El aullido

La guerra ha comenzado

La primera persona a la que veo al abrir los ojos no es la persona que esperaba, aunque es una agradable sorpresa. Me coloca una mano sobre mi frente, y pone un vaso en mis labios con suavidad antes de que pueda hablar.

-No hables aún.-me dice Kiara, inclinando el vaso para que beba el líquido en él.-Este líquido te ayudará a aclarar tu mente y tu garganta. Apenas siento como la resequedad de mi garganta desaparecen, salen palabras que no creí que saldrían de primero.

-¿Donde está Kenneth?-le pregunto. Ella me mira con asombro antes de contener una carcajada. 

-Lo siento.-se disculpa, antes de recuperar la seriedad.-Está discutiendo con Karina. Cuando vió que estabas mejor, se decidió a ir a pesar de que Karina lo había llamado hace dos días.

-Dos días.-murmuro mientras Kiara me coloca un plato lleno de carne enfrente mío, la boca se hace agua al instante.

-Come.-me dice ella, mientras se coloca una chaqueta.-Cuando termines, reúnete conmigo en el arroyo. Te urge un baño.-Me ruborizo, pero asiento energéticamente.-Y no te fuerces cuando te levantes, puede que te marees al principio, así que ve lento.

Vuelvo a asentir, y ella se va, dejándome devorar la carne tranquila, que siéndoles sincera, se ve apetitoso. 

Kenneth

-¡Estás llegando muy lejos!-le grito, sin poder contenerme, dándole un puñetazo a un árbol, que su corteza se destroza.-¡Primero los entrenamientos extremos, luego la tremenda paliza que recibió, ¿y ahora sin mucho tiempo de recuperación quieres enviarla a pelear contra Strauss?! ¡Dale un tiempo para que se recupere del todo, Karina!

-Ya no tiene fiebre, ¿o si?-me pregunta

-No, pero....-le respondo.

-¿Sigue tosiendo sangre?-me corta.

-No...

-¿Ya sanaron sus heridas superficiales?-vuelve a preguntarme.

-Si.

-Entonces su tiempo de recuperación acabó.-me dice.-Apenas despierte, Tara, Kiara, tú y algún grupo que desees llevarte irán a pelear.

-En cualquier caso, Tara puede ser una Rogers pero no es indestructible, necesita tiempo...

Ya me cansé de dar tiempo del que carezco. ¿No lo entiendes? ya no podemos esperar más. La guerra ha comenzado.

Kiara

Tara llega momentos después con la camisa blanca de Kenneth sobre ella, manchada en el pecho de algo que parecer ser vómito.

-Parece que eres algo necia.-le digo, mirando como está tan demacrada.-Te dije que lo tomaras con calma.

-No esperaba unos mareos tan violentos.-se excusa, mirando la camisa machada y apestosa con vergüenza.-Lo siento.

-No te disculpes.-le digo, llevándola dentro del arrollo con cuidado, suavidad y lentitud.-Estás muy frágil ahora. Vamos a que te asees un poco.

Mientras que ayudo a Tara la limpiarse y refrescarse después de dos días llenos de fiebre, sangre y gritos de dolor y locura por alucinaciones provocadas por la fiebre, observo como su cuerpo está cubierto de moretones que llegan al color púrpura llegando a negro, y tambien una especie de grietas en la piel que tienen sangre sin coagular. Tiene una cicatriz en la espalda de un licántropo que decidió que sería más efectivo clavarle una de sus zarpas en su omóplato hasta perforárselo. Su abdomen es lo que más moretones y cortes tiene. 

Pero ahora no está tan mal como cuando vine aquí hace dos días.

Recuerdo que recibí un mensaje de Kenneth pidiendo que llegara. Nunca había recibido un mensaje de él con tanta insistencia.  Llegué lo más rápido que pude, y los gemelos fueron a recibirme, para llevarme a la carpa donde encontré a Kenneth cuidando de Tara. Ella estaba inconsciente, llena de sangre, sudor y lágrimas, gritaba de vez en cuando, a veces cosas sin sentido y otras los nombres de sus seres queridos. Tenía una fiebre muy alta y sus heridas superficiales no podían sanar por la fiebre. Tenía tres costillas rotas, un brazo dislocado, el omóplato perforado...Estaba al borde del colapso.

Y Kenneth no era la excepción. En ese instante, Kenneth estaba sosteniendo la mano de Tara, mientras la observaba y le limpiaba el sudor con una toalla, y a veces le besaba la mano de forma automática. Tenía unas ojeras muy marcadas bajo los párpados y parecía no haber comido nada en esas últimas horas. 

-Vamos Tara, eres muy fuerte.- dijo Kenneth apenas entré. Nunca lo había visto así, tan demacrado. Ni siquiera por sus padres.-Puedes con esto ¿no?...Pudiste pelear contra Jordan, lo venciste con facilidad. Seguro despertarás y me preguntarás si entrenaremos hoy. Me sonreirás y harás ese movimiento involuntario e increíblemente atractivo de mover tu cabello hacia un hombro para acariciarlo.-río sin ningún diversión. Me acerqué.-Necesito que despiertes, Tara. Dime que quieres que haga...

-Kenneth.-dijo Tara entre sueños, soltando una lágrima y llorando desconosoladamente.-No me abandones...

Kenneth solo la abrazó y comenzó a llorar. La última vez que lo vi llorando fue cuando teníamos doce años. Ahora entiendo que Tara se ha vuelto alguien muy importante para Kenneth. Por lo que voy a protegerla, aunque sea lo último que haga.

-Oye, Tara.-le digo, terminando de desenredarle el cabello.-¿Conoces la catarata que está más abajo? Tiene un pequeño secreto que me encantaría contarte...

Elvira

Llego a mi casa luego de un día bastante complicado. Sam no cree que esto de las zarpas nos ayude a encontrar alguna pista sólida que nos lleve a Tara, pero tengo un presentimiento de esto que me dice que puede que nos ayude a entender más del por qué, y también puede mostrarnos el donde. Así que le dije que era mejor que buscaramos por separado otras pistas, para que él pueda seguir con otras mientras que yo trabajo en esta. Una cosa que me define mucho a mí es que confío demasiado en mis instintos. Y ahora mismo están gritando que siga con esto.

Al principio, pensé que las zarpas podían ser cuchillas pegadas a un guante, como Freddy Krueger. Pero una cuchillas son muy difíciles de doblas, y en el video están curvadas, además que parecen salir de la mano, no vi que se haya puesto un guante, no tuvo ese tiempo. ¿Y cuando se lo habría quitado?




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