El Audio de Dev

Capítulo 8.

 

 

                      。・////・。〃゚〃     FANTA      〃゚〃・////・。

 

 

Pase toda la tarde con la pelinegra de Lays.

Ella es agradable, simpática y carismática. A veces ingenua y a veces una genia. Pasar una tarde con ella es un remedio para mi.

Lays me conoce a la perfección, es una persona a la que le di acceso total a mi vida privada. ¿Cómo lo hizo? No lo se, hasta el día de hoy sigo sin saber cuándo fue que le di esa entrada a mis sentimientos, pero es genial, es genial el hecho de que tengo a quien contarle mis sentimientos y no quedarme con ellos.

Lays y yo nos conocemos desde que me cambié de escuela y me pase a esta actual en la que estoy, eso fue cuando tenía trece. La vez que la conocí no me apetecía juntarme con ella por ser muy ruidosa y que corría por todos lados, no podía quedarse sentada por un minuto.

Ahora, cuando ella no está cerca de mi, extraño sus historias locas y teorías extrañas sobre cualquier cosa que ve por internet.

—Oye Lays, ese audio no era lo que pensaba — digo de la nada mientras veo por la ventana del auto. Lays suelta una carcajada, avergonzada por lo que acabo de admitir, la volteo a ver por un instante y vuelvo a fijar mi vista a la carretera mientras tomo un sorbo del café frío.

Me encanta el café frío, odio pensar en alto.

—Lo sabía. Bueno, en realidad, no lo sabia hasta que pasó lo de la confusión de la tarta de limón — me muero de la vergüenza, se da cuenta y vuele a estallar en una gran carcajada.

Cuando gira en una esquina, lo hace de la peor forma que existe, me aferró a mi asiento y trato de estar lo más tranquila hasta que termina de girar.

 Me asusta el hecho de que maneje un auto si solo tiene diecisiete años, si tiene licencia es por un milagro…o dinero, pero eso no importa siempre y cuando no nos estrelle. Suelta un suspiro cuando volvemos a una calle recta y libre de giros, lo hago yo también y me relajo.

—¿Te diste cuenta que en la descripción del vídeo sale su Instagram? — me pregunta ya calmada. Niego y continua hablando — Bueno, pues ahí está. Tiene un juego de “mándame algo y te doy un regalo” que es realmente curioso.

—No me digas, ya lo jugaste — me voltea a ver por un segundo y sonríe pícaramente. — Por Dios, Lays…

—No pide más que audios, he hecho lo mismo con otros usuarios y los malditos piden fotos — la miro sorprendida, eso sí que no me lo sabía.

—¿Estas loca? ¿Y si es un viejo pervertido? — le pregunto. Ella chasque su lengua.

—No creo, su voz suena joven. Y no creo que haya algún problema, ya que mi cuenta de Instagram es falsa y no tiene datos relevantes sobre mi — la miro estupefacta, se ríe nerviosa y añade — Si, si, se que el riesgo aún sigue pero, creo honradamente en qué nada pasará.

—Tienes que tener cuidado, eso es peligro… — el sonido de mi teléfono me interrumpe. Lays pega un salto del susto y yo me asusto por el hecho que soltó el volante para llevarse las manos al pecho.

 Lo busco en mi mochila y contesto cuando lo encuentro

 —¿Hola? — pregunto un tanto confusa.

—¿Señorita Eisley? — pregunta la voz de una mujer. Le confirmo su pregunta y continua — Le habla la sub-directora del Colegio Privado de la villa de Montery. Su hermana Leah Eisley está siendo recogida por la señora Yiserith Miller, queremos confirmar si usted acepta que la señora Miller pueda llevarse a su hermana.

Me encanta este colegio, fácilmente puedo decir que no. Pero en este momento no, ya que es la tía Yi.

—Si, estoy de acuerdo. Ella es nuestra tía, así que no hay ningún problema — Ella acepta y cuelga la llamada. Estoy segura que pasará lo mismo con el colegio de Daffy.

—¿Pasó algo malo? — me pregunta Lays en tono preocupado. Le sonrió y niego.

—Gracias por preocuparte por nosotras, Lays — asiente y estira su mano para encender la radio.

A los pocos minutos me llamaron del colegio de Daffy, era la misma pregunta y la misma respuesta. Al nomás colgar, recibí la llamada de la tía Yi informándome que está noche sería solo para mí, que ella se llevaría a mis hermanas y las traería mañana por la mañana.

Lays al escuchar eso, inmediatamente me ofreció salir. Me negué. Le conté los planes que tenía, que eran prácticamente tomarme la casa sola, completamente para mí. Ella entendió y me dijo que sería en otra ocasión y no aceptaría un no como respuesta.

Al dejarme en casa, entre y suspiré. Siempre me ha encantado estar sola, aunque a veces me hacen falta los gritos de Daffy o el ruido de los videojuegos de Leah.

Subo corriendo por las gradas y entro a mi habitación, dejo mi mochila en mi escritorio y empiezo a quitarme los zapatos y el uniforme.

 Al quedar solamente en mis bragas y sostén, abro mi armario y saco unos shorts negros holgado que me llega arriba de la rodilla y una blusa verde donde caben dos Airam.

Algo característico de mi, es la ropa holgada. Y si, hay una razón. Odio mi cuerpo ya que no es como el de las otras y está fuera de lo común. Soy delgada y alta, pero tengo una cintura pequeña, caderas algo anchas y unos medianos pechos. Lays dice que mi cuerpo es envidiable, pero las mugrositas  del colegio dicen que es el cuerpo de una cualquiera.

Obviamente lo que se quedó en mi mente fue lo segundo.

 Camino hacia mi espejo y me miró. Me falta algo. Camino hacia la mesita de noche, dónde abro el primer cajón y tomo un par de calcetas blancas, me las pongo y me pongo mi pantuflas de patito que están al lado de mi cama.

Estando satisfecha y cómoda, bajo y voy a la cocina donde abro los cajones de la encimera en busca de algo que no sea comida de verdad, bueno, los Doritos si son comida de verdad. Pero lamentablemente ese tipo de comida se acabó y solo hay unas barras de chocolate que, honestamente no quiero.

Suspiro.

Ne me queda de otra más que ir al supermercado por mis Doritos. No se diga más. Agarro un billete de los que están en la gallina y ahora sí, por mi comida.



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En el texto hay: humor, juvenil, romance

Editado: 16.08.2022

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