El Asesinato De Evander

LA ESCENA DEL CRIMEN

Habían pasado dos días para ser exactos, el sobre hallado en la casa de la señora Taylor solo tenía una frase sin sentido, encajaba con todo, mi papá había regresado de su viaje. Evander se quedaba en casa de Adam y desde ese día, no nos habíamos vuelto a reunir, la fiscalía buscaba a la señora Taylor, pero no existían ni rastros de ella, en algunas ocasiones cada quien buscaba por su cuenta.

Ocasionalmente tenía la ferviente creencia de que el asesino quería darnos un mensaje, lo que no teníamos claro; era lo que lo impulsaba a matar, y su deseo porque simples chiquillos se enteraran, si yo fuera un asesino mis pistas las enviaría al FBI, estaba en el sótano leyendo un libro sobre las teorías del psicoanálisis y las excéntricas ideas de Sigmund Freud. Entonces entendí el último mensaje, el cual era el numero 11: "Juegas o mueres". Para él era un juego, era como un niño enviando señales por doquier, era como un pequeño jugando escondidas, sus víctimas no tenían nada en común, pero ambos vivían en el ala A.

―Isla, toma tus cosas―pegó papá en la puerta―. Tenemos que ir a recoger a un cadáver, la señora Taylor ya fue encontrada, te espero en la camioneta de la clínica.

El estómago me dio un vuelco, la señora Taylor había muerto, aunque ya lo veía venir me tomo por sorpresa, con Evander había durado 3 días para matarlo. Tomé mis cosas y salí hacia la camioneta.

—¿Quién podría hacerle daño a alguien tan dulce como ella? ―cuestioné observando el camino.

―Un monstruo, cariño, solo ellos toman vidas humanas para saciar su patología—asentí.

Papá aparco minutos después, cerca del bosque, justo en el mismo lugar donde hallaron a Evander. Los criminólogos e investigadores se marchaban para que nosotros hiciéramos nuestro trabajo, ya con guantes y cubre bocas, llegamos a donde tenían al cadáver, la señora Taylor yacía en el frío suelo bajo ramas secas, sus manos se encontraban cruzadas sobre su pecho y solo presentaba lividez y rigidez cadavérica, si no me equivocaba no tenía mucho de morir.

―Murió aproximadamente hace 3 horas―señale la parte en que la lividez se hacía presente, pero a mi padre pareció no importarle eso.

Tomó las manos y las bajo a su estómago, la piel de esa parte se encontraba abierta, habían hecho una incisión en la caja torácica, nunca había visto algo tan impactante como eso.

—¡Por Dios! —murmuró papá un poco alarmado—. Esto es atroz.

Las manos de la señora Taylor cubrían una fractura en el esternón que había sido realizada para sacar el corazón de la víctima. El estómago se me revolvió, no era asqueroso, era inhumano.

—Supongo que es hora de llevarla para investigar, aunque es bastante evidente que esto fue un asesinato—añadió negando con la cabeza.

***

El estado de la señora Taylor me impacto demasiado, porque tuve conciencia de lo terrible y despiadado que podría ser una persona, le habían sacado el corazón sin piedad. Pero lo extraordinario era que el corazón no estaba en la escena del crimen. Ya habíamos llegado a la clínica, papá estaba preparando las cosas para su expediente, en casos así la medicina legal partía desde el diagnóstico del médico forense. Alex había creado un grupo que llamaba: "Ver muertos es mi pasión", con lo que los chicos estaban fascinados así que envié un mensaje a ese grupo; anunciando las malas nuevas sobre Charlotte Taylor.

—Isla, tengo la sospecha de que este caso se relaciona con el de ese chico, el hijo de Sebastian, ese chico Evander—comento papá de la nada.

Tarde en procesar lo que acababa de decir, claro que se conectaban, era solo que me asustaba el hecho de que mi padre se implicará de más. Así que lo único que pude responder a su descubrimiento fue un:

—¿Eh?

Papá me observó fijamente y negó con la cabeza, antes de que pudiera volver a decir su descubrimiento golpearon la puerta de la clínica, abrí yo porque papá parecía no tener ganas de hacerlo. Una caja ancha, cubierta de papel de un tono café, esperaba en la entrada, con un pequeño moño rojo en la entrada, tomé la caja un tanto desconcertada.

—Espera, no la abras—, me aventó un par de guantes desechables y tomo una pequeña fotografía de la tétrica caja.

Sin demoras, abrí la caja, un gélido olor a muerte golpeó mi cara, y el viscoso líquido frío cubrió mis dedos. El corazón de Charlotte Taylor fue empaquetado y mandado como regalo. El monstruo que asesinaba ahora hacia regalos, súper mono. Había sido removido perfectamente, con incisiones precisas en las partes adecuadas.

—¿Papá...? Creo que es el corazón de la señora Taylor.

Mi corazón dejo de latir con la misma frecuencia regular que lo hacía, es como si al ver otro corazón decidiera esconderse entre las sombras y decir: Gracias, pero no, gracias. Tomé el corazón con ambas manos y lo levanté. Olvidé que la puerta principal seguía abierta y solo escuché un golpe seco quebrando unas cuántas ramas frescas que habían caído a causa del frío viento de Norwalk, giré alarmada, el fuerte y valiente chico de ojos azules grisáceos había perdido conciencia al ver un corazón humano.

—¿Había mencionado que me gusta ver a la gente caer? —cuestionó divertido papá, cabía mencionar que era el hombre más divertido de la tierra. Probablemente en Marte había alguien mejor que él, pero aquí; él era el número uno. Adam levantó al chico, mientras Alexa iba por una torunda con alcohol, en un par de segundos más, volvió en sí.

—Qué... ¿Qué pasó? —parpadeó un par de veces, hasta que fijó su vista en cada uno de nosotros.

—Caíste como res—respondió la morena con una sonrisa oculta en el rostro.

—Bueno, jovencito ¿Cuál es tu nombre?

—Mi nombre es E...— ¡Jesucristo! Qué no se le ocurra mencionar su nombre.

—¿E...? —, alargó la letra mi papá curioso.

—Soy Edward Stark—estrechó su mano, al mismo tiempo que se levantaba.




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