No hubo gritos ni escenas,
solo un adiós sin ruido,
una puerta cerrándose suave,
sin que nadie se diera cuenta.
No fue un drama, ni un huracán,
fue una decisión tranquila,
un acto de amor propio,
que me salvó sin salvarte.
No hubo lágrimas, solo calma,
una paz que me abrazó,
cuando entendí que dejarte ir,
era también quererme a mí.
Adiós sin ruido es el arte,
de despedirse sin cadenas,
de soltar sin lastimarse,
de empezar sin miedo a caer.