El Astronauta

Capítulo 6: Instinto Primordial

Camino. Me arrastro. A veces corro. A veces por necesidad. Otras veces por mero instinto.

El suelo me conoce. Se quiebra donde piso, me da espacio para poder pasar. Las rocas me hablan con su temperatura, me dicen cuándo ocultarme, cuándo beber, cuando comer. Me he vuelto parte del polvo, parte del paisaje. Cuando me cubro con barro seco y restos de fibras, me confundo con las ruinas, me vuelvo parte de ellas. Los seres que se arrastran en la noche me evitan. Me huelen a lo lejos. Pero no me atacan. Mantienen la distancia. Tal vez me reconocen como uno de ellos. O tal vez como algo mucho peor.

Siempre tengo hambre, incluso si acabo de comer. Como lo que encuentro. Insectos, raíces, carne vieja de cosas que murieron hace tiempo. A veces hundo las manos en el suelo y escarbo. Encuentro larvas negras, redondas, con espinas. Las mastico. Se retuercen en mi boca. A veces me muerden y me sangran las encías. No me importa, yo sigo comiendo. Devorando. Dando muerte.

Duermo cuando no puedo andar más. No tengo lugar fijo. Hay cuevas, grietas, huecos entre los escombros. Duermo encorvado, cubriéndome el rostro con los brazos. El cuerpo siempre duele. No es un dolor nuevo, ni agudo. Es un dolor que me acompaña como una segunda piel. Me recuerda que todavía estoy aquí. Que por fortuna, o por desgracia, todavía existo.

Ya no pienso, no como antes. Solo actúo. A veces algo me toca en la mente. Un destello fugaz. Un fragmento. Un olor que me lleva a un recuerdo sin forma. Una imagen. Un cielo azul. Un rostro pequeño. Una voz. Pero desaparece tan rápido como llegó. Un recuerdo efímero flotando entre la brisa, pero cuando trato de alcanzarlo, ya lo he olvidado.

Mis gruñidos son distintos, resonando en la penumbra con una ferocidad primitiva. En esta oscuridad, puedo expresar mis deseos más profundos, mis instintos más oscuros. A veces cazo, persigo a las criaturas que habitan este mundo sombrío y me alimento de ellas.

Un día, uno de los seres que habitan las zonas más remotas de este planeta se acercó a mí. Era alto y delgado, mucho más que yo, como una sombra que se desliza con sigilo entre la penumbra. Sus ojos blancos brillan como dos faros en la oscuridad, fijos en mí con una intensidad que me provoca un escalofrío.

Me acecha. Su respiración es un susurro helado que se extiende a través del aire. Intentó morderme, pero fui más rápido. Logré esquivarlo sin mayor dificultad. Planeo asesinarlo.

Me planto frente a él. Lo espero, inmóvil como una estatua de piedra, dejando que se acerque y me olfatee. En su arrogancia, no percibe el peligro que lo acecha y se acerca nuevamente.

Cuando está a mi alcance, el tiempo parece detenerse. Con un rugido ensordecedor que hace retumbar todo el lugar, salto hacia él con una furia voraz. Mis garras se clavan en su cuello con fuerza y precisión. Siento cómo su piel cede bajo la presión de mis garras afiladas.

El instante fue brutal. Hundí mis dientes en su carne, la desgarré por completo y rompí sus huesos como si de ramas secas se tratasen. La sangre caliente brotó como un torrente desde su interior, manchando mi piel oscura y pétrea, empapando el suelo bajo nosotros. El sabor metálico inundó mi boca mientras lo devoré sin piedad, cada bocado es una explosión de vida y muerte. Pero no es suficiente.

El ser se retuerce bajo mi peso; sus ojos blancos destilan terror mientras intenta liberarse de mi feroz agarre. Su alarido resuena en la oscuridad, un grito desgarrador que reverbera en mis oídos y resuena en lo más profundo de mi ser. La lucha se convierte en un baile macabro entre cazador y presa. Cada movimiento es una batalla por la supervivencia.

Siento su aliento gélido contra mi rostro mientras luchamos por doblegar al otro. Cada golpe que lanza es un recordatorio de la muerte inminente, y un último intento desesperado de aferrarse a la vida. Pero no me detendré. No hay lugar para la compasión aquí.

Clavo mis colmillos más profundamente en su cuello y lo despedazo, hasta que su cuerpo cae inerte a mis pies. La calma y el silencio vuelven a reinar, pero el eco del terror persiste en el aire. El resto de bestias presencian la masacre desde los oscuros rincones del planeta, expectantes, horrorizados por lo que acaba de suceder. El monstruo dentro de mí ha triunfado una vez más.

Sentí placer. Pero no un placer humano. No. Un placer bestial, que se jacta de dar muerte, de devorar, de consumir la vida. Placer por el hambre saciada. Por proteger mi territorio.

Devoré su cuerpo hasta saciarme por completo, y marqué las rocas con su sangre para que cualquier otro que se atreva a desafiarme se lo piense bien. Rugí con fuerza. No por gloria. Por afirmación. Este lugar es mío, y todos deben saberlo. Deben saber que todo aquel que se atreva a acercarse correrá el mismo destino que la bestia que ahora yace a mis pies.

El tiempo no existe. Solo existe el hambre, la sed, el frío, y el cansancio. Esas son mis necesidades, y lo único que aún me mantiene en pie, andando constantemente. Siguiendo hacia adelante.

El cielo no cambia. Siempre rojo, siempre espeso, siempre sucio. La luz no calienta, sin embargo, siempre hay un brillo constante que no proviene de ningún sol. A veces se intensifica, como si el planeta respirase a través de él. Otras veces palidece, como un ojo cerrándose a medias, agotado por el tortuoso día que enfrentó.

Camino sin rumbo. A veces corro. A veces escalo. Hay lugares donde nunca estuve, aunque todo se parece. Columnas partidas. Símbolos dibujados en la piedra. Pasajes angostos. Espirales. Los veo. Me detengo. No sé qué significan, pero los conozco. Sé que yo los hice, o alguien que alguna vez fui.

Hay momentos en los que me detengo, me siento en cuclillas, respiro profundamente y algo me invade. No hay palabras, no hay sonidos, no hay imágenes. Solo una presión. Como si alguien tocara mi cerebro desde dentro. Cómo si algo comprimiese mi pecho y mi corazón hasta hacerlo estallar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.