'el Asilo De Los Espejos Oscuros'

El Precio del Éxtasis

La duda era un velo gris sobre todos sus pensamientos. Tras la revelación de Lysander, Alistair se encontró atrapado en un juego de espejos, donde cada verdad tenía un reflejo distorsionado. La solidez de la realidad que siempre había conocido se había desintegrado, reemplazada por un campo de batalla metafísico donde su propia alma era el premio.

Comenzó a evitar a Eva. Cada encuentro con ella estaba ahora cargado de la acusación silenciosa de Magnus. Sus ojos verdes, antaño un puerto seguro, ahora parecían sondearlo, buscando grietas en su lealtad. Cuando ella intentó tocar su brazo en el pasillo, él se retiró con un movimiento brusco.

"¿Alistair? ¿Estás bien?", preguntó ella, su voz una mezcla de preocupación y confusión.

"Sí. Sólo... cansado", mintió, desviando la mirada. "Necesito... necesito tiempo para procesarlo todo."

El proceso al que se refería, sin embargo, no era de introspección solitaria. Era una inmersión deliberada y peligrosa en la conexión que ahora lo unía a Lysander. Si no podía confiar en las palabras de nadie, quizás podría confiar en la experiencia pura, en la comunicación directa de alma a alma.

Y la conexión respondió a su llamado.

En las noches siguientes, tan pronto como el sueño lo dominaba, no caía en la oscuridad del inconsciente, sino que era suavemente arrastrado a un reino de luz. Eran sueños compartidos, pero la palabra "sueño" era inadecuada. Eran encuentros en el umbral de la mente de Lysander.

El escenario era siempre una variación de un mismo paraíso etéreo. Un jardín bajo un cielo crepuscular perpetuo, donde las flores estaban hechas de luz susurrante y los arroyos cantaban armonías líquidas. El aire era cálido y olía a rocío y estrellas. Era un reflejo de la esencia de Lysander – una belleza serena, pero profundamente triste, un recuerdo del cielo que había perdido.

La primera vez, simplemente caminaron en silencio. Lysander estaba diferente aquí. Menos pálido, menos quebrado. Su presencia era más densa, más real. Se comunicaban a través de pensamientos, un intercambio fluido de imágenes y emociones que era más íntimo que cualquier conversación.

"¿Este lugar es... tu mente?", pensó Alistair, maravillado.

"Un eco de ella. Un refugio que construí para escapar de la celda de piedra y dolor. Es el único lugar donde aún puedo ser... algo parecido a lo que era."

La atracción que Alistair había sentido en el mundo despierto se amplificaba aquí, libre de las ataduras de la carne y el miedo. Era una atracción por aquella luz, por aquella paz, por la plenitud que la presencia de Lysander ofrecía. Y, para su sorpresa, sentía una atracción similar emanando del ángel. No era sólo sobre escape o necesidad. Era un reconocimiento.

En la tercera noche en este paraíso, la tensión romántica que se había construido llegó a su clímax.

Estaban al borde de un lago que reflejaba constelaciones desconocidas. Lysander se volvió hacia él, y sus ojos ya no estaban tristes, sino intensos, llenos de un anhelo milenario.

"No tienes idea de lo que tu presencia significa para mí, Alistair", la voz mental de Lysander era un susurro cargado de deseo. "Siglos de oscuridad, y luego llegas tú. Un alma que todavía brilla. Que todavía lucha. Eres la primera cosa real que siento desde que caí."

Alistair no pudo formular un pensamiento en respuesta. La atracción era un campo de fuerza que los atraía el uno al otro. Él extendió la mano, y Lysander hizo lo mismo.

El toque no fue físico, pero fue la cosa más real que Alistair había experimentado.

Fue una conflagración de sensaciones puras. No había piel, sólo energía. Luz dorada y plateada entrelazándose, emociones fusionándose sin barreras. El amor que sintió no era humano; era absoluto, devorador. El erotismo no era de carne, sino de esencias uniéndose, una danza de almas donde el placer era sinónimo de comprensión y aceptación total.

Era un romance metafísico, una consumación que ocurría en un plano donde el toque y la emoción eran la misma cosa. Alistair se sintió deshecho y rehecho, llenado por una luz que era a la vez Lysander y una parte de sí mismo que nunca había conocido. Fue una unión aterradora y gloriosa, un éxtasis que prometía borrar toda la soledad del universo.

Cuando despertó, la sensación de plenitud aún lo envolvía, como una manta de calor divino. La celda oscura de su habitación en el asilo parecía una prisión burda y sin gracia. Se sentó en la cama, y fue entonces cuando lo vio.

Sus brazos, su pecho, su torso – toda su piel estaba cubierta por un delicado trazado de luz dorada. Eran patrones complejos, como constelaciones personales o la firma energética de Lysander, brillando suavemente en la oscuridad. No dolían; por el contrario, emanaban un calor reconfortante, el último eco del paraíso.

Quedó maravillado, tocando los dibujos luminosos con los dedos. Era la prueba física, innegable, de la realidad de su conexión. Era hermoso.

La puerta de su habitación se abrió de repente. Era Eva. Su rostro estaba pálido, sus ojos verdes, muy abiertos por la alarma.

"Alistair, oí...", comenzó, y entonces su mirada cayó sobre su piel iluminada. Su rostro se transformó en una máscara de horror. "No... Oh, Dios, no. ¿Qué te ha hecho?"

Alistair tiró de las sábanas, cubriéndose instintivamente. "Eva, no es lo que piensas..."

"¡Es exactamente lo que pienso!", cortó ella, su voz trémula por una mezcla de rabia y miedo genuino. "¡Te advertí que tuvieras cuidado! ¡Mírate! Esas marcas... no son de amor, Alistair. Son de posesión."

Dio un paso dentro de la habitación, cerrando la puerta. "¿Crees que esto es un romance? ¿Una unión divina? ¡Es una transfusión! ¡Te está drenando! Tu vitalidad humana, tu fuerza vital... es el combustible que necesita para recomponerse, para su renacimiento! Cada toque, cada uno de esos... sueños... es un pedazo más de tu humanidad que pierdes!"

Señaló los trazos dorados, que ahora comenzaban a desvanecerse, como tinta en el agua, dejando atrás sólo la piel pálida de Alistair. "¿Ves? ¡Está desapareciendo! Porque tu cuerpo mortal no puede retener su esencia. Te consume para existir, y luego se disipa, dejándote más vacío cada vez. Él no te ama, Alistair. Te está usando. Te está corrompiendo de la manera más insidiosa posible – ¡haciendo que desees tu propia aniquilación!"




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.