Mi madre, posee los ojos transparentes como el color del cielo. Su bondad y su alma, reflejan lo que sus ojos deleitan… transparencia.
Por mí y mi hermana, lucho, trabajo, nos educó y lo realiza continuamente en el transcurso de todo este tiempo. Nos brindó y nos brinda, el mejor regalo que no tiene precio, amarnos.
Mi niñez llena de excelentes recuerdos, cada uno de ellos… Gracias a ella.
Los juegos, las travesuras, los paseos, inculcarme la valentía, valorar el amor a dios y especialmente me enseño amarme a mí misma. No hay concepto para describir lo maravillosa que es mi madre.
En mi adolescencia, no la compendia, pero ella igual siempre firme a mi lado, me aconsejaba y recurría al simbolismo que es la unión de una madre a una hija.
Sé que incontables lágrimas derramó por mí, noches, días preocupada por mi enfermedad, y que me depararía el destino. Ella lloró, sufrió, siempre en silencio, pero sin que ella lo supiera, yo lo notaba.
Me escuchó, me abrazo en cada episodio y juntas lo superamos.
Ahora que crecí y madure, siento cada concejo dado. En mi presente cuando un sucedo transcurre solo pienso “ahora entiendo los concejos de mi madre”
Persistentemente me oriento y alineo mi camino, me ubico en el presente y cuido mi futuro.
Mi madre es una gran señora, con todas las letras. Una gran mujer hecha y derecha, un ejemplo de vida, que superó todos los obstáculos. Una gran guerrera.
Y una madre que elegiría mil veces nuevamente en esta vida.
Ella se alegra de mis logros y me alienta a perseguir mis sueños. Soy igual a ella una soñadora, y somos muy parecidas y con orgullo lo escribo.
Estas palabras son dedicadas a mi madre… Sonia. Mi heroína, mi luchadora, sin ella no estaría redactando estas palabras. Gracias a ella soy la persona en que me convertí, una guerrera.
Gracias a mi madre, gracias a mí querida “Inesita” mi pilar inquebrantable… Te escribo estas frases redactadas, dichas desde lo profundo de mi corazón.