Aprendí a quererme sin condiciones,
a no depender de tus miradas,
a buscar mi propia luz en la oscuridad,
a ser suficiente, sin necesitar más.
Aprendí que el amor no duele,
que no es lucha ni desgaste,
que cuando duele tanto,
es momento de cambiar el guion.
Aprendí a ponerme primero,
a escuchar mi voz interna,
a construir mis propios límites,
a no dejar que nadie los cruce.
Aprendí que merezco paz,
que merezco respeto,
y que despedirse no es rendirse,
sino abrir la puerta a un nuevo empezar.