Ahora todo era más sencillo, las señales del asesino, era un agotamiento inútil que no llevaba a ningún lado, era como un juego de montaña rusa donde él siempre estaba en la sima, mientras nosotros estábamos a la espera de sus tétricos y gélidos movimientos.
Las palabras de la pequeña Lizsy merodeaban en mi mente, perturbándome, solo había una forma de salir de esto; atraparlo para que muriera, o morir nosotros.
Evander tenía el torso vendado, su piel cremosa resaltaba en la penumbra de la espaciosa habitación, no había despertado, estaba sentada viéndolo fijamente en la espera de que alguien, el asesino, entrará. Tenía un rifle viejo que estaba en una de las salas de la mansión, me había asegurado de que estuviera cargado una y otra vez. Papá había empacado las cosas para irse de Norwalk, había accedido a dejarme dormir en casa de una amiga para "despedirnos".
—Pretendes asesinarme con un rifle viejo—la voz de Evander salió gutural, una media sonrisa se dibujó en su rostro. Se removió incómodo a causa del dolor.
—En realidad es una amenaza, es para que no se te ocurra vestirte—bromeé.
—No es necesario que me apuntes con un rifle—no podía verlo con precisión, pero sabía que había guiñado un ojo, deseaba que no pudiera observar mi estúpida sonrisa.
Un estruendo resonó en toda la mansión, por inercia me agache, después otro más. Luego el irritante sonido de la alarma de seguridad, fue en cuestión de segundo, la señora Hudson entró corriendo con Lizsy en brazos.
—¿Están bien? —preguntó, llevaba un conjunto negro como si estuviese lista para huir en cualquier momento.
—¿Qué mierda fue eso? —preguntó el asiático a sus espaldas.
—Está aquí—susurró Evander, posó los ojos en su madre quién parecía nerviosa.
Le quité el seguro al rifle, tenía una cobertura de madera lo cual lo hacía ligero.
—¿Sabes usar eso? —preguntó Hyo Min mientras ayudaba a ponerse de pie al moreno—. Por supuesto que sabes, eres tú.
Esa frase del asiático me lleno de coraje y valentía, me levanté y eché un vistazo hacia afuera, el ventanal daba a lo que parecía ser un pequeño jardín, no se apreciaba a ver la entrada, pero, era una buena forma de salir. La alarma de seguridad no paraba, y presentía que lo peor estaba por suceder.
—¿Ya habló a la policía? —cuestioné, las manos me temblaban y el rifle pesaba cada vez más en mis escurridizas manos.
—La alarma está asociada a la guardia nacional de Ohio, pero tardan en llegar—explicó, por supuesto, era demasiado lógico contratar a un departamento que está a cuatro horas de la mansión.
Suspiré con pesadez esperando que Evander caminará hacia la entrada.
—¿Cuál es el plan? —cuestionó el asiático.
—Hay un refugio en el sótano que da a la siguiente mansión, no hay nadie ahí—explicó con cautela y entonces la alarma cesó, no hubo ruidos, solo el aire que se filtraba por algún ventanal cercano.
De pronto una melodía comenzó a sonar por toda la mansión. Mire por la puerta intentando buscar el origen de la canción, el pasillo estaba vacío y la música parecía provenir de todos lados. La señora Hudson se recargó en el umbral de la puerta, sus ojos estaban empañados amenazando con estallar en llanto, una pequeña lágrima descansó en su pómulo izquierdo.
Conocía la canción, «All i want».
—Vayan al sótano, me quedare un momento, los alcanzaré—Hyo Min vivía para esto, su regreso a la vida había sido una interminable búsqueda de un mal que estaba en la luz, y si todo salía bien, su búsqueda interminable acabaría hoy.
—Vámonos todos, no podemos quedarnos—la voz quebrada de la señora Hudson salió amable.
—Está bien, soy policía—mintió.
—Me quedaré con él, solo avancen—objeté, si dejaba a Hyo Min solo eso haría que las cosas se salieran de control y pondría en riesgo a Evander.
Ev se negó por completó aun así insistí hasta que no tuvo más remedio. Caminaron hacia aquel lugar, Evander me dio una mirada furtiva antes de salir.
—Tienes miedo que maté al asesino y él se vaya para siempre, ¿cierto? —con «él» se refería a Evander Hudson, sus palabras calaron dentro de mí.
—Sí—confesé.
—No te aferres bombón, él se irá; así el asesino viva, solo necesitamos justicia.
—Tengo miedo, ni siquiera hemos tenido una cita real.
Me miró de reojo y comenzó a cantar, la canción les iba a los sucesos: —No te aferres. Ya no te aferres a un imposible. Ya no te hagas, ni me hagas más daño, ya no—se tocó el corazón melodramáticamente y alargó la última palabra—. Seriedad, que tengo que atrapar a un idiota.
Caminamos hacia la salida, Hyo Min tenía su propia arma de asalto, la misma que había llevado a la cabaña, si pensaba en los sucesos de los últimos días me ofuscaba, era exasperante y cansado.
—Quédate detrás de mí—obedecí porque muy valiente, pues no era.
Coloqué una mano en la empuñadura del rifle y con otra sostuve el cuerpo de este, Hyo Min giró a todos lados, abrimos puerta por puerta.
Hyo Min jamás bajo la pistola apuntaba con firmeza.
—Algo no tiene sentido—susurré—, no sigue ningún patrón, solo finge que lo hace, como el sacar los corazones de sus víctimas, no lo hizo contigo, no lo hizo con Evander, ni con Tyler.
—Toma al azar a sus víctimas, él cree que es un enviado del cielo.
Llegamos a las escaleras, un pasillo más largo seguía a la derecha y otro más a la izquierda. Avanzamos con cuidado hacia abajo, cada paso que dábamos se hacía más intenso, agitador.
La entrada de la mansión se alcanzaba a ver desde las escaleras, una alfombra roja amortiguaba el sonido de nuestros pies, la puerta grande y blanca estaba cerrada.
—Es la primera vez que veo una mansión—susurró Hyo Min.
Esperamos un par de segundos antes de bajar, un largo silencio se extendió, la canción había terminado y no habíamos tenido conocimiento de cuándo.