El Asesinato De Evander

SOY TU SALVACIÓN.

Las horas transcurrieron lentas y las lagunas en mi mente cada vez eran menos, el olor repugnante saliendo de mí me irritaba en gran manera, los minutos ahí dentro eran tormentosos y sin consuelo.

Pasaron 48 horas, apenas y había tomado agua, mi cabello desprendía un olor fétido a causa de la sangre, mi cuerpo dolía más de lo normal, y en todo este tiempo Ames no hacía más que tararear una canción. "All i want".

—Pareces confundida—dijo en un susurro, cada cosa que salía de su boca tenía el poder de tener diferentes sentidos, como si estuviese jugando.

No respondía a nada de lo que decía. No lo conocía.

—Eres muy callada—chasqueó la lengua—. Me pregunto si tu amor por él ya se esfumó.

Hablaba como si me conociese, pero, nunca lo había visto, o al menos no recordaba.  

—¿Mi amor por quién? —cuestioné, mis labios y boca estaban secas—. No es divertido.

—¿Qué no es divertido? —cuestionó, esta vez su sonrisa se esfumó.

—Dijiste que mi amor por él... ¿Quién es él? —expliqué, acercándome al límite de la celda.

—No sé de qué hablas, no he dicho nada—respondió, fingiendo que no había mencionado absolutamente nada—. El encierro no es para todos, pequeña.

Suspire pesadamente cerrando los ojos, estaba muy cansada, y mi mente no entendía nada. Apreté uno de los barrotes con fuerza hasta que sentir arder la palma de mi mano. ¿Por qué mi mente era un oscuro vació?

—¿Por qué estás aquí? —dije aun con los ojos cerrados.

—No creo que sea muy inteligente decirte—murmuró—al menos no para ti.

La forma en la que hablaba y su extraño acento, hacía que estuviera interesada en él, aunque había algo en él que me incitaba a alejarme.

No es bueno.

—¿Llevas mucho tiempo aquí? —insistí.

—El suficiente, Isla—abrí los ojos de inmediato, su rostro inexpresivo me observo. Yo no había dicho mi nombre. ¿Por qué lo sabía?

No dije nada y él pareció preferirlo de esa forma, sin embargo, la curiosidad por saber lo que yo no, me alentaron. La luz en el lugar se hizo más fuerte, lo suficiente para detallarlo sin interrupciones.

Sus ojos azules tenían la similitud del océano, su nariz tenía una cicatriz en la parte media que llegaba hasta el entrecejo, y su cabello oscuro era completamente liso, tenía la pinta de estar el mismo tiempo que yo, pero no estaba segura.

Carraspeé intentando que el aire no se tornara extraño.

—¿Eres peligroso?

—No, al menos no tanto como tú—sus palabras tenían la intención de llevar un mensaje oculto.

Su respuesta me tomó por sorpresa, ¿yo era peligrosa? Tal vez el conocía mis secretos o la causa de mi estancia aquí.

—¿Soy peligrosa?

—Lo eres, no te consideraría un monstruo sino un ángel—respondió. 

¿Por qué decía eso? Cerré los ojos con fuerza intentando recordar algo, fue inútil Todo era inservible, nada que dijera porque llegué ahí. Abrí mi boca para preguntar algo más, pero, está vez una voz proveniente de la entrada me interrumpió.

—Esto es contra la ley, y si no la sacan de ahí—un estruendo se escuchó y el chico al que pertenecía la voz se adentró al lugar.

—Está bien, agente, la retuvimos porque parecía ser sospechosa—el oficial que había acompañado hasta la celda, parecía apenado y sumamente nervioso.

—¿SOSPECHOSA DE QUÉ?

El chico apretó los labios en una fina línea, mientras caminaba hacia mí. El agente quién hablaba severamente me observó con lastima, sus labios se curvearon arriba en una sonrisa, su brazo izquierdo llevaba una férula.

—¿Estás bien, Isla?

—¿Adam? —su cabello negro estaba peinado para atrás dejando al descubierto su rostro, su mirada oscura y penetrable me cosquilleó, no lo había visto en mucho tiempo.

—Ya te sacaré de aquí.

Ames me miró de reojo con una sonrisa sínica y antes de salir dijo:

—No olvides, cuando tu mente regresé, sabrás quien es quien. 

Aunque no había olvidado del todo, solo las últimas horas, pero tenía que ser más convincente si quería salir de ahí.

        

El auto de Adam desprendía un olor a séptico, el aire frío me golpeaba la piel con rudeza. Me mantuve en silencio, mi olor putrefacto se mezcló con el aire, lo cual agradecí internamente.

—¿Qué fue lo que paso? —cuestionó— Hyo Min dijo...

—Adam, ¿dónde está Hyo Min?

Una risa nerviosa se escapó de sus labios, pero al ver que yo no sonreía, calló.

—Está bien, nos encontraremos con él en unas horas.

—No sé qué pasa, estoy confundida, tengo recuerdos de mí en la oscuridad, los quejidos de alguien y la sangre de una persona—expliqué—. ¿Por qué no puedo recordar nada?

—Supresión mental–explicó arrugando la nariz con la vista fija en la carretera—Hyo Min cree que estás ligada al asesino de alguna forma.

—¿Por qué estaría ligada a él? —mi confusión no pudo ser más notoria.

—No lo sé—está vez pude ver como sus manos se aferraron al volante—. Pero no ha cumplido el efecto en ti, la supresión mental no funcionó del todo.

Así que el asesino había intentado borrar todos los recuerdos en mí para después botarme en esa estación de policías. Nadie dijo nada, dejamos que el aire se colara por las ventanas del carro en movimiento, cada uno inmerso en los pensamientos.

—¿Por qué haría eso?

—Porque eres igual a él—respondió.
No te consideraría un monstruo si no un ángel. Sus duras palabras me helaron, mi mente se detuvo por un momento, yo no era ningún criminal, jamás lo sería.

Adam giró en dirección contraria y mis sentidos de supervivencia se alarmaron.

—¿Adam? —me incliné en su dirección para descifrar su expresión.

—Iremos al refugio de los Hudson—explicó—. Todos están ahí. 




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