Corrí a levantar a Alex, si ella estaba ahí, todo sería mejor, me ayudaría a pensar claramente. No sabía porque hacía eso, pero tal vez el enigma que envolvía el caso de Evander fue lo que me dio un empujón a ayudarlo. Salimos por la parte trasera de la clínica, subí a Evander en la parte de atrás, papá tenía un auto blindado por lo cual era una ventaja para ocultarse. Alex seguía perpleja y tenerla ahí, me hacía sentir más tranquila, menos lunática.
— ¿Dónde lo vamos a llevar, Isla? —cuestionó Alex con los nervios de punta y la histeria a punto de estallar, estaba tan impresionada como yo, y ambas alternábamos nuestras miradas en el suelo y Evander.
—En mi casa, después veremos qué hacemos.
—¿Por qué no llamamos a la fiscalía?
—Él no quiere. Evander tiene sus razones, y si alguien regresa de la muerte yo le creó.
Alex acomodo uno de los mechones rosas que salían de su trenza francesa y saco aire por la nariz haciendo ruido.
—Morí—susurró Evander, debía ser una completa consternación para él.
—Tranquilo, ya tendremos tiempo para pensar, ahora trata de calmarte—respondí, pero realmente esas palabras las decía para mí.
—Hazle caso a la rubia, primero hay que calmar esos nervios—completó Alex con ese tono de dramatismo que la caracteriza.
Por el espejo pude ver que Evander observaba su cuerpo de una forma extraña, Liam y él no eran muy diferentes, tenían la misma edad, solo que Liam tenía más cuerpo. Llegué a casa, aparque en el garaje y espere a que la puerta se cerrará por completo. Alexa movía la pierna constantemente, sabía que estaba nerviosa.
Entramos a la casa, obviamente no había nadie, papá se había ido de viaje a un curso y llegaría en dos días más. Hoy fue mi primer día, no quiero imaginar lo que me espera en los siguientes dos sin papá.
—¿Quieren café? — pregunté mientras Alexa caminaba de un lado a otro y Evander observaba todo con suma torpeza.
—No, hay que pensar en que haremos, no es normal esto—gesticuló Alex en tono neutral.
—Perdón, pero yo no soy capaz de procesar esto sin cafeína.
—Ven, te daré ropa—ofrecí mi mano a Evander, dándole una mala mirada a la morena que parecía no importarle el caso del pobre chico.
Evander asintió y sonreí dulcemente. Él me recordaba a Asher, mi hermano murió en un accidente. Por lo que tenía ropa de él guardada en su habitación, papá siempre quiso que todo siguiera igual. En ocasiones entro en la habitación de Ash y lloro en silencio por no tenerlo aquí, a veces papá hace lo mismo.
—Te sentirás mejor—al entrar a la habitación de Asher, lo dejo sólo—. Puedes tomar lo que gustes, ducharte, cambiarte, te esperamos en la sala—sonrió y termino por salir.
Al bajar Alex tiene el ceño fruncido y esa mirada que dice que está molesta.
—No están loco como parece.
— ¿Cómo fue que pasó?
—Después que te fuiste, yo regrese al escritorio por una pinza, y al girar escuché un respiro hondo, y bueno me desmayé, me lleve buen golpe—bromeó nerviosa —. Al despertar encontré a Liam, pero, sus ojos son como los de Evander, todo raro, no sé si quiera explicar.
— ¿Estás diciendo que el espíritu de Evander entro en el cuerpo de Liam?
—No—pero realmente era así—. Bueno, sí, no sé cómo fue, pero regreso en el cuerpo de otra persona.
—¿Crees en la rencarnación? —se acercó un poco, como cuando éramos niñas y queríamos platicar de algo extremadamente confidencial.
—No lo sé, Ale, ni siquiera creía en que los muertos regresan, pero, todo es posible.
—¿Crees que recuerde? Lo que pasó, quiero decir.
Negué levemente, pensándolo.
—Todo puede pasar. Cómo que debemos inventarnos algo súper creíble para el expediente de Liam.
—Puedo falsificar la firma de la funeraria a la que se lo entregamos. Nadie lo busca, será fácil pasar en alto—anuncia.
Asiento, creyendo firmemente en que podemos con esto. Por otro lado, mi mente recae en papá. No puedo contarle, no hasta que regrese.
Evander bajó con unos pantalones y una sudadera gris que hace resaltar sus ojos, sonríe nervioso, hace un esfuerzo tremendo para no caer. Me imagino lo débil que debe sentirse después de morir, no quiero ni imaginar lo difícil que es para él.
—Pediré pizza—anuncia Alex, marcando.
Evander sonríe de nuevo y toma asiento a mi lado dejando una distancia racional para alguien que recién se conocían.
—¿Lo recuerdas? —cuestionó.
—Sé cómo me llamo, pero, no recuerdo los últimos días de vida, es como si se hubiera borrado. Quiero recordar cómo morí, pero, no logro encontrar algo que me diga esa forma.
—¿Nada de nada?
—No, solo recuerdo que yo veía mi cuerpo en el bosque con sangre, quería gritar, pero nadie me escuchaba, fue desesperante, camine un rato por ayuda, pero, nadie podía escucharme. Hasta que llego la fiscalía... Y... Hablaron a alguien, fue una frase extraña:
— No se preocupe, nadie sabrá la verdadera causa de muerte, el medico no está.
— ¿Alguien te mató? Que estúpida, claro está que así fue.
—Supongo que sí, no creo haber tenido esa herida en el abdomen por gusto, recuerdo que llegamos a la clínica, estabas tú y quería gritarte, no te quitaba la vista de encima para que notarás que estaba ahí, aunque todo fue en vano porque no sentiste nada, no podía tocar las cosas—, claro que sentía algo, una mirada y ese sentimiento de que alguien me observaba no me dejaba trabajar tranquila—. Recuerdo que vi el cuerpo de este chico en la mesa metálica, quise verlo de cerca, pero un dolor inundó mi estómago y atravesó hasta la espalda, después desperté aquí.
Alex que había terminado de hablar por teléfono, y yo estábamos anonadadas escuchando hablar a Evander.
—¿No sabes quién te mató? ¿Algún sospechoso?
—No... No hay nadie en quien yo pueda sospechar.
Había escuchado hablar a personas de la resurrección, en que poder de lo alto, les dan una oportunidad para remediar su vida, o completar lo que no se concluyó en otra vida, quizás este era el caso.