Narrador omnisciente.
El sol iluminaba dentro de un salón de clases que daba la bienvenida a un nuevo año. Ya muchos de los niños estaban entusiasmados que su vida de escuela primaria terminaría, pero Gabriel que ya había cumplido diez años, no estaba para nada feliz, ya que sería su último año al lado de Alba como su profesora.
Alba disfrutaba su día a día, con total normalidad. Siendo ser maestra su vocación, lo disfrutaba aún más. Era una mujer de veintiséis años que disfrutaba cada momento de su vida, incluso tenía un sobrino en camino.
Su vida había vuelto ser totalmente normal.
Ya los recuerdos pasados, nada de ellos eran recordados en el presente.
Uno de sus alumnos alzó la mano.
—Profesora Alba, en nuestro primer día de clase, ¿haremos clases?
—Umm, primero haremos una larga conversación, para conocer sus aspiraciones en el futuro.
Bien, ya que Dani fue voluntario, comenzaremos por ti.
Sus compañeros se rieron por su suerte, bajando su mano con un rostro resignado.
—Vamos, no se rían de su compañero. Todos hablarán, Dani no tengas miedo, sólo di tus aspiraciones para el futuro.
Dani sólo asintió.
—Yo...¡Seré un gran médico! Mi papá lo es, así que yo lo admiro mucho, ¡yo seré como él!
Alba aplaudió con una sonrisa.
—Determinación, lo hiciste bien.
Lo ven, no es difícil.—Miró a todos.—Siguiente.
Una niña de coletas se alzó de su carpeta.
—Seré profesora, yo quiero ser como usted, ¿está bien mi aspiración profesora Alba?—Sonrió con entusiasmo.
—¡Bien!, aunque si eres aún mejor que yo, serás mejor profesora, como dice ese dicho: «El alumno supera al maestro»
Estoy segura que me superarás.
—¡Gracias profesora!
Alba asintió con una sonrisa.
—Siguiente.
Gabriel viendo que es su turno, se paró de su asiento con incomodidad.
—Yo originalmente no tengo una proyección a futuro.
Alba movió ligeramente su cabeza, y preguntó angustiada.
—¿Eh? ¿Porqué no Gabriel?
—Yo heredaré la empresa de mi padre. Soy hijo único, así que es mi deber.
Murmullos se escucharon detrás suyo.
—Él realmente es un niño rico.
—No parece ser divertido serlo...
Alba mostró un rostro más serio y lo miró fijamente.
—Es complicado ir contra los deseos de tus padres, te entiendo, dime Gabriel, ¿estás seguro que seguirás ese camino?
Gabriel pasó saliva y respondió:
—Lo haré, pero, no viviré a costa de mi padre, en el futuro yo quiero formar algo con mis propias manos. Así que yo, quiero que vean que también soy capaz.
Uno de las alumnas susurró a su amiga.
—Wow, Gabriel es realmente maduro.
—Sí, él siempre ha sido así, pero es un buen chico.
Alba lo miró con cierta admiración, es sólo un niño, pero tiene el coraje de un adulto.
—¡Esa es la actitud! Lo escuchaste de tu boca Gabriel, tu proyección al futuro lo tienes. Se hará realidad, estoy segura.
Gabriel sonrió un poco y se sentó.
—Gracias maestra.
Luego de que una de las alumnas aplaudiera, todo el salón le siguió la corriente y se volvió un aplauso masivo, incluida Alba, quien sonreía al ver a sus alumnos apoyarlo.
—Ahora que se ha puesto muy animado el ambiente, alumnos ahora pueden decirlo sin temor. Siguiente.
Un niño regordete se paró de inmediato.
—¡Yo!
—Muy bien Franco, te veo decidido.
—Yo...seré abogado, así ayudaré a muchas personas con bajos recursos, quiero defender a las personas que lo necesitan ¡Cómo un héroe!
—¡Genial!, tienes un corazón muy noble Franco. Muy bien, nunca olvides ese pensamiento.
—¡Sí! Yo...
Franco repentinamente volteó a su izquierda, mirando confundido aquella dirección, hasta que volteó hacia Alba.
—Este...Profesora, hay un sujeto extraño en la ventana del salón.
Cuando escuchó está frase, de inmediato un deja vú muy fuerte se plasmó en la cabeza de Alba, como si hubiera oído esa frase, en la misma situación y de la misma persona. Sus ojos se agrandaron y miró el vacío confundida. Tocó su cabeza al sentir un fuerte dolor en el, por alguna razón no quería voltear en la dirección donde los niños veían admirados señalando.
(***)
Los seres del cielo, hablaban entre ellos de rumores que retumbaban en los oídos de todos con sorpresa.
Dos hombres hablaban con sigilo.
—¿Qué acabas de decir, que el rey Caelus hizo qué?
—¡Todos están hablando de eso, no creo que sea mentira!
Una mujer con apariencia de ave, se abalanzó delante de ellos.
—¡No puede ser cierto! ¡Esta es una locura! Díganme que es un rumor falso.
Uno de ellos la alejó.
—Cálmate, estás cada día más loca.
—¡Ha! ¡¿Qué has dicho?! ¡La loca es tu madre!
—¡¿Qué quieres decir?!
Uno de los soldados del palacio celestial se paró sobre una gran roca cristalina y habló en voz alta, dirigiendo palabras verídicas de lo que hasta ese momento era sólo un rumor.
Las personas del alrededor se juntaron alrededor de él, todos tenían demasiada curiosidad de saber qué estaba pasando en el palacio celestial.
El hombre de armadura, abrió un pergamino dorado.
—Por decreto y autorización del anterior gran rey Caelus, su hijo Caelus, nuestro actual Rey, ha decidido dejar el trono a manos de su padre.
Los seres se miraron entre sí, con total confusión.
La mujer ave fue la primera en hablar.
—No es cierto, ¡¿qué está pasando aquí?!
—¡Deja escuchar!
El soldado siguió con la lectura.
—Como una forma de castigo, hacia él mismo por la tragedia que hubo hace más de un año, se condenó al destierro al mundo humano por 60 años. Como forma de volverse un verdadero Rey, volverá luego de ese tiempo a nuestro mundo.
La mujer ave reprochó de inmediato.