Eso que llamabas amor,
era más como un juego pesado,
donde yo siempre perdía,
y tú siempre ganabas.
Eso que llamabas amor,
era silencio en mis preguntas,
era gritos en mis dudas,
y no era justo ni sano.
Eso que llamabas amor,
me dejó con las manos vacías,
pero con ganas de algo distinto,
algo que no duela al despedirse.