1
A la mañana siguiente, Walter despertó escuchando la molesta alarma que comenzó a sonar a las seis de la mañana, se levantó de la cama y encendió el televisor para escuchar las noticias matutinas, luego de eso caminó hasta el baño para lavar su cara mientras que al mismo tiempo, un reportero cubría el caso del asesinato del político.
—El afamado político conocido como Frederick Baker fue encontrado muerto esta mañana, con un disparo en la cabeza. Las personas comienzan a especular sobre que la ciudad más segura del Estado más seguro de Carbas comienza a ser invadida por el crimen organizado, por ahora, el lugar se encuentra acordonado y nadie puede entrar o salir del hotel, lo que miran en pantalla son imágenes tomadas desde el helicóptero.
Al regresar del baño, Walter tomó el control y apagó el televisor.
2
—Un político muerto. —Comentó Antonio en dirección a Walter, quien recién llegaba y estacionaba su bicicleta en el lugar habitual.
—Y pensar que la ciudad era tranquila. —Respondió Whitemore.
—No creas eso. —Añadió el dueño del bar.— Ésta siempre ha sido una ciudad como cualquier otra, con robos y asesinatos, pero es la primera vez en años que asesinan a una persona importante aquí ¿Sabes que debió de haber hecho? Hospedarse en el consulado de Inglaterra, allí nadie podría haberle hecho nada, seguiría vivo.
—En eso tienes razón. —Se limitó a añadir Walter.
El bar se encontraba lleno de polvo y lo primero que hizo fue comenzar a limpiar las mesas en lo que llegaba Mickey a hacerle compañía. El día avanzó rápido y ya era medio día cuando Michael Alexander hizo su aparición.
—¿¡Dónde demonios estabas!? ¡Michael! —Gritó Antonio desde su oficina.
—Tenía que pasar a pagar unas cuentas, jefe. —Respondió calmadamente Michael.
—¡Mickey! ¿Quién te golpeó? —Walter se acercó lentamente para examinar la herida, su mejilla se encontraba abierta.
—Tuvieron que quitarme el dinero, porque no quería pagarles. —Añadió el herido.
—¡Por lo menos no te mataron, imbécil! —Gritó el jefe.
—Tuve más suerte que ese político. —Finalizó Michael, luego de eso señaló la oficina de Antonio con un dedo, para después tomar la escoba entre sus manos.
—¡Ahora ponte a trabajar o traeré a los tipos que te golpearon y les pagaré tu sueldo para que lo hagan de nuevo!
—Te lo dije. —Comentó Michael volviendo a señalar la oficina del jefe.
Redmayer hizo caso omiso al comentario y observó su reloj de bolsillo: 1:23 P.M. Y las personas comenzaban a entrar al bar, en un par de minutos se encontraba totalmente lleno. Fue así cuando una persona extraña, vestida de traje hizo acto de presencia en el bar, se acercó lentamente a la barra e hizo un único comentario.
—El Pastor llama a misa.
—¿Disculpe? —Cuestionó Redmayer.
El sujeto hizo un ademán de ir fuera, y posteriormente lo hizo, después Walter le siguió. A media calle se encontraba estacionada una limusina negra.
—Sube. —Ordenó el sujeto del traje abriendo la puerta de la limusina.
Walter entró y observó a El Pastor sentado junto a él.
—¿Y bien? —Se escuchó aquella voz sintetizada.— ¿Lo hiciste?
—¿No has visto las noticias?
—¿Qué me garantiza que tú fuiste quien mató a Baker?
Redmayer buscó en su bolsillo y sacó la foto que le había tomado al cuerpo sin vida del político, para después pasársela a El Pastor.
—Puedes quedarte la foto como recuerdo ¿Te interesaría un segundo objetivo?
—¿Y cuál sería mi incentivo?
—Veinte mil útes. —Comentó El Pastor.
—¿Qué tan importante era Frederick Baker? —Cuestionó Walter.
—El político Frederick Baker haría que todos los narcóticos fuesen legales, deteniendo el flujo de dinero para los traficantes, y convirtiendo esta ciudad en un nido de viciosos.
—Suena algo malo.
—Dentro de dos días una persona tratará de comprar las cosas que se encuentran dentro de un almacén, tendrás que asesinar al comprador antes de que se realice la transacción.