En una fotografía, al pasar los años quedan perpetuados tantos recuerdos valiosos y secretos guardados. Esa sonrisa pícara de una travesura, esas risas de un suceso que tu mente recuerda como si fuera ayer. Salen a brillar emociones de todo tipo. Recordar en una fotografía la familia, los eventos, los amigos que están y los amigos que ya no forman parte de tu vida. Porque la vida es un sinfín de acontecimientos, pero esas personas que formaron parte de tu pasado, se quedan en tu corazón, en esas anécdotas, en esas peleas que ahora se recuerdan con cariño. En esas imágenes se cierran etapas, que en su momento pensabas que nunca acabarían. Y se llena el alma de alegría y a su vez tristeza. A medida que uno crece, se valoran esas fotografías y esos recuerdos verdaderos, momentos fugaces que traemos al presente y nada más. Y al final de cuentas sabes que te quedas con lo mejor de cada persona o lugar por el que pasaste, es un puente que nos hace la persona que somos en este presente. Y se tiene que agradecer cada instante, de esas valiosas imágenes. Gracias a los acontecimientos del pasado, recordamos a todas las personas que nos ayudaron a ser quienes somos en la actualidad.