No es culpa mía que me haya quedado,
no es culpa mía querer que funcione,
no es culpa mía creer en tus "lo siento"
que se perdían entre excusas y promesas rotas.
No es culpa mía pensar que con amor
las cosas podían cambiar,
porque a veces el amor no basta,
y yo aprendí tarde a soltar.
No me culpes a mí por querer más,
por no ver las señales a tiempo,
por esperar que cambies,
cuando solo cambiaba el cuento.
No es culpa mía quedarme en la espera,
en la esperanza que no era esperanza,
en un querer que dolía más que curaba,
en el arte de despedirse sin despedida.