CAPÍTULO 3 | Cavando tumbas.
"A veces sabes que te vas a estrellar y en lugar de frenar, aceleras"
***
Samantha
Jadeé alarmada cuando vi la entrada vacía de la escuela.
Solté una maldición, apreté el agarre en mi mochila y caminé lo más rápido que pude hasta el salón antes de que algún profesor me viera y me mandara a la dirección por haber cumplido mi cuota de retardos de este año.
Normalmente contaba con la maña de acostarme hasta muy tarde leyendo mis libros favoritos y levantarme igual de tarde, por lo que no llegaba a tiempo casi nunca. Mis profesores estaban al pendiente y me habían puesto un límite de retardos, pero ya había agotado todas mis excusas y estaba segura de que no me pasarían una más.
No era buena con eso de la puntualidad, ni nada que tuviese que ver con la escuela, en general.
Avancé con rapidez hasta el salón y cuando por fin llegué a la puerta, me quedé estática. A través de la pequeña ventana que tenía, pude ver como el profesor Allen, que dictaba historia, repartía los talleres para hacerlos en parejas.
¡Maldición! Todos ya tenían compañero.
No sabía cuántos éramos en esa clase y, si no tenía suerte y era la única que faltaba por llegar, tendría que verme obligada a que se me asignara en un grupo de tres o que tuviese que hacer el trabajo yo sola. Por supuesto, ninguna opción era buena.
Miré la perilla y, sin moverla, analicé todas mis opciones. Podría entrar y acabar humillada, pero con un equipo de trabajo. Podría entrar de todas formas y quedar sola. Quizá podía esperar a la siguiente clase y después hablar con el señor Allen en privado, para pedirle que se apiadara de mi poniéndome en grupo con Emily. O podría dejar la escuela y vender artículos de segunda mano en alguna esquina, me ahorraba la humillación y el tener que pensar en una excusa.
¡Tin, tin, tin, tenemos un ganador!
—¿No piensas entrar?
Di un salto ante la presencia de una voz familiar. La reconocía a la perfección, me hacía suspirar casi a diario. Logan Anderson estaba de pie junto a mí, mirándome con una preciosa sonrisa ladeada y esos perfectos ojos marrones brillantes que acostumbraban a dejarme sin aliento.
—Y-Yo...Bu-bueno, es que, no sabía si...si debía entrar, ya sabes, quizá el señor Allen me mande a dirección por llegar tarde otra vez.
—La puntualidad no es lo tuyo, ¿eh?
—Dormir de más es lo mío, la verdad.
Mi comentario lo hizo reír. ¡Logan Anderson estaba riendo por algo que yo dije!
—Mejor entremos juntos —ofreció— Será menos terrible así —asentí y dejé que abriera la puerta. Sin embargo, en un intento de ser caballeroso, me dejó pasar primero y quise hacerme bolita cuando todas las miradas curiosas se centraron en mi— Buenos días, señor Allen. Lamentamos llegar tarde.
Su dulce voz inundó el salón, llevando la atención de todos a él. Logan tenía un encanto natural que lograba llamar la atención sin siquiera intentarlo, era imposible no verlo y suspirar ante su imagen.
Estaba loca por él desde la primaria, cuando me raspé la rodilla jugando en el tobogán y él fue el único que se dio cuenta, buscó una venda y me la puso en la herida. Secó mis lágrimas y después, pasó el resto del receso junto a mí para hacerme sentir mejor. No volvimos a hablar luego de eso, pero el momento quedó grabado en mi memoria.
Ridículo, soy consciente, pero no puedo evitar suspirar y verlo embobada cuando se pasea por ahí siendo tan atractivo y amable con todo mundo.
—Está bien, pasen, pero les informo que serán compañeros de trabajo —Logan asintió, despreocupado ante la idea y se adentró al lugar hasta llegar a su asiento. Yo, por mi parte, me quedé quieta en mi lugar tratando de procesar lo que acababa de ocurrir— ¿Algún problema, señorita Frey?
Sacudí la cabeza, efusivamente.
—No, ninguno —me las arreglé para sonar tranquila y caminé hasta el único asiento vacío.
El que Logan había acomodado a su lado.
Mierda, ¿Por qué temblaba tanto?
—Como estaba diciendo —dijo el maestro, retomando el rumbo de la clase. Intenté con todas mis fuerzas poner atención, pero me era muy difícil estarme calmada con cierto personaje oliendo tan bien a mi lado— Investigarán acerca de un activista de derechos humanos y harán un ensayo sobre él, respondiendo las preguntas que están en la hoja que les acabo de entregar —observé la hoja, que no tenía idea de cómo había conseguido Logan. Abrí los ojos de par en par, sorprendía por la cantidad de preguntas que tenía, ¡Era malditamente infinita! — La fecha límite de entrega será el lunes, así que tienen tiempo suficiente para eso. Quiero ensayos perfectos, demuéstrenme que mi clase les ha servido de algo.
Y dicho eso, se volvió a su asiento para dejarnos empezar a trabajar en los equipos.
Jugué con mis manos, nerviosa, cuando Logan giró su silla para quedar frente a mí.
—Entonces, compañera, ¿Cuándo quieres que empecemos con esto? —preguntó, sonriéndome.
Joder, no me mires así, voy a desmayarme.
—Eh...n-no lo sé, ¿Cuándo puedes?
—Pues... —hizo una mueca, pensándolo— Estaré libre el jueves, podemos reunirnos después de clases para hacerlo. ¿Te parece bien?
—Claro.
Casi parecía que no tenía nada muy interesante que decir. No lo culparía si se aburría de trabajar conmigo, yo era como una máquina de monosílabos cuando se trataba de hablar con él. Aun así, se las arregló para ser amable y continuar una conversación conmigo.
—Me alegra que seamos compañeros, presiento que seremos buen equipo.
—Ojalá —suspiré— No soy muy buena en esta clase.
—Tampoco yo, pero ya pensaremos en algo —me guiñó un ojo.
Le sonreí, aunque sabía que lo que decía era una completa mentira. Logan era bueno en todas las materias, un estudiante con un promedio perfecto, así que seguro le iba increíble en esta clase. Además, a juzgar por la poca importancia que le dio el señor Allen—tan estricto que era con la puntualidad— al asunto de que llegáramos tarde, solo por verlo, supuse que tenía al maestro comiendo de su mano. Tendría que buscar entrar con Logan siempre que llegara tarde a clases.
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Editado: 19.03.2023