Narrador omnisciente.
El tiempo fluyó tan rápido como la corriente de agua en su máximo apogeo. La vida de Alba fue dividida en etapas, buenas y malas, pero logró un objetivo anhelado, hizo bastantes obras de caridad fundando con el pasar de los años su propio hogar de caridad. Aquello con el tiempo fue dejado a su sobrino mayor, ya a sus treinta años es el único que se podría encargar, para que él siguiera aquello por mucho más tiempo, ya que Alba no tuvo ningún descendiente. Su madre Thania ya no estaba en la edad de hacer esfuerzos físicos, al igual que su padre, y él siempre admiró el proyecto desinteresado de su tía. Su hermana menor estaba en el extranjero estudiando y preparándose para ser doctora. Alba le brindó toda su confianza a su querido sobrino, aún Alba gozaba de energía, así que ella seguiría ayudándolo junto a Caelus a pesar de su avanzada edad.
El Dios cambiaba su aspecto conforme la apariencia de Alba cambiaba con los años. Ya pocas décadas faltaban para acabar su destierro y también para que Alba cumpla su vida como mortal.
Cuando el Dios vio el cabello de Alba descolorarse a un blanco con gris, sabía que la vida de ella estaba por finalizar. Aún más cuando su enérgica actitud parecía desaparecer poco a poco. Todos esos años después para Caelus fue muy doloroso, ver envejecer a la persona que ama era como si presenciara verla morir nuevamente.
Cuando Thania murió a los 87 años, Alba se sintió profundamente triste, tanto que su salud empeoró, pero Caelus le brindó su energía y cuidó de ella por el tiempo que aún quedaba. Por ningún motivo iba perderla nuevamente.
A la edad de 86 años, Alba fue declarada muerta y sepultada por su sobrino y la familia de él, muchas personas que la querían fueron a su entierro, entre ellos un adulto mayor llamado, Gabriel.
Sin embargo, aquel cuerpo que enterraron era falso, siendo el verdadero llevado por fin al reino del cielo.
Caelus pudiendo regresar a su verdadera apariencia, la llevó de inmediato hacia su padre y le rogó que le otorgara a ella hacer la ceremonia de inmortalidad, antes que sea demasiado tarde para Alba.
A cambio, cumpliría su palabra de tomar el trono nuevamente y tener un descendiente, tal como era el trato.
No era común que una humana pudiera volverse inmortal sólo por el capricho de un Dios, pero Alba había hecho muchas obras buenas que elevaron y enriquecieron su nivel de existencia, siendo una buena candidata a otorgarle la inmortalidad. Pero sólo con el título de diosa, sin un poder o título especial como los de la nobleza.
Conservando su cabello blanco por su verdadera edad, la apariencia de Alba rejuveneció hasta la apariencia que tenía cuando comenzó todo, como si estuviera en sus veinte. Ella se mantuvo en un largo letargo de descanso, el cuerpo que tenía ahora no era tan sencillo de asimilar.
Después de tres días, por fin Alba abrió los ojos.
Lo primero en ver fue el techo de la habitación que reposaba y luego sus manos, que se notaban con una leve palidez, su cuerpo se sentía un poco diferente, como si fuera más liviano, en definitiva el cuerpo de una mujer joven llena de energía. Cuando Alba se vio en el espejo, no se reconoció por un momento, no tenía exactamente la misma apariencia a cuando fue joven como mortal, su cabello era blanco y muy largo, su piel un poco pálida que incluso resaltaba los ojos de diferentes colores que poseía, desde su punto de vista pareciera haber elevado un poco su belleza exterior, incluso llevaba puesto un vestido blanco con adornos dorados. Cuando miró su frente, una marca roja de una flor ya estaba grabada en ella, Alba sólo sonrió sabiendo de que se trataba.
Alba no se contuvo en salir a caminar con total libertad y buscar a Caelus, podía caminar por si misma, a ella le pareció haber vuelto a nacer. Caminó por un largo tiempo, hasta que sintió haber chocado con algo pequeño.
Era un niño con cabello blanco y piel pálida, dentro sus profundos recuerdos, había recordado a quien anhela ver después de muchas décadas de ausencia.
—Tú, tú....¿te encogiste?
Después de ver el rostro de confusión del pequeño ser, Alba pensó seriamente que estaba cometiendo un error.
—¡Ah! ¡También tienes cabello blanco! Pero no se siente como si fueras de nuestra especie.
—Yo no lo creo que lo sea...Este.., ¿cuál es tu nombre?
—Asrit. Soy el acompañante, mano derecha del sabio que cuida los libros sagrados de este reino y ascendido a semidios.
—¿Sabio?
—Parece que no lo sabes...Yo en realidad fui reclutado por él, ya que soy huérfano y dice que le recordó a como él era antes.
¡Es increíblemente uno de los seres más inteligentes y alabados de este reino! Ascender de rango en pocas décadas no es sencillo. Incluso muchas Diosas quieren comprometerse con él.
—Asrit, no me elogies demasiado, mi fin no era destacar tanto ¿Trajiste mi pedido?
El pequeño ser pasó de largo de inmediato de ella, quedando Alba paralizada al escuchar un voz tan suave y adulta a la vez.
—¡Sí! La perla de la Diosa Aira, restablecerá por lo menos mil libros deteriorados. Cuando mencioné tu nombre y le mostré tu sello me lo dio de inmediato. Las Diosas si que son realmente convenidas, estando ausente el Dios que gobernó este mundo, todo anhelo se dirigió a ti.
—Las Diosas también son seres vulnerables, no dañes su corazón, sé amable.—Palmeó suavemente su cabeza.
—¡Sí! Sabio Sangel.
Cuando oyó aquel nombre, el corazón de Alba se exaltó.
—Por cierto, aquella mujer también tiene cabello blanco, pero su presencia no parece ser un animal espiritual, sino una Diosa. Nunca la había visto en este lugar ¡Pero! Sus ojos violeta y verde son más extraños, también muy bonitos.