Capítulo 7: Verdades ocultas

Zean Zaldivar

Pasó un mes; después de eso, me quedaban cuatro meses que podía estar vivo. El doctor me encontraba bien estos últimos días. Cuando Dareen termina de estudiar y trabajar, regresa a mi casa y terminamos el lienzo gigante. Él aún no sabe lo que dibujo y es muy ansioso para ello. Cuando terminó de pintarlo, nos quedamos en mi habitación hablando de la vida y también... para darnos unos pequeños besos...

El doctor nunca me había encontrado tan bien y tan feliz. Mis padres ya no estaban tan preocupados por mí porque ya mi cuerpo no se llenaba de pintura roja o de otros tipos de químicos. Me miraba al espejo y veía una sonrisa en mi rostro. Ya llevamos un mes y ciertos días de conocernos y, por supuesto, de ser novios.

Mis días eran alegres, le pagaba más a Vincent y me iba con muchas pinturas menos rojas; empecé a ver el mundo de otra manera y mucho mejor. Estaba con alguien que aceptó conocerme sin importar qué; mi madre ya no lloraba tanto, mi padre estaba mucho y yo me sentía de maravilla.

Dareen... Dareen. Cuando digo su nombre no dejo de sonreír; es como que su nombre tuviera algo tan atrayente.

El doctor me preguntaba el cómo me sentía y cómo estaba y yo respondía con una sonrisa que él nunca había visto. Lo que llevó a cabo ocultar mi último diagnóstico.

—¿Qué pasa, doctor? Mi hijo ha estado muy bien este último mes. Ya no está encerrado solo en su habitación, pasa mucho en el jardín y es muy feliz.

—El pronóstico para el cáncer de pulmón en etapa avanzada puede ser desafiante. Si el cáncer ha hecho metástasis en los pulmones, es posible que los síntomas empeoren rápidamente y que la calidad de vida disminuya. Sin embargo, cada caso es único y es importante seguir trabajando con los médicos para manejar los síntomas y brindar el mayor confort.

—¿Qué trata de decir, doctor?

—El cáncer... ya hizo de las suyas.

Y sí, mi cáncer empeoraba después de las dos semanas que fui al doctor; tosía regularmente, inclusive tosía sangre. Lo malo es que lo ignoraba y dejaba que el amor me hiciera sentir mejor. El doctor dijo que en cualquier momento podría morir; los seis meses ya no importaban, solo importaba vivir.

Dareen venía muy seguido; terminé la pintura gigante y la guardé, era un regalo para cuando muriera.

—¡Quiero ver la pintura! Yo también puse de mi esfuerzo.

—Te movías mucho, no eres tan bueno. —Bromeé.

Bromeábamos, pero las bromas causaron el mismo accidente: Dareen derramó la pintura y el agua verdosa al pasto. Miramos caer las pinturas poco a poco; él estaba nervioso y asustado. Recogí la pintura y miré a Dareen; él estaba muy quieto, como un niño luego de hacer una travesura. De la pintura que recogí, era la Azul; usé mis dedos para tomar un poco de pintura y coloqué un poco en su cara.

—¿¡Por qué!? —reclamó, quitándose la pintura.

—Creí que eras un chico calmado.

Él tomó la pintura amarilla y me pagó con la misma moneda: pintó mi brazo y, como venganza, pinté su camisa. Pasamos toda la tarde pintándonos con pintura hasta que nos cansamos y mi mamá...

—¡Recojan ese desastre!

De inmediato lo hicimos: recogimos la pintura.

—Te gusta pintar mucho esos lienzos blancos. —Me di la vuelta y vi que el correo había llegado; era una caja llena de lienzos.

—Es lo único que puedo hacer. —Puedo amar el arte y también puedo amarte a ti. —Me agaché para recoger el desastre de pintura. —Voy a pagarte la universidad. —Cambié el tema repentinamente.

—¡No! —gritó asustado—. Yo puedo pagarlo solo.

—Eres un mentiroso.

Me levanté con los botes de pintura en la mano.

—Quiero ayudarte, mi padre me dijo que debías cinco meses de este año.

—No hace falta, además ya pagué el año completo.

Desde que dije eso, todo mi entorno se volvió diferente y raro. Mi madre, antes no se preocupaba tanto; ahora le gusta llevarme a muchos lados con tal de estar cerca de ella. Mi padre pasa más en casa (es extraño); aunque no tengamos algo de qué hablar, su presencia es muy rara.

Afuera todo era diferente. Vincent, la mayor parte de los viernes, tenía mi compra ya hecha; se aseguraba de que no caminara tanto, que hubiese aire fresco y ofrecía muchas cosas para sentirme bien. ¿Qué sabe? En cuanto a Dareen, desde la discusión con Viella, por momentos su mente se hunde en sus pensamientos cuando estamos juntos.

No sé de lo que trata esto, pero ¿por qué me inquieta tanto?

—Muchas gracias, Vincent. —Sujeté la bolsa. Caminé a la salida y la mujer recién nombrada apareció.

Viella habría entrado a la tienda; Vincent hacía gestos de enfado y muecas para que ella se fuera. Viella me miró sin emoción alguna, me tomó de la mano y me sacó de la tienda. Caminó conmigo sosteniéndose de la mano; no sé a dónde íbamos, pero sus pasos eran rápidos. Yo no podía caminar tanto.

Con rapidez me cansé, detuve a Viella y le pedí tiempo. Comencé a toser, cubría mi boca con la mano y al destacar la sangre, estaba en mi mano; la limpié y ella me cubría con su sombra.

—Dareen corre todos los días para llegar a la universidad... Él se dará cuenta de que usted está enfermo.

Su voz era muy dulce, tan pegajosa. —Le dije una vez: "Dareen no lo ama". Terminó nuestra amistad y luego se disculpó luego de irse de su casa esa noche. No me importa con quién se relacione Dareen por el resto de su vida... por el resto de la vida de él —Aclaro—. Sí, todos quisiéramos algo antes de morir... sería morir sin dolor, ¿no es así? Usted...

Extendió su mano ante mí; mis manos estaban llenas de sangre. Me puse de pie firmemente yo solo, con mis puños cerrados y sin intención de decirle algo.

—Cuando alguien tiene una enfermedad mortal, muere hoy o mañana. Sabía que usted no puede mantenerse de pie por tanto tiempo.

Si ella sabe muchas cosas, supongo que Dareen se las dijo; no sé cómo te tendrías que sentir después de esto.