Evander ya había llegado al departamento de Adam, Alexa estaba con él lo que me hacía sentir tranquila, mi mente pensaba en la amenaza del asesino, cuando Adam salió de la casa me apresure a salir del auto.
—Regresa, tenemos que llevarlos a un lugar seguro—con Adam las cosas eran simples, bastaba una simple oración para que entendiera todo y ejecutará acciones con firmeza y sabiduría, giró de nuevo; antes de poder tocar Olivia abrió la puerta, observándonos fijamente.
Sentí una paz impresionante, cuando visualicé a Tayler roncando en el sofá solté todo el aire acumulado.
—¿Están tus padres? —cuestioné, aun si la rubia no me caía bien, no podía llevar a cuestas su sangre.
—Están de viaje—comentó con hastío—regresan mañana.
Encendí la pantalla del celular mostrándole el mensaje, sabía que iba a entender a la perfección, abrió los ojos tanto como pudo y giró en dirección a Tayler. Había entendido con claridad, ya sabían de la existencia de este, en sus ojos se asomaron una chispa de miedo y confusión.
—Puedo llevarlos a la fiscalía, hay estarán a salvo—exclamó el agente, creí que aceptarían sin chistar, pero un no rotundo fue lo que recibimos, por supuesto que tenían miedo, pero no iban a sacrificar sus vidas por la verdad.
—Pueden ir a mi casa por hoy, mañana deciden si hablar es lo correcto—comenté con recelo, aceptó de inmediato, no llevo absolutamente nada. Adam tomó con facilidad el cuerpo ebrio del moreno y lo llevó sobre la espalda.
Pensé en el asesino durante todo el camino a casa, sus planes por realizar, quería saber más de él, papá no se molestaría en que llevara personas a casa, amaba completamente la atención, incluso si había alguien ebrio el estaría feliz, así era él y esa personalidad regocijante y empática me llevaba a refugiarme todos los días de mi vida, desde la muerte de Ash hasta ahora.
Sabía que Evander y Alexa estaban en casa porque papá tenía la puerta abierta, sentí una pisca de molestia al pensar que regresaron del apartamento sin avisarme, pero para ser sincera que la rubia estuviera cerca de Evander no me molaba ni un poco.
Entré primero a casa con la rubia pisándome los talones y un Adam azorado porque el peso de Tayler lo hacía detenerse, papá estaba en la cocina, salía un olor exquisito invadiendo nuestras fosas nasales; cosquilleando mi paladar. Evander llevaba puesto un mandil rosado, mi mandil, tenía una sonrisa inocente en el rostro, mientras que la morena jugaba con uno de los mechones rosas que salían de su cabellera trenzada, se turnaba en comer bocadillos y jugar con su cabello.
—Huele como que alguien se está pudriendo—bromeé, una sonrisa socarrona se escuchó por parte de mi padre, mientras que Alex asintió con determinación, el moreno alzo la mirada y sus ojos grisáceos se detuvieron en Olivia—. Papá, invite a dos amigos a cenar, espero no te moleste.
—Buenas noches—la rubia saludó con voz tímida, quizá en otra situación podríamos llegar a ser amigas, aunque en el ahora eso se veía casi imposible.
Adam se colocó a mi lado y subió su brazo en mi hombro, si alguien me hubiera dicho semanas atrás que estaría investigando un caso con uno de los agentes que más me aterraba no lo hubiera creído, pero aquí estaba, sonriente, casi como un chico normal. Evander desvió su mirada de Olivia al brazo de Adam.
—¿Piensas estar parado sin ayudar? —bromeó el moreno, haciendo que Adam se aleará y a regañadientes se dirigió hacia la cocina.
—¿Puedo ayudar a algo? —la rubia se dirigió esta vez a Evander, nuestras miradas se cruzaron por un breve segundo y podía jurar que en los ojos marrones de la rubia había arrepentimiento y una culpa enorme.
—En esta cocina solo entran hombres, pequeña—respondió con dulzura papá, era cierto desde que era pequeña el único que cocinaba era papá y Asher.
—Qué suerte, por un momento creí que tendría que fingir que sé cocinar—exclamó divertida, una risita se me escapó de los labios.
¿Por qué me reía de sus chistes? Mi mente reprodujo esa cómica escena en donde Kiki Di le dice a Palmer: «Ya no eres una zorra, Palmer» aunque yo lo seguía pensando de Olivia.
Un trozo de carne con patatas hervidas nos recibió en la mesa, decir que comer me hacía feliz era poco; Alexa ya había acabado cualquier aperitivo que pudiese desear. En la mesa con los ojos cerrados mientras papá oraba por la cena pensaba sutilmente en el beso de Evander, un cosquilleo recorrió mi cuerpo obligándome a concentrarme en agradecer por los alimentos, a mi lado estaba Alexa y al siguiente papá.
—No sabía lo bueno que eras en la cocina, Edward—papá pegó tremenda mordida a una patata mientras elogiaba a Evander, la mirada oscura de papá tenía un brillo inusual, estaba feliz.
–Siempre ha sido muy bueno en la cocina—expresó Olivia en tono meloso, observe fijamente a la morena que tenía a lado mío.
—Ya lo sabe, él se lo confesó cuando rompió en llanto—susurró Alex en mi dirección.
Algo no me agradaba sobre la rubia, quizá era el hecho de que engaño a Evander estando vivo o que fuera melosamente irritante y sospechosa de homicidio. Adam se mantenía en silencio observando con detalle a Liv, quién parecía muy cómoda con la situación.
Una hora más tarde la cena había terminado con éxito, la cocina estaba en orden, el agente y Alex se habían marchado, aun nos quedaban muchas cosas que platicar, pero no podíamos hablar con libertad al tener a Olivia y papá rondando la casa, Liv y Tyler se habían alojado en el único cuarto disponible, estaba tumbada boca abajo en la alfombra de mi cuarto.
Papá estaba bebiendo su vino favorito con Evander, tal vez ya estarían muy borrachos como para poder sostenerse, el aire fresco se colaba por la ventana arrullándome, mi puerta se abrió con lentitud, dejándome ver a un Evander sonriente, me paré de golpe.
—¿Puedo pasar? —cuestionó con voz firme y sonora, asentí invitándolo a pasar.