El arrogante Dios del cielo

Capítulo 34 Juicio

Fueron muchos dioses que reprocharon la actitud de Alba, a pesar de estar ella en una condición delicada.

Natfaria era reconocida por ser modelo de la belleza y perfección, dominaba casi todos los artes de ese mundo, poseía una mente brillante y tenía un carácter bondadoso. No por nada llevaba tal título.

Alba no tardó en levantarse de donde reposaba, acercándose hacia Natfaria. Para sorpresa de la Diosa, ella tocó sus hombros con ambas manos.

—Natfaria, respóndeme con sinceridad, ¿tanto desprecias la felicidad de Caelus?

Con el rostro confundido, Natfaria respondió.

—¿Qué dice prometida Alba? ¿Por qué me dice algo así? Por supuesto que lo que más atesoro es la felicidad del Dios Caelus. Yo incluso te lo dije antes de tu boda.

"Se volvió loca" "Es sólo una humana, cómo se atreve" Fueron muchos de los murmullos qué se escucharon alrededor suyo.

Caelus no entendía exactamente qué trataba de hacer Alba, pero por alguna razón decidió no intervenir. No por ahora.

Las manos de Alba apretaron sus hombros.

—¡Natfaria! Sólo dime la razón, antes que esto se torne aún peor. No tienes por que ocultarlo ¿Me entiendes no es así?

—Me duele..., por favor, cálmese, no entiendo tu enojo. Será malo para tu salud.

El Dios Ares se acercó hacia Alba y la apunto con su espada.

—Tu insolente, sólo suéltala.

—Aleja tu espada.—Caelus, tras tomar a Alba de su brazo y levantarla del suelo, él le susurró—Alba ¿Qué estás haciendo?

—Caelus, sé que esto será duro para ti. Pero trata de confiar en mí. Por favor.

Natfaria también se levantó del suelo y miró hacia Ares.

—Prometido, no es necesario. Tampoco es grave. Prometida Alba, disculpa si le ofendí.

Alba sabía que si no decía algo más comprometedor está situación se iba quedar en nada, pasó saliva y dijo con dureza.

—Desde cuando, ¿planeaste todo esto? ¿Desde que llegué?

—¿Planear?

Alba caminó hacia delante de ella.

—Seré más directa, ¿desde cuando me envenenaste?

Esta última palabra generó un gran escándalo entre todos los presentes, estaba culpado a la Diosa de un crimen, nadie podía creer algo así. Era imposible que hubiera sucedido.

—Prometida Alba, sé que su condición es débil. Pero por favor, no me culpe de algo tan grave.

En el rostro de Caelus se podía ver más que conmoción, nunca podría dudar de quien estuvo a su lado desde que nacieron.

—Alba, qué estás...

—Caelus, durante el tiempo que nos conocimos sé que mi actitud fue osada, directa y terca. Pero nunca te mentí, no lo haría, siempre me mostré sincera. Incluso con Natfaria, no podría tener nada en su contra ¿Crees que haría esto por nada?

Caelus pasó saliva y preguntó:

—¿Estás culpando a Natfaria?

Natfaria mostró sorpresa al oír a Caelus.

—¿Culpándome? Prometida Alba ¿Por qué te haría daño?

Natfaria se acercó nuevamente a ella y trató de tomar sus manos. Alba se alejó de inmediato de ella.

—Prometida Alba, ¿porqué me alejas?

—La última vez que me tomaste de las manos, fue cuando comencé a empeorar ¿Me mostraría sus manos?

Retrocediendo un poco, la Diosa respondió.

—Yo no te haría daño, tampoco a Caelus ¿Por qué estás haciendo esto?

Caelus se acercó a la Diosa, estaba tan confundido, por lo que sólo pudo preguntar con seriedad.

—Natfaria, ¿realmente es así?

El rey estaba asimilando la situación, para Caelus, siendo Natfaria la mujer más confiable que estuvo siempre a su lado, no podría creer toda esa situación fácilmente.

—Rey Caelus, ¿no me cree? He estado a su lado toda mi vida, incluso cuando estaba triste, ¿no fui yo quien lo consoló? ¿No me consideraba una hermana? ¿No me cree ahora?

Tembló su cuerpo al expresar tristeza, lágrimas cayeron de sus mejillas. Habló una vez más sin contener sus emociones.

—Caelus, de niña, ¿no te prometí que siempre te apoyaría en todo?
Nunca he estado en su contra, tampoco contigo prometida Alba. Esperaba que este día sea por fin su mejor día, rey Caelus...—Posó su mano en su boca viéndolo a los ojos, para luego cerrarlos. —Lo siento, me he difícil hablar ahora.

Alba respiró profundo y sin poder aguantar ella también sus emociones y siendo espectadora de un engaño, alzó la voz.

—Acaso no le di mi apoyo desde el primer día, si amabas tanto a Caelus ¿Era necesario llegar tan lejos? ¡No te das cuenta de que quien más le hizo daño fuiste tú! 
¿Podrías de esa manera querer su felicidad? ¿Qué tipo de amor es ese?

"Está mintiendo" "Es una sinvergüenza, piensa bajar la reputación de la Diosa Natfaria" Muchos eran los comentarios negativos los cuales se oían hacia Alba.

Ares agarró a su prometida a su lado y expresó:

—Esta situación ya está descontrolada, esta celebración parece una maldición. Ya intuía que mal iría todo esto. Tú sola te enfermaste, ¿cómo te atreves a culpar a mi prometida? ¿Siquiera puedes compararla contigo?

Alba respondió de inmediato.

—Donde está Sangel, ¡dónde está!

Natfaria arrugó su entrecejo y alzó la mirada de inmediato, estaba muy sorprendida.

—¿Sangel? ¿No está?

—Dios Ares, usted se jacta de brindar con excelencia la espada, ¿realmente es así?

—¿Qué tratas decir? Puedo matar a cualquiera, antes siquiera que se den cuenta de que ya está muerto.—Alardeó.

—Ah, entiendo. Entonces esa sirvienta, realmente no debe haberlo notado. Hizo un buen trabajo, pero aún así tenía miedo, ¿no es así?

Esas palabras de Alba, cambiaron la expresión de Ares.

—Estás loca, estás llamando demasiado la atención.

—Si esa mujer sabía algo, ¿no era mejor callarla? Usted pensará así ¿no es así Ares? Después de todo creo que no podrías negarte, es tu prometida, ¿qué tan lejos pensaban llegar los dos?

Natfaria notándose consternada, expresó de inmediato.




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