Sangre.
Cuerpos sin vida.
Muertes injustas.
Mis pasos eran lentos sobre el bosque, las piernas aún me temblaban, desconocía a la versión de mí, la temerosa que se siente rota, la que le costaba respirar y tenía mucho miedo. Tres cuerpos estaban inertes en hilera, la agente Causey estaba boca arriba sin corazón como las otras víctimas, era claro que había sido retirado post-mortem, el siguiente cuerpo era el de Olivia, sus ojos miraban a la nada y recordarla arrancándose la vida me estrujó el corazón.
El siguiente cuerpo era un masculino en sus 30, que en mi vida había visto, y junto a ellos un cartel en letras negras, intensas y bien escritas: LA MALDAD TERMINÓ, HE AQUÍ EMPIEZA LA REDENCIÓN. EL MAL MURIÓ.
No podía acercarme más a la escena del crimen dado que no traía equipo para trabajar, el hecho de que Alexa no estuviera muerta era un comienzo sorprendente. El perito tomaba fotos de la escena, evaluaban la escena con sumo cuidado, la rigidez y los signos cadavéricos no eran pasados por alto. En tanto Adam Firtz el agente inexperto se había vuelto el oficial a cargo de la investigación.
Tener esperanza trae consigo dolor. Justo ahora solo podía aferrarme a ese dolor que se aproximaba, porque en mi interior algo me gritaba que Evander regresaría, que Alexa estaría bien.
—¿Deberíamos ir a la mansión de los Hudson? —la pregunta de Adam a mis espaldas me hizo darme cuenta que no estaba lista para enfrentarme a su madre. Ni siquiera habían hecho otro funeral.
—No, necesito ir a casa—dio la impresión de que quería apelar algo, abrió la boca para decirlo, pero volvió a cerrarla y asintió.
—Es el fin, sé que está planeando su último golpe.
—La redención se define como un recurso o refugio—murmuré para mí misma, aunque Adam tenía la atención centrada en mis palabras—, cree que el mal terminó...si él nos salvó...
—Intentará reunirnos—completó él, si el asesino creía que era un enviado de Dios, un verdugo justo y recto, entonces al salvarnos buscaría que nos redimiéramos.
Eso cambió por completo el contexto, porque Alexa no moriría. Mi tristeza se bloqueó de inmediato, todo fue terriblemente entendible a nuestros ojos.
La verdad que habíamos buscado por tanto tiempo, por fin llegaría a su fin.
Adam Firtz había ido a casa de los Hudson a anunciarles sobre las noticias, aunque en Norwalk los rumores crecían rápido, a este paso medio pueblo sabría que el asesino pararía de matar.
Cerré los ojos con fuerza y solté aire ruidoso, estar sin Alexa, sin papá, sin Evander me hacían sentir vacía, al pasar de los minutos solo se podía escuchar la manecilla del reloj que curiosamente, caminaba al ritmo de los latidos de mi corazón, esa curiosa sincronización me arrulló sucumbiéndome en un profundo sueño.
Soñé con cuerpos sin vida, sangre que escurría de mis manos y unos ojos oscuros que asechaban cada movimiento que realizaba, la voz de Evander que me llamaba al final de un oscuro pasillo que no tenía fin, después su mano tomó la mía.
Necesitamos correr, pero los recuerdos que me atan a él me lo impiden, una sombra. Él asesino sale de la oscuridad y me apunta.
Abro los ojos de par en par sobre saltada, con la respiración agitada y el corazón latiendo con rapidez. Contengo la respiración al darme cuenta que hay alguien frente a mí.
Hyo Min.
—¿Qué era lo que soñabas, bombón? —solté el aire que mis pulmones contenían, mis cejas fruncidas y el empujón que le di quedo más que claro que no lo quería tener cerca.
—¿Qué haces aquí? —la severidad en mis palabras formó un aire pesado e incómodo, pero Hyo Min no pareció afectado, de hecho, se acomodó en el sofá que estaba cerca de la ventana. ¿Cómo había entrado?
Su aire y porte despreocupante me dieron unas ganas inmensas de abofetearlo, era como si nunca hubiese disparado el arma que le robó la vida a Evander. La ira me invadió y el nudo en mi garganta apareció de nuevo.
—Estoy aquí...—comenzó a hablar, cuando lo veía a los ojos el cuerpo sin vida de Evander, su sangre y mis lágrimas sobre él era en lo único que pensaba.
—Vete.
—Escúchame, bombón.
—¡Que te vayas! —lo interrumpí alzando la voz—no me importa si el asesino apareció de nuevo, tampoco que planea hacer, es más, si quiere venir y matarme...—la voz se me quebró—, creí que eras mi amigo.
Esa última frase cambió la expresión del asiático, él negó con la cabeza como si mis palabras fueran hirientes, apretó los labios en una fina línea y dijo:
—¿Sabes lo que me ha mantenido en todo esto hasta el final? —cuestionó, sus cejas fruncidas y su mirada fija en la mía.
No dije nada.
—Tú—completó—, tu amistad y el hecho de que seas tan vulnerable.
—Ay, muchas gracias—expresé con falsa amabilidad—, ¡Por Dios! Nunca había conocido a alguien tan bueno como tú—mis palabras parecieron afectarlo porque retrocedió.
—Eres una egoísta—murmuró algo en coreano, como si luchara porque idioma le iba mejor al asunto, pero cada una de sus palabras salieron cargadas con ira—, estás tan ofendida porque le quite la vida a Evander, pero...tú no te ofendes cuando un monstruo, él, me quitó la vida, no sin antes torturarme. Muchas gracias por tu falsa amistad.
—¿Tú decides quién vive? —repliqué—. ¿Te crees Dios?
Frotó su cara con exasperación y bufó.
—No es justo que no me entiendas.
—No todo en la vida es justo, no todo es felicidad y amor, de hecho, el dolor se cuela en tu vida como una sanguijuela, hasta que no queda nada de ti—no me di cuenta que estaba gesticulando exageradamente hasta que su vista descansó en mis manos—. Aprende a vivir con eso. Y si crees que soy tan egoísta, ¿qué haces aquí?
—Tienes razón, no sé cómo pude creer que podía apoyarme en ti—caminó hacia la puerta—, por cierto, todo lo hice por ti.