Después de unas horas se fue de mi casa. Estaba tan ansioso de volverlo a ver; apenas lo conocía, sin embargo, solo quería conocerlo más y más. Ese día no me enfermé para nada, estuvimos en el jardín, le mostré todas mis pinturas y mi familia estaba feliz de verme feliz. Era la primera vez en este año que me veían feliz y no me enfermé ese día, pero sí me enojé con mis padres.
—Hazlo, bésame —aseguró. Se aproximaba más a mí y mi cuerpo indiscutiblemente también se acercaba a él. Tomó mi cabeza y cuello con presión para que nuestros labios ya estuvieran juntos.
Estaba nervioso, pero quería hacerlo. Nuestros labios estaban a punto de chocar hasta que... ¡Un maldito choque de puerta nos asustó! Nos alejamos con rapidez y miré a quien abrió la puerta de mi habitación. Era mi madre para saber si ya había despertado. Cuando miro a Dareen, se asustó más y el grito de ella lo escuchó mi padre y volvió más grande el problema.
Mi padre miró a Dareen y este estaba en una posición de defensa; era una bolita protegiéndose de lo malo. Me reí, era chistoso.
Mi mamá me levantó del suelo y a Dareen se lo llevó mi padre. Luego de un rato, mi madre revisaba mi cuerpo; no miró mi cuerpo manchado.
—Estás limpio —dijo en seco.
—Sí, es un milagro. Me alegra que no hicieras eso en tu piel, así mejorarás. Ve a ducharte, hueles mal.
¿Hueldo mal? Me olí y mi mamá tenía razón: me bañé muy rápido, me cambié y estuve esperando a bajar y verlo. Cuando bajé, me di cuenta de que seguía ahí y mi padre lo estaba viendo muy cruelmente. Bajé y le dije a mi padre que lo dejara de ver así.
—Quiere aprovecharse de mi hijo, pensando que él puede pagarle su deuda en la universidad.
—No le digas eso, papá, yo le dije que viniera y yo fui quien le dije... —Evite decir lo del beso. —Como sea, déjalo. Ven—Vamos al jardín—Tomé a Dareen de la mano y me lo llevé al jardín.
Estaba muy apenado, pensando en lo sucedido; él ya no me miraba a los ojos. Me daba risa su vergüenza. ¿Qué más daba? Tenía que acostumbrarse un poco a que yo sea alguien para él.
Es difícil que el hijo del rector donde estudias intente algo contigo. Si no ves mucho interés en mí, puedo visitarte cuando estés en la universidad. Acompañaré a mi padre a su trabajo solo para verte —estaba muy feliz de estar con él, nadie me podría quitar la alegría que estaba dentro de mí.
Ese día fue maravilloso; ansiaba volverlo a ver y hablarle de mis nuevas obras. Incluso compré pintura gris para pintar sus ojos. Él me estaba dando color a mi vida en tan pocos días, de verdad... Sí lo quería.
En la noche en que se fue y cuando mi madre y mi padre y yo quedamos, solo me enfadé con ellos.
Les hablé y advertí que no se metieran con Dareen; es un tipo inocente y no sabe nada de mis problemas de ansiedad o mis apegos. Ellos estaban asustados igual que yo. ¿Qué podía pasar si se entera de que moriré pronto por un cáncer? ¿Qué pasa si se entera de la razón por la cual se entera? ¿Por qué yo a este ritmo?
Ellos quieren lo mejor para mí y lo mejor para mí es estar junto a él.
Desde ese día ansié por verlo y no pude contenerme; acompañé a mi padre a la universidad y, en vez de estar junto a él, busqué a Dareen por toda la universidad, en el comedor, en la sala de arte, en el área de medicina, y no lo encontré. Mi respiración empeoraba y no quería que él me viera así. Me senté en el suelo y me relajé.
Esperé una hora y nadie pasaba junto a mí; era una pena hasta que los pasos se escuchaban cerca de mí. Suponía que era mi padre, pero no era así, era él. Tenía un traje de doctor; su bata era muy larga. Mire arriba y su cara traía una sonrisa.
—Muchos me han dicho que el hijo del rector buscaba por toda la universidad a alguien. —Estaba caminando cerca de mí, tenía un estetoscopio.
Lo miré extrañado; se sentó enfrente de mí y empezó a escuchar mi corazón.
—Tu corazón ya está latiendo con normalidad. —Estaba enfrente de mí, mi cara empezaba a ruborizarse. Tu corazón ya no está latiendo con normalidad; está un poco acelerado. Cálmate.
Ja, ja, ja. ¿Calmarme? No puedo si tú estás cerca. Respire tranquilo, dejó de usar el estetoscopio y se sentó a mi lado.
—Te tengo una propuesta —dijo Dareen. Hay una competencia de arte cerca del museo de California, ¡quieres ir a ver las pinturas conmigo!
—No puedo hacerlo, no me gusta ver las pinturas de otros; todos tienen una musa a quien pintar, en cambio yo no. No quiero ver algo que no tengo. —Cruce mis brazos y encogí mis piernas. Podemos ir a otro lugar.
—Puedo ser tu musa, ya me pintaste, eso cuenta como un pequeño inicio.
—Eres absurdo.
—Piénsalo —movía su cabeza. ¡Estaremos juntos tú y yo solos mirando básicamente una exposición! —Estaba emocionado. Tenemos algo pendiente. —Su tono cálido cambiaba por completo.
Algo pendiente... ¿Qué era? No recuerdo deberse a algo. ¿Me devolverá mis lentes? ¿O de qué está hablando?
Él se paró y me cedió su mano para levantarme; accedí y me levanté. Usó el estetoscopio de nuevo en mí. Mis latidos eran normales.
—Así que, ¿qué dices? —Dareen me miró con una sonrisa. ¿Quieres acompañarme? Será divertido; te llevaré a casa temprano ese día.
El brillo en sus ojos me conmovía el corazón.
—Sí, está bien. —Suavemente le respondí.
Soltó una pequeña risa de alegría y, antes de que pudiese reaccionar, se inclinó a mí y me plantó un beso en mi mejilla. Quitó el estetoscopio y se alejó.
—Será divertido, ya lo verás. —Se alejaba viéndome a mí. Tu corazón está acelerado; trata de mantener la calma.
Este tipo me va a volver loco.
Dareen Venturi
Tuve que besarme más que la mejilla; tropecé con un pie y casi me caigo. Mire, quien posponía su pie era Vieja. Me levanté tranquilo sin decirle nada, mirando a otros lados, menos a ella. Estaba nervioso; tal vez pudo alcanzar a ver algo, tal vez escuchó mis pensamientos.
—¿Qué haces con el estetoscopio de la clase del profesor Smith? —Sus manos estaban cruzadas, miró a Zean irse del lugar—. No sabía que tenías gustos por los hombres. —Zean ya no se alcanzaba a ver y ella me miró arqueando una ceja—. Somos muy amigos y nunca te vi atraído por alguien.
Es verdad, nunca me sentí atraído por alguien de mi mismo sexo. Podría haber una excepción por él; algo me decía o me atraía. No le diría a Viella, de igual forma ella me rechazó, no debería hablar de relación conmigo. —Quiero cuidarlo, no está mal hacerlo.
—¡No eres su niñera! —dijo con impulso; sus puños eran fuertes. La miré inocente tratando de responder claro: —Tiene problemas de respiración, necesitará un doctor como yo, que lo entienda y que lo ame.
Ella se fue sin decir más; en cambio, yo estaba ansioso: en dos horas lo veré, estaremos juntos y pasará lo que tenga que pasar.
Llegué a mi casa, las luces no estaban encendidas, fui a la habitación de mi madre y solo había una nota.
"Si lees esto, quiero que sepas lo mucho que tu padre y yo hicimos cuando eras niño. No digo que lo perdones, pero él te dio la vida y por esto estás en la posición en la que estás. Te invito a venir a despedirte de él. No puedes ocultar que te duele; ven, dile las palabras que nunca le dijiste o tan solo ven para que sienta tu presencia. Al final llevas su sangre y eres su hijo".
Miré la nota, la arrugué y la tiré al basurero. No tenía tiempo para llorar por él. Me preparé para la competencia; estaría esperando a Zean de brazos abiertos.
No me importaba mi padre; murió lo que se tenía que desechar.
Pasaron las horas; estaba en la competencia de arte.
Y Zean no llegaba, las competencias empezaron y Zean no llegaba, pasaron las horas y él... no estaba. ¿Qué habrá pasado? Estará bien; su respiración está, ¿su corazón estará palpitando bien? Me estaba empezando a preocupar y estaba a punto de ir a buscarlo. Cruzando la calle, un auto casi me atropella; en la parte trasera se baja alguien y es ese Zean.
Estaba tan aliviado que estuviera bien; él estaba preocupado porque un auto... su propio auto casi me atropella. Está bien, no me hice daño.
Déjame pasar la situación y fuimos a la competencia.
—¿Seguro que estás bien? —Sí lo estoy, el "reservado" se preocupaba por mí, era tan... lindo.
—La competencia terminó hace poco, tenemos que darle puntales a cada lienzo. Vamos.
La competencia había terminado, solo quedaba votar por el más lindo. Llevaba a Zean a todos los artes hechos por jóvenes; le preguntaban muchas cosas, pero era reservado o sarcástico. Volvía el Zean que conocí primero.
De igual forma me gustaba, me sentía especial este día tan doloroso. Mirábamos las pinturas; a algunas les gustaba y otras... no podía verlas de lo feas que eran. Encontró una pintura hecha por tonos rojos. Corrió hacia ella, le dije que corriera porque podría ser malo para su salud; aun así, corrió a la pintura.
—¿Cuánto quieres por la pintura? —Era muy reservado; era como un hielo con otras personas.
La chica le quedó mirando sus ojos; Zean se sintió extraño y dio pasos atrás. Me coloqué atrás de él y lo tomé de sus hombros.
—Cuando termine la competencia, podrías vendérselo a él. Tendrás 10 puntos por cada uno de nosotros; serán 20 puntos asegurados.
Zean solo asintió; la chica, muy amable, nos respondió:
—Esta obra no está hecha para venderse. —Zean levantó la cabeza con sorpresa. La chica lo miró un poco sorprendida y luego rió un poco. —Se la regalaré.
Zean estaba muy feliz luego de eso; miramos muchos más lienzos llenos de pinturas hasta que anunciaron los ganadores. Estábamos sentados en una banca comiendo palomitas saladas, observando a la multitud.
—Ese lugar parece un pueblo en temporada de Halloween.
—Era la temática de este año. Siempre me gusta ver a las personas pintar sus frustraciones, sus sentimientos a través del arte. —Quita el vaso de palomitas de nosotros. —No puedes comer cosas muy saladas, es suficiente.
Estaba confundido y yo solo podía reírme. —Me siento muy feliz de estar contigo; hoy es un día que debería estar triste.
Anunciaban a los competidores para que subieran al escenario; nosotros estábamos en la banca, olvidando todo lo que estaba entre nosotros.
—¿Por qué sería triste? —¿Estás bien? —preguntó tocando mis mejillas y mi frente.
—Encontraron a mi padre muerto esta mañana; muchos de este lugar me han dado el pésame. Cuando te conocí, olvidé todos los problemas que tengo en casa; por alguna razón solo quiero estar contigo.
Nos miramos fijamente; Zean no mantenía su sonrisa y yo sí. Tomé su mano con fuerza. —Este día nunca lo olvidaré —pensé. Sin despegar mi mirada, no se despegaba de él.
—Lamento lo de tu padre. Yo también siento que cuando te conocí tengo muchas ganas de vivir. Mi corazón se acelera mucho, mi respiración es mucho mejor y, además, yo solo
Editado: 11.12.2024