A veces la verdad es más oscura que tus miedos.
Todos tenemos un lado oscuro que nos atormentan.
Mi voz interna menguo, ahora solo escuchaba las palabras de Ames Nicolas, estaba tan cansada de seguir con este juego que era como un sube y baja de emociones.
—Esta no es tu lucha, Isla—por primera vez el matiz de su voz fue diferente, fue sincero, simple, sin bromas o sonrisas ladeadas—no tienes porque pelear.
—Esto se volvió mi lucha cuando se llevó a Alexa—expresé levantando ligeramente la voz.
—¿Quién te dijo que ella no se fue? —formuló aquella pregunta con firmeza y veracidad, pero mi Alex no haría eso—, piensa, si la hubiera raptado, ¿no crees que ya estaría muerta?
No era cierto. Una ligera sonrisa se dibujó en su rostro, no era de burla, sino como cuando sientes pena por alguien e intentas sonreír para alentar a esa persona, como si él pudiera sentir todo mi dolor.
—No te fuerces demasiado, porque esta no es tu lucha—repitió—sigue tu camino y brilla como solo tú sabes. En algún momento quizá después de todo esto, Alexa deje al asesino y regresé a ti.
Se dio media vuelta y se perdió por algunos de los pasillos del lugar, dejándome sola y paralizada. Mi Alex no me dejaría por un psicópata con delirios de salvador celestial.
Esto era solo una mentira, una táctica para que abandonara por lo que los chicos habían luchado. El rechinido de la puerta abriéndose me hicieron levantar la vista. Asher Kerr quién había desaparecido entró por la puerta con suministro médico, se sacudió las botas negras en la entrada y después alzó la mirada hasta encontrarse con la mía. Sorpresa, hermanito.
No dijo nada, por primera vez lo sorprendí. Fingió que no estaba alterado, relajó los músculos, y se dedicó a caminar al final del pasillo donde comenzaban las escaleras, pero antes de que desapareciera dije:
—Creo que tendrás que huir de nuevo, porque el agente que mando un orden de arresto está aquí—dio media vuelta y me enfrentó.
—No hui, solo vine a trabajar—respondió—cuando acabe con mi trabajo, me presentaré a la estación de policías.
Su mano estaba aferrada a la bolsa de suministros, arrugó la nariz como solo él podía hacerlo. Era él. Incluso si lo negaba, ese chico era mi hermano.
—¿Qué se siente mentir tan bien?
—No sé quién crees que soy—pausó—pero, para con lo que estás haciendo.
—Tienes razón, debo para y hacer que nada de esto pasa, porque mi sueño se hizo realidad—la fuerza en mis palabras se fragmento—deseé y pedí al cielo volverte a ver. Mis oraciones fueron escuchadas.
Sonreí inconscientemente.
Su expresión tras mi palabra fue inesperada y obtuve respuesta a una de mis preguntas irónicas:
—Mentir es agobiante y desgastante—soltó, está vez sonó sincero—el peso de la culpa te carcome, así que sé sincera siempre, di las cosas que no dijiste—terminó de subir las escaleras.
Ni siquiera podía decir algo más. Los pasos del asesino acercándose al final, las palabras de Ames y Asher eran algo que me aturdía. “Está no es tu lucha”
Adam salió del estudio con los labios apretados y la postura de agente, dio un asentimiento para que me levantara del asiento y caminara con él hacia la salida. La anciana no se demoró en acompañarnos a la salida. Ava parecía alterada y sus ojos verdosos reflejaban un agobio extenuante.
—Vuelvan pronto, espero tengan lo que están buscando—expresó con una sonrisa.
—Despídame del médico, es un chico encantador—mentí.
No mientas, Isla. Esperé que me dijera el nombre pero no lo hizo.
Adam se despidió con un apretón de manos y salimos del lugar en silencio, sin decir una sola palabra, incluso podía jurar que conteníamos el aire de forma sincronizada, cuando estuvimos fuera del radar del orfanato inhalé hondo. Adam no me observó se mantuvo inerte en sus pensamientos.
—¿Tanta información te bloqueo?
—Escucha—replicó Adam con la vista fija en el volante, se estacionó en medio de la carretera y se inclinó a mí y me dio una mirada cómplice—creo que Alexa no está secuestrada—fruncí el ceño porque esas palabras Ames ya las había mencionado—, creo que tiene un lazo con el asesino, por eso sigue con vida. Es difícil de explicar, pero, por alguna extraña razón ellos fueron amigos en la infancia, quizá mucho antes de conocerte.
Ames Nicolas y Artis, el hijo de la señora Hudson, llegaron el mismo día al orfanato, el bebé no tenía un nombre por el problema congénito que tenía. Ames tenía cinco años, su padre asesinó a su madre y terminó en este lugar, el bebé tenía menos de un mes de nacimiento, lo habían intentado matar—eso lo sabíamos—y casi como magia, ambos estaban bien si estaban juntos, a pesar que el neonato no presentaba problemas, cuando estaban juntos ninguno lloraba y crearon un lazo.
Cuando Artis cumplió tres años fue adoptado por una familia rica en Estados Unidos, entonces, Ames comenzó a tener problemas de conducta, comenzó a desarrollar una psicopatía, matando animales del lugar, jamás lo adoptaron, todos los niños se iban, menos él.
Artis comenzó a tener problemas, y sus padres adoptivos lo regresaron al orfanato porque “no era lo que pensaban”. Los problemas físicos de Artis se detuvieron cuando regresó a lado de Ames, al igual que los problemas mentales y de conducta del moreno. Después de unos meses otra familia en Norwalk lo adoptó, le hicieron estudios y cambiaron al sexo según los estudios médicos.
En ocasiones la familia traía a Artis a jugar con Ames, así fue hasta que conocieron una niña que los ayudaba a comportarse, la conocieron en el hospital, su madre era la enfermera de los padres de Artis, quién después obtuvo un nombre de chica, no hay registros del nombre, pero sabemos que la niña que los ayudó fue Alexa.
El primer asesinato que cometió Ames Nicolas fue a la primera familia que adoptó a su amado amigo, amiga—se corrigió—no hubo pruebas suficientes y el orfanato fue la cuartada perfecta para que no lo culparan, los mató por ser seres despreciables. Así fue como la chica que antes fue Artis le copió la forma de asesinato al psicópata de Nicolas. Después dejaron de frecuentar a su ayuda, Alexa. Es por eso que quizá ella este con ellos.