Los silencios que compartíamos,
eran más que palabras no dichas,
eran muros que levantamos sin querer,
que me dejaron sola en medio de todo.
Intenté romperlos con preguntas,
con palabras que buscaban respuestas,
pero el eco siempre fue el mismo,
un vacío que crecía sin remedio.
Los silencios se hicieron gritos callados,
frío que congelaba lo que sentía,
y aunque quise acercarme,
no hubo puente, solo distancia.
Los silencios rotos son lo que quedó,
las heridas que no se ven pero duelen,
el adiós que no pronunciamos,
la verdad que nunca enfrentamos.
Ahora escucho ese silencio,
y sé que es tiempo de partir,
de sanar en soledad,
y aprender a escucharme a mí.