Pensé que todo era normal,
que discutir era parte del plan,
que el silencio después del ruido
era solo otro capítulo repetido.
No noté cómo el cariño se fue apagando,
cómo tus palabras se iban volviendo menos amorosas,
cómo mis ganas de pelear
terminaron por cansar.
Creí que estaba bien,
que era normal sentirme a medias,
pero cuando te fuiste, sin ruido ni pelea,
me di cuenta de que ya nada quedaba.
Amar no debería doler tanto,
ni confundirme el alma,
pero yo me quedé,
sin darme cuenta que se me pasaba.