Aprendí que no todo lo que duele es amor,
que a veces es solo costumbre,
que a veces es miedo a estar solo,
y no querer ver que ya no hay más.
Aprendí que puedo quererme más,
que merezco calma y risas,
que despedirse no es rendirse,
sino abrir espacio para lo que viene.
Que a veces el adiós es la cura,
y no la derrota final,
que amar también es aprender a soltar,
aunque duela un poco más.