El arte de fingir

09 | Si te caes, te levantas

CAPÍTULO 09 | Si te caes, te levantas

"Nada como un pequeño dolor, para recordarte que estás vivo"

***

Samantha

Como había ido caminando al bar, que quedaba relativamente cerca de casa, Asher se ofreció a llevarme. Y, por supuesto, yo no iba a negarme a que me ahorraran la caminata.

Estacionó frente a mi casa y yo comencé a acomodarme la chaqueta. Le di una rápida mirada, sin estar segura de pedirle lo que estaba por pedir, pero es que tenía que asegurarme de que lo que habíamos hablado, se quedaría entre nosotros.

—¿Puedo pedirte un favor?

—Depende, ¿Es legal?

—Si, Asher, no irás a la cárcel por mi culpa —le aseguré, entornando los ojos— Por favor no le digas a nadie lo de mis padres.

—¿Por qué lo haría?

—No lo sé, solo... ¿Puedes prometerlo?

Asintió con la cabeza, bastante despreocupado.

—Tu secreto está a salvo conmigo. Aunque debes saber que no es nada de lo que debas avergonzarte.

—No me avergüenzo, solo no quiero que la gente sepa nada de mi vida.

No dijo nada más, así que supuse que era mi señal para irme, cuando bajé del auto escuché un sollozo y fue en esa fracción de segundo en la que me volteé que sentí como mi corazón se partía. Mamá estaba sentada en el porche de casa, con una botella de vino en las manos, tomándosela como si su vida dependiera de ello y mirando con odio una foto que tenía en el regazo.

—Debo irme —le avisé a Asher para después cerrar la puerta del auto.

Él bajó la ventanilla del auto antes de que me marchara.

—¿Necesitas ayuda?

—Estoy bien.

Hizo una mueca, pero no cuestionó nada.

—De acuerdo. Te veo mañana.

Esperé a que se fuera para poder acercarme a mamá. Estaba tan enojada y encerrada en sus emociones que no me notó y cuando ambas escuchamos risas provenientes de adentro de la casa, explotó. Lanzó la botella con fuerza contra el suelo y luego, rompió en un llanto aún más desgarrador. Sin pensármelo dos veces, me acerqué a ella y la envolví en mis brazos para tratar de tranquilizarla, haciendo un esfuerzo casi sobrehumano por guardarme las lágrimas que amenazaban con salir.

Supuse que mi padre debía estar adentro con Amanda y por eso mamá estaba tan mal. Él acostumbraba a hacerle esto, traerla cualquier día porque sí y el hecho de estar sola, porque Hank estaba en un viaje de negocios, la volvía menos fuerte para enfrentar el dolor que le causaba ver a papá siendo feliz con alguien más.

—Quiero que se vayan —pidió, en medio de sollozos— No los quiero aquí.

—Tampoco yo.

—No lo quiero con ella.

—Ni yo, mamá.

—Lo siento tanto, Sam.

—Está bien.

Excepto que no lo estaba.

Yo era muy consciente de que a mamá le dolía, que no lo soportaba, que se derrumbaba constantemente por la situación, aunque nunca lo admitiera. Ella aun amaba a papá, aunque estuviese saliendo con otro, su corazón seguía con el hombre con el que se había casado y no era capaz de sacarlo de allí.

Siempre creemos que los padres pueden con todo, que son valientes y fuertes, que jamás se rompen, ni se caen. Pero la verdad es que son tan humanos como nosotros, también sienten y se lastiman. Sin embargo, nunca estamos listos para aceptar que ellos pueden caer, para verlos derrumbarse. Nunca estamos listos para afrontar ese tipo de dolor.

***

 

Asher

—¡Bajando el ritmo, señoritas, no quiero que nadie más que yo les acabe los pulmones! —una vez el entrenador dijo eso, todos comenzamos a bajar la velocidad y dejar de correr para trotar a un ritmo más lento y dar la última vuelta antes del descanso.

Mientras terminaba, dirigí la vista a las gradas, donde Emily y Sam estaban conversando. Bueno, más bien era la rubia la que hablaba, Sam simplemente la escuchaba y asentía de vez en cuando, porque no estaba muy comunicativa hoy. La había visto en la mañana para clase de literatura, tenía unas grandes ojeras bajo sus ojos, que estaban rojos como si hubiese estado llorando por mucho tiempo. Su cabello estaba despeinado y no parecía tener ánimos de nada. No se reía cuando la fastidiaba, tampoco me respondía, ni siquiera sonreía con los molestos de mis amigos, mucho menos le seguía el cuento a Emily o comentaba como la sabelotodo que era en esa clase.

Me preguntaba si seguía mal por lo que habíamos visto en su casa anoche.

—Hey, ¿Todo bien con Sam? —me preguntó Ethan, cuando los dos nos acercamos a la banca a tomar agua.

No llevábamos muchos días desde que anunciamos nuestra relación, pero Sam había vuelto costumbre que se acercaba a hablarnos en los recesos de las practicas durante toda esa semana. No podía culpar a los chicos por pensar que algo estaba sucediendo.

—Si, supongo.

—No le habrás hecho algo, ¿Verdad, idiota? —dijo Axel, apuntándome con su botella de agua, amenazadoramente.

—No le hice nada —le aseguré— Al menos no que yo recuerde.

—¿Entonces qué pasa que no viene a entretenernos?

—¿Acaso tengo que saberlo?

—Si, es tu novia.

Entorné los ojos antes de llevar la vista a las chicas, afortunadamente, Sam me estaba viendo en ese preciso momento y bastó con hacerle un ademan con la cabeza para que se acercara. Ella le dijo algo a Emily antes de venir hacia nosotros, casi obligada.

—Hola, chicos —saludó Emily.

—Hola, chicas.

Nos quedamos esperando a que Sam dijera algo, pero como no lo hizo, Emily la codeó disimuladamente.

—¿Qué? —protestó de malas maneras. Luego, nos miró a todos— Ah, hola, chicos.

—¿Todo bien, pequeña impertinente? —le chistó Axel, pasándole un brazo por los hombros.




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