El arte de ser un ladrón

Un ladrón con mala suerte

Bueno pues ¿qué puedo decir? Me llamo Dante, tengo 20 años y pues soy un ladrón a mitad de un trabajo.

Permítanme ponerlos en contexto.

Es de noche aquí en el vaticano, esta diluviándose y hace frio y de acuerdo eso no sería algo que me importara si estuviera en mi casa acompañado de mi pequeño Huron pero no, no, claro que no. Estoy fuera de una de las bóvedas más seguras del puto mundo, mojado y con mi hermoso cabesho empapado y no me gusta. Pero bueno un trabajo, es un trabajo...aun me sorprende que haya gente dispuesta a pagar tanto dinero por el diario de un ¿cura? Wow ese tal Rubén si es un pervertido.

—Bueno hora de empezar—comente para mí mismo.

Okey entrar al edificio fue mucho más fácil de lo que pensé ¿quién diría que gritar ¡EL DIABLO ANDA SUELTO! en el vaticano se volvería una emergencia nacional? fue muy divertido ver a los guardias llorar en el rincón, de acuerdo obvio no fue así, pero es muy difícil explicar la química de la materia y la metamorfosis de los arboles pero okey les diré como lo hice. Cavé un túnel desde mi hotel hasta la bóveda y derretí la pared con un soplete ¿quién diría que el fuego derrite el metal?

Bueno entre y estaba muy oscuro, algo normal de una bóveda cerrada pero por suerte siempre llevaba una lámpara encima así que la saque y comenzó a buscar el diario, no tenía mucho tiempo así que debía apresurarme a encontrarlo antes de que la guardia suiza u otro ladrón se interponga entre esos jugosos y sensuales millones y yo.

—Oh con que aquí estabas, ven aquí mi precioso, te tengo—lo tenía, estaba entre mis manos y entonces, fuego, no quiero saber que había escrito en ese diario pero lo que fuese era lo suficientemente valioso como para querer evitar que alguien más lo tomara.

Salí corriendo al túnel en cuanto pude escuchar el sonido del detonador activarse, me sentí como un Indiana Jones guapo y mojado cuando corría y luego salte al hoyo del túnel y sentí que volé, y el libro voló, y yo volé de él y caí de sentón en la tierra y me dolió el trasero.

Quede en shock durante un instante hasta que escuche a la guardia suiza entrar a la escena para ver qué pasaba, no era momento de perder la calma así que volví a correr.

— ¡SU PUTA MADRE! ¡LA POLICIA!—grite.

Tome una piedra y la amarre a una granada de humo para lanzarla, primera regla para ser un prestigioso ladrón: nunca perder el estilo y la elegancia.

— ¡NUNCA ME ATRAPARAN CON VIDA PERROS! ¡NO VOLVERE A PRISION! (Nunca había estado en prisión pero pues, me deje llevar).

Después de correr como loco de regreso al hotel me sentí aliviado, todo había acabado y a excepción de la destrucción de algunas de las obras más importantes hechas por las manos del hombre todo había salido bien. Ya que yo no tomaba ni fumaba (¿quién hace esas cosas? Debes de estar muy mal para hacerlo de joven) decidí festejar a mi manera, obviamente con comida, hermosa y suculenta comida.

Mi vuelo a ciudad de México salía mañana así que debía aprovechar a turistear por todo el vaticano. Curiosamente el lugar estaba lleno de ladrones, algunos de mi organización ósea los mejores y algunos otros de fuera.

Un dato curioso sobre nosotros los ladrones de alta clase son las organizaciones, es decir, son las que se encargan enviarnos los contratos, limpiar nuestros desastres y acabar con los policías, hay varias ramas dentro de las organizaciones como:

-Tráfico.
-Robo.
-Asesinato.
-Limpieza.
-Lavado

Yo originalmente seguí la tradición familiar y había entrado en la organización como asesino, pero como no me gustaba me moví a robo y baya que es más divertido.

En el mundo hay aproximadamente ocho organizaciones pero hay tres en particular que son las más prestigiosas en las cuales los miembros de otras organizaciones se odian a morir son Estrella de la mañana (nuestros peores enemigos), Corporación Conquistador (los raros, pero son más tranquilos) y El sombrero del chef (donde trabajan los verdaderos dioses griegos como su servidor).

Ya que mi plazo se estaba venciendo decidí arreglar mi mochila, si, mochila, me gusta viajar ligero y salir a pasear junto con un compañero que igual regresaba hoy a América. Estaba esperándolo sentado junto a una fuente y de la nada escuche su voz, era como si se hubiera tragado una lija.

— ¡OYE DROGO!—grito Jaime, quien regresaba a Perú— ¿qué cuentas?

—maldito palomino ¿porque tardabas tanto?—le reproche tras dos horas de espera seguida.

—huy, perdón señorita. Estaba arreglando unos asuntos con la policía y pues digamos que no salieron muy bien.

—no ¿enserio?, mira y yo que tenía como un peligroso tiburón de los mares bolivianos.

—muérete, al menos ¡YO! No exploto reliquias invaluables de la humanidad.

De acuerdo, no puedo argumentar contra esa lógica.

Ese día fue extraño, todo estaba muy vacío y entonces lo pude ver, estábamos rodeados de estrellitas y no estrellitas bonitas sino que miembros de la estrella de la mañana, seguro querían el diario para pedir la recompensa. Eran cerca de ocho miembros y estaba seguro de que no nos lo pedirían de manera bonita, en mi primera oportunidad saque una bonita pistola Block 17 silenciada y garafateada que mi padre me había regalado el día que termine mi entrenamiento y me detuve en una alcantarilla.



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Editado: 10.03.2018

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