01. diciembre 2019.
La mañana caía como olas de mar en invierno, frescas y de golpe. Algunos pájaros se atrevían a cantar con el terrible frío que abrazaba aquel lugar, algunos pequeños saltaban y jugaban en la acera, le sacaron una pequeña sonrisa al joven, de esas que están llenas de nostalgia y felicidad.
Aquella mañana que había comenzado como algo mágico, se tornó grisácea y un sentimiento de alerta crecía en él, dejándolo ver vulnerable, el cielo se estaba pintando de un azul cobalto y unas cuantas nubes amenazaban con estallar en cualquier momento, ese sentimiento golpeaba el pecho del moreno. Quería regresar a casa y abrazar a su pequeña hermana, aunque lo había hecho al salir.
Evander Hudson caminaba por las frías calles del pueblo, rápido, llevaba un abrigo de lana que dos navidades atrás le habían obsequiado, trataba de llegar al colegio cuanto antes. El presentimiento de ser observado le cruzó por la mente, esa conducta en cualquier momento le había parecido ridícula, y hasta le avergonzaba que alguien pudiera saber cómo se sentía, sin embargo, un miedo súbito inundó sus venas recorriendo su corazón, no reparó que dos cuadras atrás alguien venía siguiendo sus pasos.
Evander respiró profundo y trato de calmar la psicosis que venía sintiendo, echó un vistazo y sintiendo el corazón estallar en miles de latidos rápidos, cuando la persona tras de él desenfundó la pistola con rapidez; que llevaba en algún lugar del cuerpo, fue un movimiento ágil, levantó el arma amenazándolo, pero, a él le pareció eterno, dio un respiro hondo llenando sus pulmones de aire, y hecho a correr al bosque.
Lo perseguía como si él fuera un animal, como si pudieran cazarlo cuando sus ganas estuvieran ahí.
Corrió sin parar y le pidió a su Dios que lo ayudará, no dejaba de pensar en Lizsy la pequeña de seis años, después de unos cuantos minutos cayó entre una raíz en un ataque asmático. Estaba a punto de la hiperventilación, sentía que en cualquier momento podía sufrir un paro respiratorio. Se levantó y siguió.
Al principio pensó que podía correr otro poco y pedir ayuda, pero, sus pulmones le fallaron y perdió el equilibrio total con su cazador frente a él. Había muerto, su vida fue arrancada como un animal, dejándolo botado en medio del frío bosque.