No era para mí ese amor que dolía,
que hacía más preguntas que respuestas,
que me hacía perderme entre dudas
y sentirme menos sin razón.
No era para mí porque merezco paz,
no peleas que no llevan a nada,
no cadenas invisibles que aprietan
cuando lo que quiero es volar.
No era para mí porque el amor no debe
ser un lugar de miedo,
sino un espacio de calma,
de respeto y de verdad.
No era para mí, y aunque tardé en verlo,
ahora sé que está bien dejarlo ir,
porque a veces perder es ganar,
y soltar es aprender a amarse.