Cuando habla el corazón, proclama melodías qué la mayoría de las veces evitamos escuchar.
Es una voz suave, evitando ser atendida para no sufrir.
Siempre es una sinfonía que nos aclama seguridad, confianza y chance para no equivocarnos.
Es la voz interior, en ocasiones, por testarudos queremos apagar, y muchas veces logramos el objetivo.
La rechazamos por miedo a no lastimarlo.
Por miedo a no apostar.
Por recelo a que sabemos que nos estamos equivocando y de igual manera la obviamos.
Es tan angelical, que evadimos con pensamientos para confundirla.
Pero un día, esa voz toma alcance, potenciándose.
Formándose más fuerte, más intensa, y sinceramente conseguimos sentirla…
Adquirimos conocimiento…
Cuándo accedemos a oír nuestro corazón y aceptamos sus designios.
En ese preciso instante, nos convertimos en libertad.