gusto acompañarla prometida Alba. Si deseas, estaré dispuesta a ayudarte con lo que desees.

—Sí, gracias por tu buenos deseos. Cuídese.

Al salir de mi campo de visión, sentí un cosquilleo en mi pecho, luego de recordar que llevaba puesto el collar, lo saqué al exterior. Fue mi sorpresa al notar que su color original ya casi había desaparecido ¡Estaba de un tono oscuro! Cuando quise sacarlo fuera de mi cuello, fue imposible como si tuviera pegamento alrededor de mi cuello.

—¿Qué es esto? ¡No quiere salir!

Mi cabeza comenzó a ser un caos nuevamente, me dolía como si tuviera una horrible migraña. Ya me había pasado esto antes, pero esta vez fue el dolor más agudo. Me caí sobre el suelo y cerré mis ojos.

Lo primero que vi fue a niños con una vestimenta de época y una señora de mediana edad que sonreía. Al costado mío había una mujer, no podía ver su rostro, pero tenía trenzas y una piel pálida, pareciera ser muy amable, además de bella. Sentía que ya la había visto antes en mi anterior visión. Sin embargo, por fin oí su voz, nunca había oído un tono tan brusco, no coincidía con su imagen en lo absoluto. Mientras reflejaba en su boca una sonrisa siniestra.

—Duerme, para siempre.

Abrí mis ojos agitada y sentí que nuevamente estaba encima de alguien. Lo supe luego de oír su voz.




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