Había pensado con claridad en lo ilógico que era todo. La tarjeta que había llegado a la mansión era una clara amenaza y me obligaba a creer fervientemente que llegarían más. Si queríamos tener un indicio más a fondo, con un perfil tendríamos que saber lo que lo motivaba a matar, era un tanto excéntrico, de pronto me sentí como inspectora o detective en una película sobre crímenes donde las cámaras empiezan a grabar el inicio de las escenas más importantes; aunque esa sensación soñadora se fue cuando la cafetera me informó que mi bebida estaba lista.
—¿Por qué enviaron eso a casa de Evander? —preguntó Alexa quién tenía una libreta donde según ella anotaríamos todas nuestras pistas.
—Esa es una gran pregunta—respondió el chico.
—He estado pensando en todo, debemos investigar qué es lo que lo motiva a hacer lo que hace, es demasiado extraño.
Los chicos se lo pensaron y los tres sorbimos un trago de café al mismo tiempo. El motivo de una muerte; siempre tiene una causa.
—¿A qué te refieres? —Evander elevó su ceja derecha y fijó toda su atención hacia mí.
—Sé a lo que te refieres—asintió la morena quién estaba orgulloso de la idea.
—El asesino es una persona excéntrica, según tú perfil no moriste al instante, sufriste un par de crisis asmáticas que fueron controladas con medicamento...— Evander me interrumpió.
—Pero, tal vez solo administro el medicamento porque quería matarme el mismo, sería muy estúpido que una enfermedad me llevará antes, arruinando sus planes.
Lo que decía tenía sentido. Finalmente, las ideas encajaron un poco mejor.
—Es qué no te mató después de recuperarte en la primera crisis, sufriste aproximadamente 3 más, y cuando estabas tranquilo te administro un medicamento para sedarte, te cuido y después concluyó su asesinato— siseó la morena, quién estaba fascinada con su aporte a esto—. Cuida a sus víctimas y cuando ellos creen estar seguros los mata.
Él pareció querer decir algo, pero lo pensó mejor y curvo su boca hacia abajo. La puerta fue golpeada bruscamente, Alexa se exaltó y yo derrame un poco de mi café.
—Suban al corredor— ordené a Evander mientras tomaba un cuchillo sin filo que estaba cerca de la mesa.
—Eso no corta—se lamentaron.
Hubo otro golpe, esta vez me armé de valor y tomé la escultura de papá, era lo único que tenía a mano.
—Con ese te van a dar a ti—dijo la morena con cara de pocos amigos entre cerrando los ojos.
Alexa se incorporó rápidamente detrás de la puerta, y nosotros estábamos listos para atacar, tenía miedo, pero no tanto, era más como un cosquilleo que me impulsaba a seguir. Cuando la morena abrió la puerta, no había nadie, absolutamente nadie. Evander soltó un suspiro y la tensa expresión abandonó su rostro y después sonrió nervioso.
—Solo está otro sobre—hablé tomándolo.
El sobre tenía el mismo aspecto que el de la casa de los Hudson, cuyo sobre tenía el número 1. Al abrirlo un confuso nerviosismo, un ajetreo cardíaco y la conmoción irregular por lo que acababa de ocurrir me hizo extender el sobre a Alexa.
Alexa carraspeó y leyó en voz alta:
—¿Juegas o mueres? —E.
PD: La E es por Evander, besos.
Un escalofrío repentino cruzó mi cuerpo; haciéndome sacudir ahuyentando esa horrible sensación.
—Tiene el número 12 en la parte inferior— comentó señalando el número.
La ira bullía en el interior de Evander, tenía los puños cerrados y la mandíbula tensa, por otro lado, Alexa seguía observando la nota con curiosidad como si está en cualquier momento le susurrara quien era el asesino.
—Si el asesino envío esto— movió el sobre en un va y ven—. Es porque sabe que estás relacionada con Evander... —Alex abrió demasiado los ojos y yo también lo hice.
—Oh soy su próxima víctima—terminé la frase. Evander rebuscó en su bolsillo trasero y saco el sobre arrugado, tomo ambas notas y las junto, se leía algo así:
Tic, tac. Tic, tac.
¿Juegas o mueres? — E.
PD: La E es de Evander, besos.
—Te prometo que no te va a pasar lo mismo—añadió el chico dulcemente.
Y realmente no tenía miedo de esto, me gustaba el hecho de combatir a alguien era fascinante. La tarde caía y la llegada de papá a casa se aproximaba cada vez más.
—¿Ese papel era lo que me ocultaban? —cuestionó Alexa con una mirada severa.
—Algo así.
—No olvides que necesitamos algo coherente, cuando Adam venga a preguntar—dijo la morena poniendo los ojos en blanco con hastío. Y antes de sí quiera responder, la puerta estaba siendo golpeada de nuevo, con un toque más suave.
—Voy yo— me levanté del sofá, girando la perilla.
No puede ser, lo que me faltaba. Adam estaba frente a mí, con su sonrisa de comercial de pasta dental. Solo faltaba que me orinara un perro