Las mentiras suelen dejar marcas en las personas, ya sea que alguien te haya lastimado o seas tú quien las dice. El arte de mentir es tan hechizante, que no ves las redes mortales que creas, porque al final del día, tú también crees en lo que sale de tu boca.
Al final también crees en tus mentiras.
Las horas trascurrieron lentas, la señora Hudson no había despertado, me sentía muy cansada pero no podía cerrar los ojos. Las notas, las muertes, las escenas del crimen, todo, me mareaba.
El recuerdo de la mirada grisácea de Evander, sus sonrisas y la forma en la que me veía, todo hizo que mi corazón lastimado se agrietara dejándome un nudo en la garganta.
¿Cuántas lágrimas tienes que derramar para que ya no te duela?
Toda la habitación estaba oscura, el aire era perfecto, pasaban de las tres de la mañana cuando mis ojos comenzaron a cerrarse poco a poco.
La luz de la mañana me pegó de golpe y sin compasión, el reloj de mesa apenas marcaba las ocho de la mañana, las voces susurrantes provenientes al pasillo me hicieron acercarme. Tras la puerta semi abierta vi dos figuras, una era de Adam Firtz quién tenía el entrecejo fruncido y la mirada fija en la señora Hudson.
—Ya te lo dije, Adam—dijo en un tono amenazador y lleno de autoridad, la vena en el cuello del moreno se remarcó ante la postura hostil de la rubia.
—Soy quien está a cargo de la investigación—protestó Adam inmediatamente, el tono en sus palabras fue casi el mismo que el de la rubia—yo decido si busco o no a tu hijo.
Deje de respirar un poco cuando Adam menciono a su hijo.
—¡Esto es asunto mío! —atacó nuevamente—no dejaré que lo mates, no sin antes conocerlo. No sabes de lo que soy…
Esas palabras hicieron retroceder al moreno, esa ultima frase empeoro toda la investigación.
—¡¿Crees que no sé qué asesinaste al padre de ese niño?! ¿Crees que soy incompetente? No es así, está es mi investigación y trataré al criminal como lo que es—frunció los labios en una delgada línea—sé que no hubo suficientes pruebas pero lo hiciste para poder casarte con Sebastian Hudson.
La señora Hudson se quedó paralizada y lo siguiente que hizo pareció no sorprender al moreno, la bofetada que la rubia le proporcionó hizo que el agente curveara sus labios en una gélida y retadora sonrisa.
—No sé de qué hablas—repuso retomando su postura, era la primera vez que veía a la madre de Evander comportarse así.
—No se preocupe, señora, los años han pasado a su favor—manifestó con un tono adverso—ya no es culpable ante la ley, pero, ahora sabe porque sus hijos heredaron la oscuridad.
El agente bajo la mirada, hizo una falsa reverencia antes de dirigirse a la entrada, pude ver como los ojos de la rubia se cristalizaban, no me moví, permanecí inmóvil detrás de la puerta.
Algunas veces el dolor crea monstruos.
—Por favor no le digas a Isla—murmuró con la voz trémula, pero, no supe si Adam logró escucharla.
Tenía que salir de ahí, tenía que salir de todo este problema.
Tenía que encontrar Alexa e irnos muy lejos de Norwalk.
Los ligeros golpes en la puerta me hicieron pegar un pequeño brinco, me quedé en silencio y caminé de regreso a la cama en puntillas, cuando estuve acostada dije: —Adelante.
La señora Hudson entró luciendo radiante como si la pelea de hace unos momentos jamás hubiese pasado, ensanchó una cálida sonrisa.
—Buen día, Isla—dijo sin borrar esa expresión de su rostro—¿Has pensado en qué harás?
—Sí—respondí con firmeza, relajé mis hombros y me obligué a sonreír de la misma forma en la que ella lo hacía—lo he pensado. Me iré de aquí.
La sonrisa no se borró, pero en sus ojos pude ver una pizca de confusión.
—¿Por qué? —tomó mi mano—aquí tienes todo.
—La ayudaré como prometí, pero, buscaré por mi cuenta con Adam—esperé ver un aire de incomodidad, sin embargo, no lo demostró, pareció tan firme, probablemente había pasado toda su vida fingiendo que justo ahora eso era como respirar.
—Está bien, Adam es un gran agente—dijo—tengo grandes esperanzas en él. Antes de que te marches, por favor, baja al estudio para que te de la información que tengo.
Me regaló una ultima sonrisa, caminó hacia la puerta haciendo resonar sus tacones y antes de qué saliera solté:
—¿Por qué no me dijo que Evander no asesinó a Hyo Min? —se detuvo aunque no me dio la cara.
—¿A qué te refieres, querida?
—Lizsy dijo que su hermano esta en busca de un cuerpo nuevo—decir esas palabras en voz alta le daban esperanza a mi iluso corazón.
—Lizsy solo es una niña—terminó de decir y se marchó.
Ocultaba algo y estaba segura que Hyo Min lo sabía. Tomé mi celular y dejé un par de mensajes para Adam. Si todo salía bien, podríamos ver el orfanato y descubrir el paradero del asesino.
***
Bajé por los archivos al estudio, el caminó al orfanato había sido tedioso y la temperatura del lugar bajaba aun más. Habíamos decidido comprar un par de cosas como donación, y después investigar un poco.
—No era necesario comprar esto—replicó por milésima vez en el camino.
—Es muy necesario, Adam.
El orfanato era un edificio de dos pisos, sus paredes eran de un blanco crema que se mezclaba con las hiervas altas y el moho por la humedad. Tenían un jardín bastante amplió y una reja nos impedía el paso.
Hope´s Norwalk. El nombre del orfanato estaba grabado en la reja y el pequeño buzón dentro de este. Una señora arriba de sus sesenta años abrió con una sonrisa de oreja a oreja cuando notó que Adam cargaba una gran bolsa.
—¡Bienvenidos! Soy Ava—su voz era muy fina y delicada, su cabello canoso, su pequeña estatura y sus ojos verdosos me inspiraron total confianza—Ames, ven ayudar—levantó la voz.
Entonces lo vi, su mirada felina y la sonrisa sínica. Ames Nicolas caminó a nosotros con las manos en las bolsas delanteras. Me quedé inmóvil por un momento observándolo.