El arte de fingir

30 | La verdad siempre sale a la luz

CAPÍTULO 30 | La verdad siempre sale a la luz.

"A todos les encanta la verdad, hasta que tienen que enfrentarse a ella"

Asher

—¡Lo siento!

—¡Vete a la mierda, Axel!

—¡Fue sin querer!

Le hago mala cara, viendo como sostiene el arco de flechas de plástico con nerviosismo. Me ha dado en la cabeza ya como tres veces.

—Ya dijiste eso antes y no era verdad.

—¡Es que soy Robin Hood! Estaba probando mi arco y tu deliberadamente te has atravesado.

—¿Así que ahora es mi culpa?

—Oh, ya déjalo en paz, Asher —me pidió Rachel, rodeándole el cuello con los brazos para luego dejar un sonoro beso en su mejilla.

No sabría explicar muy bien como fue que llegamos a este punto, pero me encontraba con Ethan, Axel, Diego y Rachel bebiendo en una de las esquinas del salón donde se celebraba la fiesta de Logan. Para todos fue una sorpresa ver como la ultima de hecho estaba liada con Axel, el pelirrojo desastre se había conseguido el corazón de una de las chicas más simpáticas de la escuela y yo, como mejor amigo, me sentía realmente orgulloso de él. Además también era agradable verlo dejar de babear por la que, sorprendentemente, ahora era la novia de Ethan.

—Solo está amargado porque Sam no ha llegado —le dijo Axel, mofándose de mí.

Y bueno, no es que fuera mentira.

Honestamente me encontraba preocupado por ella. Se suponía que vendría con Emily y Megan hace como una hora, pero no había rastro de las tres diablillas hasta ahora y estaba comenzando a desesperarme. La extrañaba.

—Oh, la falta de besos te ha puesto gruñón —le siguió Rachel, haciendo puchero.

—Eso y este maldito disfraz —respondí, aflojándome la corbata— Voy a ahogarme con esto.

Maldecía el momento en el que a Sam se le ocurrió que nos vistiéramos de época victoriana. Ni siquiera entendía como esas personas habían podido sobrevivir un siglo vistiéndose con ese castigo del infierno, me moría de calor, la jodida corbata me ahorcaba y, además, no lograba moverme bien con lo ajustado del pantalón. Mi plan era vestirme de negro y ponerme una máscara de manera simple, sin embargo, tal parece que a mi novia se le había activado el lado cursi, ¿Y quién era yo para quitarle la ilusión? Lo mínimo que podía hacer era seguirle la corriente.

Pero joder, ¿No se pudo haber inclinado por un disfraz de oso o algo así?

—Tranquilo, Romeo, cuando tu chica llegue, habrá valido la pena —me aseguró Ethan, palmeándome el hombro.

Bufé y me centré en escanear el lugar. Tenía perfectamente ubicado a Anderson, quien se encontraba bailando con Andrea en la pista de baile. Iba vestido con un ridículo disfraz de Batman y una gran sonrisa le decoraba el rostro. No podía entender como mantenía la conciencia tranquila para sonreír de ese modo sabiendo que era un psicópata acosador.

Le di otro trago a mi cerveza, poniendo los ojos en blanco al verlo saludar a Hannah y Lucas, que apenas habían llegado. Esa chica era otra que tenía mi eterno odio por haber tomado la fotografía del beso.

—Quita la cara larga, amigo, parece que se nos alegró la noche —Diego me palmeó la espalda, llevando mi atención a lo que él estaba mirando. Su sonrisa se ensanchó con solo ver a Megan, dentro de un diminuto disfraz de mujer maravilla, acercarse a él con toda la emoción del mundo. Ella lo rodeó en un tierno abrazo para luego presionar sus labios en un beso.

Verla era solo un indicativo de que mi chica había llegado y no me cabía la emoción en el cuerpo. Quería verla, abrazarla, besarla. Habíamos pasado por tantas idas y venidas, que quería disfrutarla ahora que nuestra relación estaba en su mejor etapa.

Detrás llegó Emily y fue olímpico el grito que lanzó al toparse con la imagen de Ethan, que iba prácticamente vestido igual que ella.

—¡Maldito Collins! —quise echarme a reír cuando vi como la brujita apuntaba a mi mejor amigo amenazadoramente con su barita mágica de plástico— ¡Te copiaste de mi disfraz!

Ethan se encogió de hombros y se acercó para rodearle la cintura con los brazos. Emily, que tenía bastante carácter, le dio un empujón, enojada. Él la miró confundido.

—Pensé que iba a gustarte, rubia, venimos disfrazados en pareja, ¿No es genial?

—¡Por supuesto que no! ¿Qué te hace pensar que yo quería disfrazarnos en pareja?

—¿T-tu...tu no...?

—¡No, idiota! —espetó ella, alejándose cuando volviendo a intentar tocarla— Ni te me acerques, ni siquiera puedo verte —se cruzó de brazos, molesta. Casi me echo a reír, hasta que noté que detrás de ella no venía nadie más.

—Hey, Emily —la llamé. Me miró de mala gana— Bueno, pero ve quitando esa carita conmigo, rubia, que somos amigos.

Me sonrió falsamente, bufando cuando sintió a Ethan acercándose de nuevo.

—No me toques, estoy enojada contigo.

—Mi amor...

—Incluso Asher me cae mejor que tu hoy, aparta —haciéndolo a un lado, se apresuró a sentarse junto a mi y tomar el vaso de cerveza de Ethan para llevárselo a la boca— ¿Todo bien, Wesley?

—Podría estar mejor. ¿Dónde está Sam?

Ella me frunció el ceño.

—¿De qué hablas?, creí que estaba contigo.

—Me dijo que vendría con ustedes.

—A ultima hora nos dijo que la habías convencido de traerla —enarqué una ceja, ella me miró preocupada y me señaló con la varita— ¡¿Dónde dejaste a mi mejor amiga, idiota?!

—¿Tu donde dejaste a mi novia?

—¡Wesley! —ni siquiera me detuve a pensar en que probablemente perdería mis bolas hoy. Saqué el móvil del bolsillo y, en vista de que Sam llevaba horas sin responderme los mensajes, fui a la segura y le marqué, como había hecho toda la tarde. No contestó las tres veces que lo intenté y fue mi señal para empezar a preocuparme.

—Joder —mascullé, intentándolo de nuevo— Maldita sea, Sam, ¿Por qué no me contestas?




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