El asesino, su mujer y su amante

Resolución

VI

Eran las 5 de la tarde y Clara aún no había podido comunicarse con el Fiscal Velázquez, eso no le agradaba en absoluto pero entendía bien que se encontraba en el medio de un caso muy importante y estuviera muy ocupado para atender sus llamadas.

Abrió el expediente de Jenny y buscó la dirección de su casa para ir a dar una vuelta por ahí y ver qué podía investigar. Estaba a punto de cerrarlo cuando recordó las cartas escritas desde la prisión, no podía dejar de pensar en ese dato.

Al parecer Jenny se había involucrado con un muchacho que, como en el caso de Ana, realizaba trabajos de pintura y arreglos en general en su casa. Por lo que se desprendía de las cartas, tenían una especie de romance, incluso ella había publicado fotos con él en las redes sociales. Por alguna razón, el muchacho había sido detenido por una causa anterior en otra localidad y fue en ese tiempo que se escribieron las cartas. En el expediente también constaba que ella lo había ido a visitar varias veces a la cárcel. Clara se percató que por la forma de escribir de él, era un manipulador nato y no tenía un pelo de tonto…

Lo que Clara aún no entendía, por qué teniendo las cartas y esas pruebas, ¡aún no tenían al culpable! Tenía que hablar con el Fiscal cuanto antes.

Sabía que en cualquier momento Lucía llamaría para encontrarse en algún lugar, aunque era muy probable que el Fiscal no los atendiera hoy.

Ubicó la casa de Jenny y como siempre, fue a hablar con los vecinos. Algunos repetían la misma versión que le habían dado a la policía, cosa que no aportaba nada nuevo, pero el vecino más cercano hablaba de ella de una forma especial, la recordaba con mucho cariño, se notaba que la apreciaba. Le contó sobre el muchacho, como fue ganando su confianza, cosa que fue sospechosa desde un principio, incluso él llegó a decirle a Jenny que tuviera cuidado con esa clase de personas, pero ella no creía que fuera una mala persona.

Al principio, él venía sólo para realizar el mantenimiento del jardín, luego ya fueron pequeños arreglos dentro de la casa, hasta que un día salieron a pasear juntos y ahí ya prácticamente se instaló en la casa. Clara no podía creer la similitud con el caso de Ana… ¿y si fuera acaso el mismo hombre? No, no podía ser…

Clara quiso saber más sobre el hombre, de dónde era, por qué estuvo preso, si tenía mujer e hijos, pero el vecino no sabía tanto sobre él, sólo lo que veía en casa de Jenny.

Saliendo de la casa del vecino, recibe la llamada de Lucía:

  • Lucía, ¿Cómo estás? ¿ya llegaron?
  • Hola Clara, sí, ya estamos instalados en el hotel pero no conseguimos comunicarnos con el Fiscal, ¿vos tuviste suerte?
  • No, yo tampoco pude comunicarme con él desde que llegué hoy temprano… seguiremos insistiendo mañana.
  • Por supuesto, vamos a comer algo, ¿quieres venir con nosotros? Debes de estar cansada de todo el día…
  • Me gustaría mucho, ya voy para ahí, nos vemos.
  • ¡Te esperamos!

Pasó por su hospedaje a darse una ducha y dejar las cosas de su trabajo. Se encontró con los 3 hijos de Ana en el restaurante del hotel y si bien no era una celebración en sí misma, era un momento importante para el caso.

  • Jorge, algún día me tendrás que contar cómo conseguiste el cambio de Fiscal tan rápido - se río Clara.
  • Bueno eso es un secreto profesional – se rieron todos.
  • Fuera de bromas, este cambio de Fiscal tiene que ser determinante para encontrar a mamá, ya sea que esté viva o no…
  • Lamentablemente, tenemos que esperar lo peor – comentó Lucía.
  • Pienso que este nuevo caso en Oven, que tiene muchas similitudes con el de su madre, tiene que arrojar algún resultado para el caso – opinó Clara.
  • ¿Puedes comentarnos algo más de este caso?
  • Bueno, además de los datos que ya saben, el cuerpo de esta mujer fue encontrado enterrado en el fondo de su casa, debajo de la leña…
  • ¡Qué horrible! –comentaron todos.

Si bien nadie quiso decirlo, se intuía en el aire que algo similar podría haberle  ocurrido a Ana…

Al otro día, pudieron por fin comunicarse con el Fiscal por teléfono, quien dijo no poder recibirlos en Oven ese día, pero quedaron de encontrarse en Green Beach al día siguiente.

Llegado el día tan esperado, se reunieron todos en la casa de Ana, hasta el Comisario estaba ahí con sus agentes. Por fin podían estrecharle la mano al famoso Fiscal Velázquez.

El vecino de Ana, al ver tanta gente, salió para ver qué pasaba, y junto con él, salió el perro de Ana. Todos lo saludaron y le explicaron para qué estaban ahí. El perro mientras tanto, hacía de la suyas. Se escapó del patio del vecino y fue directo a casa de Ana, la que era su casa, y comenzó a escarbar entre las plantas del jardín.

El vecino nervioso, comenzó a llamarlo y como no hacía caso, quiso entrar para agarrarlo con una correa, pero como había policías en toda la zona, no le permitieron pasar. Le dio la correa a uno de los agentes quien se ofreció a atarlo para que se lo llevara a su casa.

Al acercarse al perro y ponerle la correa, ve que estaba escarbando profundo y tironeaba una bolsa con el hocico. El agente llamó de inmediato al Fiscal. Ataron al perro y se lo entregaron al vecino para ver qué era lo que había encontrado entre las flores del patio.

Si bien Clara y los hijos no podían ver nada desde donde estaban, se podían imaginar que algo malo estaba sucediendo. Rápidamente, el Fiscal ordena escarbar y retirar la bolsa con cuidado, para evitar perder cualquier evidencia.

Efectivamente, luego de escarbar un poco más, el hallazgo fue macabro, era el cuerpo de Ana envuelto en una bolsa, con un cable atado al cuello, en avanzado estado de descomposición…

Si bien había que realizar varias pericias para confirmar que era Ana, todos los presentes sabían que se trataba de ella. El desconsuelo para sus hijos fue tremendo. Clara por su parte sentía que si bien no era un final feliz, era el final de un caso que los había tenido en vilo por más de un año.




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