La mansión era aún más grande de lo que recordaba, la señora Hudson se mantenía en silencio, mientras tras de ella íbamos muriéndonos de la intriga. Evander respiraba, pero, estaba inconsciente, un anciano de bata blanca nos recibió apresurado, era ágil y parecía que su edad no le impedía ir a donde le placiera.
Hyo Min recostó el pesado y pálido cuerpo de Evander en el sofá de la sala principal, mi corazón no estaba calmo y frecuentemente suspiraba hondo para no romper en llanto.
—Acompáñenme—ordenó de nuevo con esa postura elegante y autoritaria.
Hyo Min me regaló una sonrisa cálida mientras giraba a todos lados observando cada pequeño objeto y detalle de la mansión, estaba sorprendido, como un pequeño que descubre algo curioso y nuevo. No desconfiaba de la señora Hudson, pero, sí de la forma en la que se dirigió a buscarnos. Lizsy apareció caminando en busca de su madre, el cabello rizado y castaño, le caía en dos pequeñas coletas.
—Mamá, ¿Evan ya regresó? —sus pequeños ojos brillaron.
—Elizabeth, te dije que te mantuvieras en tu cuarto.
—Es que el señor bigotes se fue...
—Vete ahora mismo—ordenó regalándole una dura mirada que hizo a la pequeña marcharse con los ojos llorosos.
Nos adentramos a lo que parecía ser una pequeña oficina, todo el lugar era de una gama de cafés que hacían más pequeña la habitación de lo que era.
Carraspeó antes de tomar asiento en un sillón de piel.
—La policía no tardará en llegar, así que al menos que quieran ir a prisión...—Hyo Min estalló en una sonora carcajada que ocasionó la molestia en la señora Hudson—¿Puedo preguntar la gracia en esto, jovencito?
—Es realmente estúpida, sin ofender—terminó de reír—. ¿Cómo sabe que ese chico de ahí es su hijo? —la expresión en la mujer cambió de inmediato, por un par de segundos se mostró vulnerable y frágil.
—Déjeme preguntarle, ¿asesino a su hijo? —cuestioné, mi expresión era serena, pero mi interior era completamente un caos.
—Por supuesto que no—sus ojos nos observaron como si fuéramos seres viles.
—El día en que salió Evander usted lo siguió, sabía que era asmático por lo que no se atrevió a matarlo de una vez, por eso el salbutamol en su sistema respiratorio, y los benzodiacepinas en el torrente sanguíneo, esperó tres días hasta que decidió matarlo...—la señora Hudson golpeó por impulso la mesilla.
—¡BASTA! —gritó con fuerza, la vena en su cuello se marcó amenazando con explotar a causa de la presión—. No maté a Evander, ¿qué clase de madre sería?
—Explíquenos, no me importa ir a la cárcel—esta vez era el asiático el que hablaba.
La señora Hudson se removió incomoda en el asiento, suspiró y dijo: —No sé cómo o porqué mi hijo murió, pero sé que Evander era asechado por alguien del pueblo. Una semana antes de que falleciera, una nota, sin remitente llegó en el correo. Elizabeth, decía que había un monstruo en la casa—se le quebró la voz—, pero pensé que eran cuentos y miedos de niños.
—¿Un monstruo? —el asiático frunció el ceño, confundido.
—Cuando Evander murió, Lizsy dijo que el monstruo se había llevado a su hermano, horas más tarde Ev, no llegó a casa y tres días después apareció muerto.
Nos mantuvimos en silencio, intentando procesar las palabras de la rubia.
—Sabemos que no es un monstruo como tal, los humanos no tienen poderes, pero si la capacidad para matar—expliqué—, por lo que Lizsy tuvo que observarlo hacer algo atroz, de dicha forma la pequeña consideraría que se tratase de un monstruo.
—¿Estás diciendo que Lizsy sabe quién es el asesino? —preguntaron al mismo tiempo.
La señora Hudson abrió el cajón de la mesilla y sacó un sobre, el papel y la caligrafía, las conocía a la perfección: —¿Te gustaría compartir la sangre?
Era una frase simple y sin complicaciones, probablemente si la lees pensabas que se tratase de una simple equivocación. Pero era más que eso, ¿por qué el asesino amenazaría a una persona con esa peculiaridad? Y exactamente, ¿para quién estaba dirigida la nota?
—¿Cómo supo que Evander regresó? —mis dudas eran infinitas y unas simples preguntas no llenarían el vacío de la confusión.
—Lizsy dijo que Evander había regresado, aunque se veía diferente—explicó, sus ojos nos observaban fijamente, sabía que decía la verdad—. Elizabeth es muy inteligente, empecé a investigar, su número de cuenta empezó a tener movimientos, junto con eso empecé a seguirlo. Soy su madre, incluso si mi hijo regresa en el cuerpo de un anciano sabré sin duda que es él.
Suspiré ruidosamente.
—¿Tiene algo de comer? —le regalé una mala mirada—¿Qué? —alzó los hombros sin entender que era lo que había hecho mal, el rostro de Hyo Min era completamente de un ser inocente, pero ahora que sabía que era un asesino no estaba tan segura de su bondad.
—Faltan minutos para el almuerzo, me gustaría que se quedaran—exclamó con dulzura la rubia—. Los he seguido desde que me enteré que mi hijo está vivo, incluso cuando no debería de hacerlo—confesó.
—¿Tiene contacto con Olivia? —justo cuando podía empezar aceptar a la rubia, se unió estrafalariamente a quién le robo a la persona que más amaba.
—Visitó a Lizsy ayer, ¿por qué?
—Creo con seguridad que es parte de esto—me atreví a decir, el asiático giró de inmediato al escuchar dicha confesión—La vi en la cabaña, la agente Causey murió, fue cómplice del asesino—terminé de explicar.
Después de un par de minutos explicando sobre la muerte y mi experiencia en la cabaña, la señora Hudson nos dejó solos mientras ella daba órdenes sobre el almuerzo y cuidaba de su hijo. Tenía unas inmensas ganas de cuidar de Evander hasta que despertará.
—Creí que no confiabas en Evander—espeté—pero incluso lo tomaste del cuello mientras le dabas palabras de aliento.
—Deberías irte despidiendo de él, bombón—aseguró con una fina sonrisa—, tenemos algo especial, ya eres cosa del pasado, ahora yo soy lo único que le importa—guiñó un ojo, reí por su tonta broma.