Lo que callé mientras estuve contigo,
fueron palabras que no supe decir,
miedos que guardé bajo la piel,
y lágrimas que escondí en silencio.
Callé porque creí que así sería mejor,
porque no quería problemas,
porque quería que el amor funcionara,
aunque ya no supiera cómo hacerlo.
Callé hasta que el silencio me pesó,
y comprendí que callar también duele,
que a veces el no decir es perderse,
y que la verdad, aunque duela, libera.
Ahora grito lo que antes callaba,
rompo el silencio que me atrapaba,
y aunque duela, prefiero hablar,
porque el arte de despedirse también es eso.