El asesinato del dragón

Capítulo 20

Yue Han

Sin embargo, fui el único que notó aquel destello en los ojos de la estatua, así que lo atribuí a un desvarío momentáneo. Las estatuas de dragones no pueden estar vivas, ¿verdad?

Mi mirada se deslizó hacia Xinyu, que dejó caer los brazos y ordenó a los sirvientes llevar a los invitados a nuestros aposentos temporales. Durante ese tiempo debía vigilar a esos dos, por si de pronto notaba algo extraño, porque aún no creía en la culpabilidad de Vasu. El asesinato ocurrió de forma repentina, inesperada, pues nunca antes había sucedido algo parecido. Y menos aún en una ceremonia cuyo propósito ancestral es unir. Pero esta vez, todo resultó exactamente al revés…

Huayan corrió detrás de la sirvienta, y Soran y yo la seguimos. Aquel pequeño rayo quería verlo todo, entrar en cada habitación sin importar si estaba permitido o no, porque su misión se construía sobre la curiosidad infantil. Y, como todo el mundo sabe, la curiosidad —especialmente a una edad tan temprana— solo se sacia cuando el niño descubre cada cosa por sí mismo.

Solo suspiré cuando por fin llegamos a una puerta cuya superficie estaba grabada con siluetas de dragones y ojos.

—Aman muchísimo su cultura —observó la princesa, tomando la llave de manos de la sirvienta, quien desapareció al instante para continuar con sus asuntos.

—Patriotas —me encogí de hombros, aunque yo mismo había notado un exceso de simbología.

Quizá solo lo parecía, pero era lo único inusual que había notado por ahora. O bien veneraban su Estado con devoción, o intentaban demostrar con fervor su identidad tras la separación de Yun’jing: que eran un Triunvirato independiente, que no dependía de nadie salvo de Chang Li, Zhang’e y Xinyu. Aunque en la actualidad, solo de los dos últimos.

Ante nosotros se abrió una amplia habitación en tonos gris y negro, con algunos matices azules por aquí y allá. Contra una de las paredes había una cama pequeña y frente a ella otra más. Eran modestas, no lujosas, pero agradables para una estancia temporal. Al avanzar un poco más, vi un armario junto a la puerta.

—Nada mal —Soran echó un vistazo alrededor, cruzándose de brazos—. Entonces, ¿cuál es el plan, príncipe?

Me quedé inmóvil, mirando por encima del hombro. Huayan pasó corriendo junto a nosotros y dio un salto sobre una de las camas.

—¿Ya sabías que no me uní a ellos solo porque sí? —una leve sonrisa tironeó mis labios mientras entrecerraba los ojos hacia la de cabello oscuro.

La chica soltó un leve bufido, mirando de reojo a Huayan, que rodaba sobre la cama, encantada con su nueva aventura.

—A veces eres muy fácil de descifrar, ¿lo sabías? —Soran se acercó con gracia felina, inclinándose.

Me giré completamente hacia ella, esperando sus siguientes movimientos y la revelación de sus intenciones.

—Supongamos… ¿Y tú por qué aceptaste venir? —alcé una ceja, siguiéndole el juego.

—No iba a dejarte solo. ¿Y si pasa algo y no puedes manejarlo?

—¿Entonces no confías en mí? —mi rostro adoptó una falsa ofensa, y retrocedí de golpe.

—Confío, claro que sí. Pero por si acaso —se encogió de hombros, haciendo una pausa antes de continuar—. Siendo sincera, estoy preocupada. Creo en ti, pero es necesario tener más de un plan.

—Lo entiendo.

Soran asintió y posó su mano sobre mi hombro. Su sonrisa se extendió sobre su pálido rostro como un rayo de sol que intenta atravesar las nubes. Una vez más, me sorprendí admirando la belleza de la muchacha: increíble e inigualable.

—Gracias. Lo necesitaba —retiré con cuidado su mano, rozando sin querer la suavidad de su piel—. No tengo un plan como tal, pero quiero observar a Yao y a Xuan. ¿No te parecen extraños?

—Probablemente —asintió—. Son los primeros en señalar al siguiente sospechoso. Pero aun si ellos mataron a Chang Li… ¿cuál sería el propósito?

—No lo sé. Ese es el problema: no hay ninguna explicación —negué con la cabeza.

Soran frunció ligeramente el ceño, sumida en sus pensamientos.

Tenía razón. Ellos no ganaban nada con eso, a menos que existiera algún acuerdo o plan preparado con antelación junto a Chang Li. Y si así fuera, había que descifrarlo antes de que saliera a la luz.

—¿Podrían provocar una guerra? —Soran alzó hacia mí unos ojos llenos de curiosidad.

—Podrían, pero vuelve la misma pregunta: ¿para qué? ¿Qué motivaría tal decisión?

—Pues tampoco hace falta tanto para tomar las armas y marchar contra otro país.

Pero estábamos en un callejón sin salida. Suspiré y decidí desviar mi atención hacia Huayan, que observaba el paisaje por la ventana. Al mirar también, distinguí los altos muros que protegían el recinto del mundo exterior. Ese patio creaba una sensación de aislamiento que separaba al poder de la sociedad común: dos mundos distintos.
¿Cuántas dimensiones existirían en este planeta?

—¿Entonces iremos hoy a revisar los Anillos? —preguntó Soran con tono ligero, tomando asiento en el borde de la otra cama.

—¿Qué Anillos? —mi hermana se giró, buscándome la respuesta con la mirada.

—El mundo entero se sostiene sobre quince Anillos. Cada uno está bajo el cuidado de un país concreto —me llevé la mano al pecho y luego señalé a Xiao Yan—. Nosotros dos somos responsables del Anillo de la paz. Myŏngoguk —miré a la princesa— del de la protección.

—¿Y de qué dependen? —parpadeó, confundida.

—Si la paz se rompe en nuestro país o en otros, el Anillo se destruye. Y restaurarlo no es sencillo, así que debemos preservarlo —expliqué con calma, sentándome en el borde de la cama.

—¿Y todos los Anillos pueden… desaparecer?

—Claro —intervino Soran—. Y cuando eso ocurra, ya nada podrá salvarlos. El mundo se vendrá abajo.



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En el texto hay: imperio, asia, este

Editado: 17.12.2025

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