La Desaparecida
Ana era una mujer de mundo, en sus setenta años, jubilada como traductora pública, hija de irlandeses, que hacía una década que vivía con su perro en una hermosa cabaña en Green Beach. Aunque toda su vida transcurrió en la capital, era bien conocida en el pequeño balneario y los vecinos tenían una buena opinión sobre ella.
Si bien se trataba de una playa concurrida en época estival, ubicada a unos 200 kilómetros de la capital, en particular era escogida para vivir por gente mayor cuando se retiraba de su vida laboral. No era extraño por tanto que una señora como ella, comprara un terreno allí y mandara a construir una cabaña de dos pisos, con garaje para el auto debajo de su apartamento, y otro pequeño apartamento al costado que se usaba para alquilar en temporada de verano, generalmente por jóvenes parejas que llegaban a vacacionar por unos días.
Su vecino más allegado, la consideraba una mujer solitaria, que llevaba una vida tranquila y gustaba de cultivar su jardín, leer, escuchar buena música y dar largas caminatas por la playa con su perro. Cuando se le preguntó si recibía alguna visita, comentó que tenía tres hijos pero que no venían muy a menudo, ya que estaban distanciados, sobre lo cual ella no hablaba mucho. Aunque últimamente andaba gente extraña en su casa, una pareja joven que no era de la zona y tampoco eran inquilinos, cosa que en una localidad así, era recelado por los propietarios del lugar.
Cuando Clara quiso averiguar algo más sobre esa pareja, se encontró con distintas explicaciones: una pareja joven que no tenía donde quedarse y ella les brindó ayuda temporal a cambio de algunos trabajos, un albañil que contrató para finalizar unos arreglos en el apartamento de abajo, otros decían que el muchacho tenía una relación más cercana con ella y que la muchacha apareció después, algunos vecinos más lejanos no habían visto nunca a la muchacha en la casa y especulaban con que el muchacho era su amante…
Con tantas versiones, habría que investigar un poco más, pensó Clara, y fue a dar una vuelta por la comisaría del pueblo. El comisario la recibió muy atento en su oficina, pero se mostró algo reacio a darle mucha información sobre el caso, lo cual la fastidió bastante. Estos pueblos chicos siempre igual, se dijo, y se fue a revisar todos los datos que había conseguido en el día.
Como pensaba estar un par de días, alquiló una pequeña cabaña cerca de la playa. Cuando llegó el atardecer, a pesar de que era invierno, se sentó afuera con todo el material que tenía, una manta y una bebida caliente, a admirar ese magnífico paisaje. En ese momento pudo entender por qué tanta gente prefería ese lugar para vivir cuando se jubilaba, la tranquilidad, la brisa del mar, la paz que se respiraba, ¡eran inigualables! Aunque, recapacitó, esa tranquilidad había sido perturbada recientemente con la misteriosa desaparición de Ana…
Al otro día, de regreso a la capital, Clara aprovechó para ir en su auto hasta San Fernando, un balneario más grande y popular, ubicado a unos 100 kilómetros de allí, donde vivía la hija de Ana.
Por lo que sabía, Lucía era arquitecta, en sus treinta y cinco años, soltera, que se había mudado allí hacía varios años, para trabajar en la construcción de edificios modernos como era su especialización. Clara tenía la dirección de su trabajo y fue para conocer su versión de la historia.
Cuando la encontró trabajando en su oficina, se presentó y le explicó por qué había venido. Primero pensó que no le iba a sacar nada nuevo por cómo la trató con frialdad, pero luego fue demostrando mayor seguridad y comprendió que en realidad ella estaba allí para intentar ayudar con el caso.
Cuando Clara sintió que tenía su confianza, entonces comenzó con sus preguntas…
- ¿Cómo es la relación con tu mamá?
- Bien, aunque un poco difícil por su carácter, es una mujer que siempre quiere imponerse a los demás. Cuando se jubiló decidió divorciarse de mi padre y mudarse a Green Beach. Mamá siempre fue muy independiente, continuamente viajando a otros países por su trabajo, digamos que no era una mujer de hogar…
- ¿Y con tu padre cómo se lleva?
- Bien, a pesar de su decisión inesperada de irse a vivir sola tan lejos, aún se hablan. Creo que él pudo perdonarla, aunque le costó un tiempo aceptarlo…
- ¿Y con tus hermanos?
- Bueno, con Jorge, el mayor, no se hablan hace años, él no pudo perdonar que se divorciara de papá después de haber construido una vida juntos… y con Pablo, el menor, se hablan poco.
- ¿Cómo fue que se dieron cuenta de la desaparición de tu madre?
- Fue en su cumpleaños, mi padre llamó a su celular para saludarla y fue atendido por un muchacho que no conocíamos…
- ¿Y en ese momento qué les dijo el muchacho, no indagaron más qué pasaba?
- Por supuesto que indagamos, mi padre le preguntó dónde estaba mi madre y el muchacho le dijo que había ido en el auto hasta San Fernando a la casa de su hija pero había olvidado el celular… Mi padre en un principio no podía corroborar si era cierto lo que él decía así que le dijo que llamaría más tarde y colgó… Preocupado me llamó a mí para ver si sabía algo pero yo no había hablado con mamá en esos días, y que ella me viniera a visitar era realmente extraño, más el día de su cumpleaños.
- ¿Entonces qué hicieron?
- Llamé a mis hermanos y les comenté lo que estaba pasando. Decidimos reunirnos esa noche para ver qué hacíamos, después que llamáramos varias veces al celular de mamá y siempre atendía el mismo muchacho.
- ¿Siempre que llamaron les daba la misma versión, les decía que tu madre había ido a tu casa?
- No, y eso fue lo que nos llamó la atención, cuando llamó Jorge le dijo que había ido a la casa de una amiga en Oven Beach, lo cual era aún más extraño porque mamá no era de tener amigas… Cuando llamó Pablo más tarde, primero no contestó y después cuando insistimos, le volvió a decir que vino a San Fernando, pero cuando llamé yo y le dije quién hablaba, ahí se puso nervioso y no supo qué decirme, dijo cosas incoherentes y colgó. Después intentamos comunicarnos de nuevo y daba fuera de servicio…
- ¿En ese momento deciden hacer la denuncia?
- Sí, presentíamos que algo no andaba bien y al otro día fuimos todos hasta Green Beach. Primero fuimos por la casa, lo primero que vemos es el auto de mamá estacionado afuera y su perro atado en el jardín, cosa que jamás haría porque lo quiere más que a un hijo. Luego cuando golpeamos la puerta, estaba el muchacho que atendió el celular con una mujer, se notaba que estaban viviendo allí por el desorden que había entre las cosas de mi madre, como si hubieran corrido sus cosas para acomodar las de ellos… Como no nos querían dejar pasar, mis hermanos se alteraron un poco y exigían saber de mi madre. El muchacho casi no podía hablar de los nervios que tenía, la que nos explicó más tranquila fue la muchacha. Según ella, hacía unos días la habían dejado en la terminal de ómnibus porque quería ir a visitar a una amiga en Oven, cosa que no creímos en ningún momento, y que mi madre los había dejado de “caseros” mientras volvía. Pretendimos saber más de la supuesta amiga pero ya no quisieron responder y nos cerraron la puerta en la cara. Como las cosas se pusieron tensas, porque mis hermanos los querían sacar de la casa a patadas, decidimos ir hasta la comisaría antes de que las cosas pasaran a mayores…
- ¿El comisario estaba enterado de algo?
- No, al principio le pareció extraño como a nosotros, y parecía que no nos iba a prestar mucha atención, pero cuando mi padre y mis hermanos insistieron que mi madre estaba totalmente en sus cabales y nunca dejaría su casa, su auto y su perro a dos extraños, fue cuando demostró real interés.
- ¿Qué hicieron entonces?
- Lo primero que hicimos después de radicar la denuncia por desaparición de mi madre, fue solicitar la expulsión de los intrusos de la casa. Después de varias idas y venidas, pudimos conseguir que se fueran y recuperar sus propiedades… Ahora las cuida el vecino de al lado, que es de confianza, le dejamos las llaves por cualquier cosa y el perro también quedó con él.
- ¿Sabes a dónde fue la pareja después de eso?
- No. Supongo que la Fiscal Fernández estará enterada de su paradero, aunque no estamos muy satisfechos con su actuación hasta ahora ni la de la policía tampoco. Es increíble que una persona desaparezca así de un balneario tan pequeño y nadie sepa nada…
- Si lo piensas bien, ellos fueron los últimos que vieron a tu madre… y tampoco saben con exactitud cuándo fue que ella desapareció, ¿no?
- Cuando recuperamos su celular, pudimos comprobar que la última comunicación con nosotros fue una semana y media antes de su cumpleaños, yo la llamé para ver cómo estaba, así que se especula que fue en ese período de tiempo que ella desapareció. Otra cosa que encontramos en el celular fueron fotos de ella con el muchacho…
- ¿Y qué pasó con los documentos de tu madre, tarjetas y demás, investigaron?
- Sí, claro, se mandó a verificar todos los movimientos bancarios antes de esa fecha. Se comprobó que sacó dos préstamos, en pesos y en dólares, unos días antes de su cumpleaños.
- ¿Qué piensan de eso, la habrán obligado a hacerlo?
- En un principio pensamos que podría deberse a las reformas que ella quería hacer en el apartamento de abajo que se usa para alquilar en verano, pero luego viendo esta pareja que se autodenominó “caseros” de mi madre, es lógico pensar cualquier cosa…
- ¿Cómo esperan que evolucione el caso?
- La idea es seguir insistiendo tanto en la actuación de la Fiscal como de la policía, son muy pocos los indicios que tenemos, sino tendremos que recurrir a otros métodos… no queremos perder las esperanzas de encontrarla con vida…
- Te entiendo, trabajo en esto hace años y he visto de todo, pero créeme que la policía realmente hace lo que puede, muchas veces están sujetos a lo que dictamine el juez y no pueden hacer nada… Te agradezco por tu tiempo. Seguiremos en contacto…
- Gracias a ti por intentar aportar algo más al caso de mi madre. Estoy a tus órdenes para lo que necesites cuando quieras.