El Arte de ser un Desastre

2


El desayuno estuvo exquisito. ¡Benditas manos de Anne! A mí se me quema hasta el agua. Anne preparó huevos con tocino, panqueques- a las que le eché jarabe de alce y arándanos que robé del frigorífico- y zumo de naranja. Y luego de ello, me vi en la necesidad- de joder pricipalmente- de ir a ver Ethan. 

Anne me había dicho que estaba durmiendo, pero ciertamente no iba a permitir la injusticia de que mientras él dormía yo estaba despierta, así que con una sonrisa socarrona y mi móvil en mano me dirigí a su habitación.
 

Abrí la puerta con delicadeza y me adentré en la habitación para luego volverla a cerrar. Los posters de animes, mangas y juegos de Xbox estaban pegados por todas las paredes de la habitación, y el color verde de estas hacía contraste con las cortinas. Le di una ojeada a todo, el armario estaba al fondo de la habitación, había un escritorio de mármol púlido y en él su pórtatil junto con el reguero de cables de los auriculares y al menos unos veinte discos de juego. Menudo desordenado con el que me ha tocado lidiar.
En otro de los rincones de la habitación había un pequeño sofá y al frente de él, la televisión y la Xbox. Y claro, no puede faltar su cama Queen, en la que él reside y duerme tranquilo. Je, pero no por mucho tiempo.
 

Me acerco lentamente hasta su posición, con cuidado de no caerme, porque sí, tiene restos de empaques y bolsas de comida junto a calcetines mal olientes tirados por todo el suelo.
 

Llego a su lado y le destapo de a poquito la cabeza. Su expresión es relajada y puede que esté babeando un poco, pero ¿ya qué? Enciendo mi celular y busco la alarma de bomberos, se lo pego al oído y... ¡Zaaas! 

¡Qué viva la magia!
 

Ethan se sobresalta y ya apago la alarma, no le quiero joder el oído más de lo que ya.
 

Aún sigue con los ojos cerrados pero sé que está despierto.
 

Me subo a la cama y empiezo a dar saltos.
 

-¡Arriba depravado, el amor de tu vida ha llegado!- le canto medio gritando en lo que sigo dando saltos.
Ethan abre los ojos.
 

-Imposible, la nutella no habla- me río y un movimiento inesperado, Ethan me toma del pie y caigo de culo a la cama. ¡Menos mal es blandita!
 

-¡Maldito depravado te mataré!- le grito y el ríe- Así que quieres tomarte mi amenaza en broma ¿eh? Bien, tú lo buscaste.
 

Me acerco y le empiezo a hacer cosquillas en la barriga, sé que es su punto débil. Comienza la guerra, hay mano por aquí, manos por allá, muchas risas y al final terminamos jadeando e intentando respirar. Lo sé, si no hubiera especificado que le estaba haciendo cosquillas esto podría quedar como algo raro, meh.
 

-Puto- le digo de la nada, me encanta insultarlo, sobre todo porque él también lo hace, no sé, es extraño pero divertido.
 

-Maldita.
 

-Hijo de puta, con todo respeto a Anne.
 

Él solo rueda los ojos.
 

-No me ofendes. Zorra.
 

-Idiota.
 

-Imbécil.
 

-Estúpido.
 

-Loca.
 

-Depravado.
 

Él arquea una ceja, ¡jodeeeeeeer! Eso a mí no me sale.
 

-¿Depravado yo? Pero si soy un ángel caído del cielo.
 

Bufo.
 

-¿Y quién es el que ve Hentai?
 

-Tú- responde, mis mejillas se encienden y mi boca se abre con asombro, pero logro camuflarlo un poco.
 

-Pero porque me los envías con papá- le resto importancia.
 

-No te he obligado, yo no te he puesto la pistola en la cabeza- resuelve él con una sonrisa.
 

Inflo las mejillas, ¡qué pesado!
 

-Manipulador.

 

Y volvemos a los insultos.
 

-Perra desalmada.
 

-Escuincle
 

-Basura.
 

Y podríamos pasarnos la tarde en esto, pero Anne abrió la puerta.
 

-Ethan, tienes visita abajo- y como mismo vino, se fue.
La niña del exorcista estaría orgullosa de mí si hubiese visto el movimiento rápido y violento que realizó mi cuello para girarse a ver a Ethan. Una sonrisa pícara se deslizó por mis labios, je.
 

-¿Tienes novia y no me lo habías contado?- sus ojos se abrieron como platos.
 

-¿Qué? No, claro que no- fue su inteligente respuesta.
Obviamente no le creí y salí corriendo del cuarto con él persiguiéndome detrás. Bajé de dos en dos los escalones y casi me caigo en el último pero estoy viva. Seguí corriendo hasta lleagr al salón. Y ¡joder! 

Casi me caigo de culo con lo que vi.
 

Metro setenta y ocho, cabello castaño, ojos cafés, labios rellenos y piercing en la ceja y la nariz. Bastante ejercicio porque se veía en forma, ¡malditos músculos que me distraen de lo que vine!
 

Busco a mi alrededor y no veo a nadie más, vuelvo la vista al chico guapo y abro los ojos en exageración.
Ethan llega a mi lado y me ve como si supiera lo que estoy pensado.
 

-¿Ese es “tu novia”?- señalo acusatoriamente al chico, Ethan abrió la boca para decir algo pero no lo dejé- Ethan, no sabía que eras gay, me lo hubieras dicho, conozco a unos cuantos- le miro de arriba a abajo, sip, el condenado estaba bueno- que te querrían hacer un trabajito- y no precisamente de matemáticas, miro al chico que se está aguantando las carcajadas- Hola, soy la hermana, siento que este bastardo- le doy un golpe en la espalda a Ethan y él protesta, no le hago caso- te haya escondido de mí, es que no sé ni porqué te querría esconder, es que para colmo tiene buen gusto- vuelvo a dirigir la atención a Ethan- ¿Para qué lo quieres esconder? Entiendo que pases por un gay panic, pero míralo- vuelvo a señalar al chico- si es que si no fuese gay me lo comería yo.
 

Mi discurso tenía como propósito que Ethan se diera cuenta que puede confiar en mí y que me puede contar este tipo de cosas si no quiere hablarlo con su madre.
 

Pero claro, yo no soy yo, si no paso la vergüenza de mi vida.
 




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