No hubo grandes escenas, ni lágrimas en la puerta,
solo un paso firme, sin mirar atrás,
porque a veces despedirse es simple,
y no necesita ser un huracán.
Me fui sin drama,
porque entendí que no merecía más,
que el amor también es saber cuándo irse,
antes de perderse para siempre.
No fue una batalla, ni una tormenta,
solo un momento de claridad,
una decisión tranquila,
de quererme más que a ti.
Y aunque duele,
sé que fue lo mejor,
porque a veces el silencio,
es la forma más honesta de decir adiós.