El Asesinato De Evander

AÚN SI CONOCES LA VERDAD.

Mis piernas se movían inconscientemente, el olor a café extrañamente me invadió, mareándome, sentí un líquido salival ácido, como cuanto estás a punto de vomitar deliberadamente.

Había tantas preguntas.

Tantas respuestas, que probablemente no fuesen suficiente para mí, porque quizá al saberlo solo me dejarían aturdida y poco cuerda.

—¿Por qué hizo esto? —cuestioné, tragué saliva porque mi voz salió apenas audible.

Para ser sincera no sabía a qué me refería en realidad, pero, cualquier respuesta estaría bien para mí.

—¿El qué? —Adam estaba tan confundido como yo, estas eran las primeras palabras que cruzábamos después de la llamada.

—¿Por qué Evander mando esas notas? —pausé—. También está el hecho de que Asher finge no conocerme en absoluto.

El moreno pareció pensarlo.

—Aun si te digo la verdad, tu corazón solo escuchara lo que cree conveniente, incluso si sabes que ambos pertenecen a la oscuridad, que son monstruos desalmados, seguirás creyendo en ellos...porque nublado el juicio, el corazón solo ve lo que le conviene.

Tenía razón.

Incluso si conocía la verdad simplemente me dedicaría a bloquear el dolor. Nada era real. Al menos no para mí.

—No se ha comprobado nada—dije de inmediato—sin embargo, no perdonaré a nadie si lastiman a Alexa.

—¿Aun si es Evander?

—Aun si es él, no pueden dañarla, ella es lo único que he tenido siempre—una sonrisa cargada de nostalgia cruzó el rostro del agente.

Le di un sorbo a mi café, los ojos de Adam se encontraron con los míos, noté una pizca de preocupación en su mirada que se desvaneció de inmediato.

—De acuerdo.

—Creo que Evander no asesino a Hyo Min, sino, él ya estaría muerto, también creo que la razón de las notas fue para llamar tu atención, hasta que el asesino empezó a mandar reales—casi un chiste—y la persona más sospechosa hasta ahora es tu hermano.

—Asher Kerr dejó la vivienda, probablemente escapara en cuanto nos retiramos—parpadeó y meneó la cabeza, quizá por el cansancio—deberíamos irnos a casa.

Le di un tragó más largo al café americano, la cafetería estaba casi vacía a esta hora, pero no me importaba pasar la noche entera ahí.

—¿Te importa...sí?

Un mareo, otro más; los alrededores se volvieron borrosos, poco a poco el aire escaseó obligándome a jadear aire, de pronto deje de ver a Adam, sabía que estaba ahí porque mencionó mi nombre.

 Mis piernas se debilitaron y me tambaleé sobre el mismo eje.

La oscuridad me recibió, lo último que sentí fue que caí en los brazos de alguien, quizá Adam. 

***

Otra vez esa canción.

Miedo.

Angustia por un riesgo, daño real o imaginario.

Mi cabeza punzaba frecuentemente, mis pies estaban inmóviles, mis manos estaban rectamente sobre mi cuerpo, estaba atada. Abrí los ojos con lentitud, todo era oscuro y estábamos en movimiento, Adam estaba a mi lado inconsciente en la misma posición que yo, solo que él no tenía atado absolutamente nada.

Intente levantarme pero fue inútil.

—La policía sabrá que nos raptaste—silencio—, justo ahora deben de estarte rastreando.

No dijo nada, pero, bajo el volumen del radio.

—Pagaras por cada cosa que hiciste—murmuré con recelo, esperando que me diera un indicio de su identidad.

—Mujer, me mareas, sí, sí, pagaré por todo—respondió molesto—, ya duérmete anda, bombón.

Hyo Min.

—¡¿Qué haces, idiota?!—grité, ahora quería matarlo, no sé a que estaba jugando.

—¿Desde cuando me perdiste el respeto? —no podía ver su rostro pero estaba segura que una estúpida sonrisa estaba plasmada en su rostro.

—¿Qué se supone que haces?

—Manejo la camioneta—respondió como si no fuese obvio.

—No es gracioso, Hyo Min, detente ahora mismo—sentencié.

—No es que no seas intimidante, bombón, pero…tu suegra me mataría si no llegas a salvo.

¿Mi suegra? Intenté replicar aunque él no me escuchó, ignoró mis palabras mientras cantaba un rap surcoreano. Intenté subir la voz, pero la música la opacaba, por algunos segundos me invadió el miedo y un sinfín de preguntas cruzaron mi mente.

En esos momentos me di cuenta que desconocía casi todo del asiático, de Adam, de Evander, incluso de Asher. Aunque parecían tan cercanos a mí, tan abiertos, que incluso sabía sus oscuros secretos, en ese instante se sintió como un inmenso vació con tres chicos a los que no conocía realmente.

Un detective.

Un asesino.

Un chico tan trastornado que para demostrar su amor, primero necesita jugar, para saber si eres digna.

Contemplé cada escena con ellos mentalmente, cada nota, cada muerte que tuve que abrir los ojos de golpe.

Los arboles frondosos de la mansión nos recibieron, en la oscuridad se veían tenebrosos, el portón se abrió de golpe haciendo que Adam despertará asustado, cuando sus ojos encontraron los míos soltó aire.

—No hagas ruido, tranquila—ordenó sin ningún sonido, solo sus labios emitieron las palabras.

—Ni te molestes, es Hyo Min—respondí, sus ojos se turnaron en mí y el ventanal, después levantó el cuello, sigiloso, y maldijo cunado vio al asiático.

El auto aparcó en la entrada de la mansión, los arboles recién podados, el extraño olor a hierva fresca nos avisó que habíamos llegado, mientras el moreno aparcaba tranquilamente. Adam quitaba mis ataduras. La camioneta se abrió dejándome ver a la señora Hudson, su cabello rubio hasta los hombros, sus ojos herméticos y el porte elegante.

La mansión estaba arreglada, ningún indicio de la muerte de Olivia o el allanamiento del asesino.

—Bienvenidos, espero que se encuentren bien—habló con una sonrisa cálida, muy diferente a la que nos dio cuando nos conocimos—¿Por qué vienen en la cajuela?

Tanto el moreno como yo giramos a ver a Hyo Min.




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