El Arte De Vivir ©

5. ABSTRACCIÓN

Estoy con las manos atadas sin poder hacer nada, ni siquiera por mi cuenta; porque no conozco a ningún médico. Tommy sigue tosiendo y no puedo evitar decirle.

- Señora Victoria, por favor; mire el estado en el que se encuentra Tommy. Digo sobando su cabello y conteniendo las lágrimas de impotencia y rabia por no saber qué hacer y ante la negativa de Victoria.

- Es verdad lo que dice Eilen, señora solo queremos que llame a un médico, no sabemos qué tan grave es lo que pueda tener Tommy y no sé si contamos con bastantes medicinas para atenderlo. Dice Nadia igual de preocupada que yo.

Victoria solo nos observa con su aire de desinterés. - Nadia, quiero que les quede bien claro a las dos. Dice Victoria señalándonos a ambas.

- En el cuarto de abajo hay suficientes medicinas para que le den al escuincle, ya verán que mañana va estar de fastidioso otra vez.

Yo solo me retuerzo en el borde de la cama, entrelazo mis manos apretando muy fuerte queriendo darle un golpe bien merecido en su cara. Pero Nadia me hace señas para que me tranquilice.

- Está bien señora victoria. Digo poniéndome de pie frente a ella.
- Haremos lo que usted diga, pero si mañana Tommy no mejora, yo misma lo llevaré a un hospital. Victoria suelta una risa irónica.
- No te creas tanto Eilen, tu no tienes voz ni voto aquí. Me señala con su dedo y continúa. - Así que te ordeno que hagas lo que digo y no desobedezcas; de lo contrario, ya sabes lo que te puede pasar si lo haces.

Se me eriza la piel e inmediatamente recuerdo todas sus amenazas y mi corazón se acelera al pensar que me puede echar antes de que cumpla mis dieciocho años.

-Entendido. Digo tratando de ocultar el miedo y temblor de mi voz. - Bueno, ya que todo está aclarado, ve y busca las medicinas y deja que Nadia se vaya para su casa, no la retengas aquí con estupideces.

Dice dando media vuelta y desapareciendo por la puerta.

Suelto el aire de mis pulmones y miro con nostalgia a Nadia. - No quiero dejarte aquí sola Eilen, me preocupa la salud de Tommy. Me dice, por lo que trato de tranquilizarla.

- Ya lo sé, y te lo agradezco; pero debes irte para tu casa y estar con tu hermoso bebé, yo haré lo que más pueda por Tommy, míralo. Parece que se ha calmado un poco. Digo comprando que su temperatura ha bajado.

- De acuerdo, pero antes vamos abajo y busquemos esas medicinas para que le des. Trato de darle una media sonrisa y tomo su mano para que se levante y así poder ir por las medicinas.

El pasillo está silencioso al igual que el piso de abajo, lo que indica que los niños se han ido a sus dormitorios ya. - Espero haya algo que nos pueda servir. Digo abriendo la puerta del cuarto viejo para entrar, una vez dentro revisamos todo y encontramos unas medicinas que nos pueden ayudar con lo que sea que tenga Tommy.

- Ya debo irme Eilen. Se dirige a mí Nadia con su voz apagada. -Mañana voy a venir más temprano y traeré unos remedios para Tommy, por lo pronto dale estas que encontramos, esperemos le ayuden bastante.

Asiento con mi cabeza, y salimos para abrir la puerta de salida.

Una vez afuera Nadia, da la vuelta para decirme. -Si necesitas algo no dudes en llamarme, -¿Está bien?
-Sí. Le contesto. -Dime que lo harás. Me repite con angustia.

-Ya te dije que lo haré, no te preocupes vete ya para tu casa. Hago un gesto con mis manos y la atraigo para que me dé un abrazo. - Gracias por todo, solo nos conocimos hoy pero me siento segura contigo aquí. Sobo su espalda y ella besa mi frente para luego darse media vuelta y bajar las escalas para irse, balanceo mi mano diciéndole adiós; entro y cierro la puerta tras de mí.

Dando un suspiro subo los escalones de dos en dos para darle por fin medicina a Tommy.

Cuando entro a su cuarto, Tommy está sentado en su cama. - ¿Cómo te sientes cariño? Le digo ubicándome a su lado y tocando su frente la cual tiene un poco de sudor. Gira su rostro para verme y me fijo en que tiene su carita muy pálida.

- No me siento muy bien, me duele el cuerpo. Trata de alcanzar sus lentes. - Espera un segundo. Lo detengo para que no se esfuerce y se los paso.

- Dime, Tommy. ¿No tienes alguna idea de lo que te pasa? Toma un respiro profundo y veo que le cuesta un poco hablar pero me responde. -No, la señora Ross solo me decía que tenía que tomarme mi medicina, pero unas semanas antes de que ella se fuera no volvió a dármelas.

Frunzo el ceño meditando sobre sus palabras y pienso en por qué la Señora Ross no le daría sus medicamentos a Tommy si sabía que sin ellos se iba a poner mal. Y peor aún por qué no me había comentado nada a mí que soy la mayor, digo; si me hubiese dicho yo estuviera al pendiente de lo que necesitara.

- Está bien, eres un chico muy fuerte y ya vas a ver que con esta te vas poner mejor. Digo sacando las pastillas y cogiendo el vaso con agua que hay en la mesita de noche para dárselas a Tommy.

- Toma. Lo insto a que abra su boca y trague la pastilla; da unos pequeños sorbos con dificultad pero lo logra. -Gracias Elli. Me dice tratando de darme una sonrisa. Y extraño a ese Tommy curioso y preguntón.

- De nada, es un placer para mí atenderle a usted caballero. Digo en tono de burla para sacarle una sonrisa, una vez que lo logro me acerco y beso su mejilla a la vez que lo cubro con su manta. 



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En el texto hay: arte, amor dolor y muerte, orfanato

Editado: 11.09.2018

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