Hyo Min fingió bostezar y después me guiñó un ojo. Evander intentó caminar hacia mí, pero el asiático lo amenazo con volarme la cabeza, el nudo en mi garganta estaba a punto de estallar.
—¿Promete que escucharas todo? —la voz de Evander tenía un toque de preocupación y exasperación, asentí ligeramente. Escucharía hasta el final.
—Evander esto no es un cuento de princesas, date prisa que aún no ceno—sabía que las bromas en Hyo Min aparecían cuando se sentía vulnerable, expuesto.
—Yo...—desvió la mirada—, escucha, yo no soy como crees, antes de ti, antes del asesino—suspiré aliviada, por algún segundo mi mente recurrió la idea de que él fuera el asesino—, tenía problemas, maté a una persona.
—Está bien, no importa, no pasa nada—me adelanté, eso era antes de todo, la risa de Hyo Min me hizo girar a él; quién reía y negaba con la cabeza.
—No creo que opines lo mismo cuando termine la historia, muñeca.
—Después que regrese, solo quería terminar con el asesino, pero, si lo hacía tú solo dejarías que continuara mi camino—incluso con su tono desesperado, en su rostro no había arrepentimiento—, así que...
—Ay, no, eres muy lento Ev—murmuró el moreno—así que se le ocurrió mandar notas a tu casa cuando el asesino fue por su siguiente víctima, jugó con sus estúpidas notas, jugó contigo—busqué la mirada de Evander, pero estaba fija en sus pies—, incluso yo le creí, todas esas notas fueron falsas.
—¿Por...qué? —el nudo que amenazaba con estallar por fin lo hizo, rompí en llanto, porque eso quería decir que nada de lo que viví fue real. Que su «amor» era falso.
—Porque es un monstruo—respondió Hyo Min, esa respuesta salió cargada de rabia y decepción.
—Porque me enamoré de ti, por que eras lo único bueno y real que tenía en mi vida—lo miré de hito en hitó, nadie dijo nada, incluso el aire que corría por el lugar cesó.
—Dicho de esa forma, es romántico, pero, eras lo único bueno que él necesitaba corromper, en su forma tétrica y retorcida eres a lo que se aferra—Evander no lo negó y recordé sus palabras: Te volveré un desastre hermoso—. Porque es lo que hacen los monstruos, manipulan y juegan hasta que es demasiado tarde.
—Él no es el asesino—expliqué—incluso si hizo todo eso, él no mato a la señora Charlotte, ni a Emmanuel, mucho menos a Tyler, ni a cada persona que carga en sus manos.
Los ojos de Hyo Min se cristalizaron, realizo un puchero que hizo que mi corazón se estrujara a un más.
—Dile Evander, dile a quién mataste—las lágrimas en su rostro cayeron sin detenerse—¡Dile!
—Hyo Min, masculino de 22 años, le administre benzodiacepinas en el torrente sanguíneo, no pude matarlo hasta el tercer día, lo ahogue en las afueras de Norwalk, en el río Burg—su mirada seguía fija en el mismo punto—, lo deje en la orilla del río, al siguiente día lo encontraron sin signos vitales.
Hyo Min sollozó con dolor, tenía frente a él al desalmado que le había arrancado la vida, sorbió por la nariz y cambió la dirección de su arma a él.
Antes de que disparara corrí hacia Evander, el estruendo de la bala saliendo me nubló, los ojos de Evander me miraron fijamente, nada me dolía, una angustiosa melancolía me invadió, el pecho se apretó impidiendo que el oxígeno circulara por mis pulmones. La mano de Evander estaba sobre la bala que había ido directamente a su abdomen, sus ojos me observaron antes de caer.
—No, no, no—las lágrimas rodaron por mi rostro, lo sostuve—Por favor.
Una lágrima resbaló por el rostro de Evander Hudson, el chico que había regresado de la muerte, el que me estabilizaba con solo un beso, el chico que guardaba secretos realmente oscuros, sus ojos grisáceos se encontraron con los míos; entonces supe que esta vez era real. Esta vez era para siempre.
—No llores—murmuró, su voz ronca invadió mi alma haciendo que estallara en llanto—todo estará bien, mi diosa—su mano subió a mi cabello y lo acarició torpemente.
—No te vayas, no quiero perderte—sorbí por la nariz, acuné su cuerpo, me aferré a él.
—Incluso si me voy, siempre estaré contigo—respondió—¿Sabes cómo lo sé? —negué entre lágrimas—porque te di la oportunidad de irte, suprimí tus recuerdos, pero, volviste a mí—escupió sangre, tuve que girarlo para que no se ahogara.
Tenía que hacer algo. No podía irse, no así. El cuerpo de Evander comenzó a perder color, sus ojos grisáceos no dejaban de verme.
Me aferré a él. ¿Cuánto tenía que abrazarlo? Para que cuando lo soltara no me reprochara por no permanecer más tiempo, para no llorar por no haber abrazado más.
—Te amo—sollocé acariciando su rostro, grabando sus facciones, y su piel.
—Repítelo... Repítelo hasta que me quede dormido—esas palabras fueron suficientes para él, de esa forma podía irse. De dicha forma yo no me culparía cuando se marchara.
El mayor miedo de Evander era dejarme estancada en el dolor. Repetí esa palabra; acariciando su cabello hasta que sus ojos grisáceos miraron a la nada y su sonrisa desapareció. Hyo Min estaba de rodillas observando la escena, su mirada estaba vacía, no había arrepentimiento, mucho menos pena, pero tampoco había felicidad.
—Hay...hay que llevarlo al hospital—la mirada del moreno se posó sobre mí y negó con una sonrisa cargada de comprensión. Mi pecho dolía y no podía respirar.
—Se ha ido, bombón.
Quizá solo este durmiendo.
Mi chico.
Mi escudo.
Mi destino se había ido.
Lo abracé y lo mecí en mis brazos una y otra vez mientras mis lágrimas caían sobre él. Evander Hudson había muerto mientras lo sostenía.
Esa misma noche, pasó en vela abrazando el frío cuerpo de Evander, pidiendo perdón al cielo por algo que no había hecho, pidió llena de dolor y lágrimas que regresará a ella. Está vez ella lo llevaría por un camino mejor. La señora Hudson lloraba a un lado, pues había perdido a su hijo por segunda vez.