CAPÍTULO 15 | La víbora quizá no es tan víbora
"No confíes en todo lo que ves, la sal también parece azúcar"
***
Scarlett
—Buenos días, Scarlett.
Levanté la vista de mi plato con cereal y dejé la cuchara a solo centímetros de mi boca cuando vi como Daniel, el novio de mamá entraba sonriente a la cocina vistiendo solo un pijama.
—¿Hola? —dije, extrañada.
No sabía que se quedaría aquí.
—¿Por qué me miras así?
—¿Dormiste aquí anoche?
—Si, ¿tu madre no te lo dijo? Para cuando llegué estabas dormida.
—No me dijo nada.
Honestamente, no sabía qué pensar respecto a la relación de mi madre.
Daniel me agradaba, era una buena persona, trataba bien a mamá, se preocupaba por mí, había hecho más cosas conmigo que mi padre en dieciocho años, así que sería lógico que me encariñara con él. Pero no lo sé, a veces me daba la sensación de que tenía muchos problemas como para ir en algo serio con mamá. Jamás lo mencionaría, pero yo podía notar como miraba a su exesposa, aunque pelearan todo el tiempo, no la veía con odio, sino con añoro, como si tuviese unas ganas inmensas de callarla con un beso cada vez que ella comenzaba a gritar.
Mi madre era de esas personas que se enganchaban rápido con las personas. Un par de palabras bonitas y ya la tenías a tus pies. Cuando mi donador de esperma se fue la primera vez y volvió fingiendo estar arrepentido, ella lo aceptó porque él fue dulce con ella al prometerle cambiar. Pero meses después, lo habíamos encontrado apostando las joyas de mamá y tuve que echarlo yo misma de casa para que la situación se acabara.
Aún tenía los recuerdos de esa noche, latentes en mi memoria. Jamás había tenido tanto miedo y coraje juntos.
Por eso desconfié en cuanto mamá llegó a casa hablando de un novio nuevo y pidiéndome que me arreglara para conocer a su familia. Daniel era divorciado y tenía una hija. Casi me doy a mí misma con un ladrillo cuando descubrí que era nada más y nada menos que Samantha Frey. El destino seguro me estaba jugando una mala broma.
Si de por si ella era insoportable solo existiendo, ahora imaginen tener que soportarla existiendo a mi alrededor. ¡Y para colmo era una niñita de papá!
Verla era como si la vida me diera una cachetada silábica en la que repetía «Mi-ra-lo-que-o-tros-si-tie-nen-y-tu-no»
—¿Vas a mudarte aquí? —inquirí.
Él dejó de revolver el café que había empezado prepararse y me miró.
—Es el plan.
—¿Por qué?
—¿No quieres que me mude aquí?
—No es eso. Solo quiero saber por qué quieres hacerlo.
—Porque quiero a tu madre y te quiero a ti. Quiero un futuro con ustedes, creo que este es un buen primer paso.
Hice una mueca, sin estar muy de acuerdo.
—¿Quieres mudarte para iniciar un futuro con nosotras o para ignorar el pasado que tienes con ellas? —me crucé de brazos, a la defensiva. Yo sabía muy bien cómo eran las cosas. Ese hombre tenía una situación complicada en su casa y yo no permitiría que nos usara para no enfrentarla.
—Mi situación con mi exesposa y mi hija es algo que estoy solucionando y que no voy a discutir contigo, Scarlett.
—Pero...
—Scar —mamá entró a la cocina, dándome una mirada severa para que me callara —Ese tema es delicado y lo tratan los adultos.
—¿Te crees que porque soy adulta no lo entiendo?
—No, pero es algo que no te incumbe.
—Me incumbe si lo que pasa allá, afecta lo que pase acá.
—Allá no va a pasar nada. Mi matrimonio con Sarah terminó hace un tiempo, tengo derecho a irme de esa casa. Me mudo con ustedes, no hay mucho que discutir.
—¿Y Samantha? ¿También la vas a echar a un costado? —cuestioné. Daniel apretó los labios y desvió la mirada— Como alguien que ha tenido que vivir sin padre, te digo que no le arruines la vida a tu hija yéndote por alguien más.
No dijo nada más, así que di por terminada la conversación y fui por mis cosas para ir a la escuela.
No me malentiendan, no es que Sam me agradara o que me importara su bienestar, pero yo sabía lo que era que te quitaran a tu padre, el tener que aprender a vivir sin él y no se lo deseaba a nadie.
Bruja, pero consciente.
Un rato más tarde estaba entrando a la escuela. Como siempre, las miradas cayeron automáticamente en mi cuando entré, cosa que no me molestó, porque estaba acostumbrada. Normalmente, la gente le teme a la atención, ser el blanco de las miradas siempre será una balanza entre lo bueno y lo malo, yo misma no me sentía completamente cómoda con ello, pero cuando aprendes que vales la pena como para ser un ejemplo ante otros, es como si se volviera parte de ti y ya no pudieses vivir sin eso.
La atención era esa parte de mí que me negaba a soltar.
Cuando llegué a mi casillero, comencé a sacar los libros de mi primera clase. Estaba tan concentrada que no noté cuando Logan llegó y se recostó contra los demás casilleros, mirándome con una sonrisa dulce, la misma que me daba cada vez que me saludaba.
—Hola, preciosa.
—Hola —respondí, borde.
Aún estaba enojada con él. Aunque le había dicho que no quería seguir discutiendo por el mismo tema, no podía evitar estar molesta por la incesante necesidad que tenía de ser amigo de Samantha. Estaba harta de ella, no solo le bastaba con tener la familia que yo deseaba, ahora también al chico que yo amaba.
Y no, no estaba hablando de Logan.
No sé qué me pasó ese día en la cafetería, yo simplemente exploté con ella y comencé a decirle un montón de cosas que no debí decir. No lo merecía, por muy mal que me cayera, ella no tenía por qué recibir esas palabras hirientes que le dije, tampoco debí meterme con el tema sensible de sus padres. Una cosa era desquitarme con su persona y otra muy diferente meter a su familia, hasta yo me habría ido como lo hizo ella.
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Editado: 19.03.2023