El arte de soñar

Capítulo 18 mostrando un pasado

La señal se había dado, mientras un chico me acompañaba con una silla al escenario, podía observar la cara de confusión de Sara que disimulaba, también miradas inquietantes de Liz y Esteban, curiosamente este sonreía algo divertido, mientras Liz murmuraba con Sam que estaba a su lado, los nervios intentaban invadir mi ser sin éxito, solo pensaba en una cosa “este no es mi sueño” la sensación egoísta como el temor no podía permitirla. Un pensamiento invadía mi mente mientras me sentaba y controlaba mi miedos poniendo las partituras en su sitio “prometí apoyarla” esas palabras sonaron como determinación preocupante.

-tranquila-

Susurre hipócritamente mientras yo tenía tanto miedo como nadie lo sabía solo negándolos e impidiendo que se apoderaran de mí. Siendo realistas esa noche se descubriría lo hipócrita que siempre fui incluso ante mis ojos, Sara asustada a la vez que recuperándose mejor de lo que esperaba simplemente dijo unas palabras entre susurro.

-dirijo-

Mi semblante serio no cambiaba, vi las partituras tranquilamente sabía que ella inicia en esta ocasión, solo era la segunda guitarra un acompañamiento que la misma melodía permitía calentar para mi suerte, sus notas empezaron a sonar, agudas y finas,  la rapidez que mostraba solo marcaba el tempo que llevaría la pieza. Un sonido grueso de un “do” producido por la guitarra que sostenía mientras seguía avanzando, era eso un acompañamiento, una llamada y una respuesta, mis dedos se movían hábilmente reconociendo cada nota presentada en la partitura, intercambiando la dominancia del sonido con Sara, mi concentración solo se podía mantener en la pieza y el sonido que producía pero pudo escuchar como alguien del público hablo.

-¿no sabía que Gabriel sabia tocar la guitara?-

Sabia de quien pertenecía esa voz, era de Liz. Mi mente estaba en otro lado mientras recordaba algo que había cerrado hace mucho tiempo, odiaba la música, odiaba a los músicos y sobre todo odiaba el arte porque de ante mano sabia mejor que nadie ese mundo, me jactaba de saber cómo se comportaban los músicos, porque yo fui uno de ellos. era momento de que la segunda guitarra brillara, un pequeño solo que Daniel no sabía que tenía que ser la parte cúspide yo lo logre, mantuve firme mis dedos y leí correctamente las corcheas, una emoción tan intensa recorrió mi ser, quería saber cómo continuaría esta pieza mientras una sonrisa involuntaria recorrió mi rostro.

-yo no soy el indicado para decir eso-

Pude escuchar claramente la voz de Esteban que estaban en primera fila mientras la guitarra de Sara mantenía el control de la melodía, una mescla de emociones recorrió mi ser, abriendo un baúl en mi mente que había cerrado todavía mejor que el anterior, mientras golpee la tapa de guitarra con mi mano, Sara entendió lo que hizo y fortaleció su sonido. Otro golpe producido era una técnica rara pero que se podía implementar en esa partitura, Sara una vez pasó esa melodía con dos guitarristas asombrosos según ella donde la segunda guitarra golpeaba la tapa en precisos momentos. Yo por primera vez desde hace mucho tiempo me estaba divirtiendo, sacando todo el talento que alguna vez me esforcé tanto en obtener y pulir.

-sabía que todavía podías-

De nuevo pude escuchar otra voz, la voz de Miguel precisamente. Por fin el secreto mejor guardado de mi vida había sido revelado, aquel que odiaba tanto el arte, fue un artista resentido consigo mismo, odiándose por tantas fallas de su pasado y encerrando aquello que amaba con todo su corazón por rencor a sí mismo. La pieza seguía y se mantenía tan interesante, esa pieza que en secreto practicaba con música a todo volumen en mi cuarto con tal que mi padre no escuchara, aquella pieza que en secreto quería tocar en público, aquella pieza que quería tocar con Sara.

Mi cuerpo se movía con naturaleza, una naturaleza que daría miedo a cualquiera que no supiera la realidad. Solo practicaba como un tonto pasatiempo, el tiempo mínimo o tal vez menos que eso, pero solo e ese momento, todo el tiempo anterior a ese rencor mostraba mantenerse, como si en realidad aunque mi mente estuviera en contra mi cuerpo supiera todo lo que debe hacer, la postura si bien no era la mejor, mi mente no podía evitar pensar en todo, intentar hacer mi mejor esfuerzo, una tontería, era una tontería pensar en eso, pero no podía evitar sentir tanta mescla de emociones, miedo, alegría, sorpresa, todo se juntaba tan rápido, sin darme cuenta Sara y yo nos sincronizamos en un mismo estado de emoción.

-no puedo creerlo-

Alguien detrás de bambalinas hablo, escuchaba todo, esa sensación la extrañaba. Voltee por un momento a ver a Sara y ella hizo lo mismo, sabía de memoria esa parte no era complicado una escala en contra tiempo para que las notas faltantes Sara las completara, la sensación de júbilo se presentó, ambos sonriendo disfrutando el sonido armónico que se producía y claro logrando que el público sintiera lo mismo que nosotros, la pieza empezó a apagarse lista para terminar, mientras una sonrisa desafiante se presentaba en mi rostro, la última parte seria lo más complicado para la segunda guitarra, pero en esta ocasión no, la sensación de completar la pieza sin errores era tan satisfactoria, mientras por fin mi mente reaccionaba y se levantaba al mismo tiempo que Sara, vi al público. No vi mi rostro, tampoco mis ojos pero podría jurar que un resplandor se mostró en ellos, una luz que solo podría hacer reír a mi madre mientras una frase se presentaba en mi mente “una vida sin sueños no es vida”.



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En el texto hay: romance, musica arte, sueño

Editado: 27.11.2021

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