El aullido

No puede esperar

Kenneth

Me mantengo a lado de Tara todo el tiempo mientras recorremos los últimos kilómetros que nos hacen falta para llegar a Strauss. El resto parece entender que Tara está aterrada a pesar de caminar con paso firme y decidido, pues se toman su tiempo para caminar lo más lento que se puede. No va a evitar que lleguemos, pero le dará el tiempo suficiente para tranquilizarse. Aunque sé que no es suficiente, entrelazo mis dedos con los suyos, acariciando sus dedos con mi pulgar suavemente, o le doy un suave apretón que me devuelve casi de inmediato. No me preocupa que me vean los demás. De hecho en la mañana, Kiara nos fue a despertar a Tara y a mí, y aunque nos encontró abrazados, se limitó a despertarnos y dejarnos solos de nuevo. Claro que no pasó mucho tiempo antes de que los gemelos se enteraran de lo que vio, pero después de unas cuantas miradas pícaras hacia mí, nos dejaron tranquilos. A Tara tampoco parece molestarle, incluso hay veces que ella misma se aferra a mi pecho cuando me inclino a besarla. Al fin y al cabo, ya dejamos en claro que somos pareja, aunque solo sea para nosotros y los otros tres.

-Tara.-la llamo, en un momento que la veo demasiado ida para percatarse de mi apretón de ánimos. Quizá pueda distraerla de otra forma.-Cuando volvamos.-Porque volveremos.-¿Qué es lo primero que quieres hacer?

Tara me mira sorprendida, dándome a entender que es una pregunta que no se esperaba para nada.

-¿Después de esto?-me pregunta. Asiento, y ella se limita a mirar hacia el frente, jugando distraídamente con su cabello.-Quiero hacer una ceremonia de despedida para mi padre.

La miro sorprendido. Recuerdo haberle explicado que una ceremonia de despedida es como un funeral para los humanos, pero está lleno de tradiciones y acciones licántropas que han pasado por generaciones. Esta ceremonia es una forma de despedir al lobo de la manada, como si fuera exiliado, con la diferencia de que siempre será bienvenido de vuelta, en alma o reencarnado en otro cuerpo. Normalmente la ceremonia se realiza apenas el licántropo muere y es realizada por sus familiares o amigos más íntimos, pero en el caso de su padre, eso fue imposible. Recuerdo que Kiara fue la única que me me acompañó en la ceremonia por petición mía, la ceremonia es maravillosa y ayuda a manejar mejor la muerte de la persona fallecida, pero el proceso de soltar y dejar ir es dolorosa.

-Sé que ha pasado mucho tiempo.-prosigue Tara.-Pero en serio me gustaría hacerlo. Al menos, quiero poder despedirme y agradecerle por esos escasos, pero felices años que pasó conmigo y mi madre.-me mira, sonriendo tristemente.-Y me gustaría que tú fueras parte...

-Llegamos.-declara Kiara, con una voz seria y sin expresión. Tara se tensa completamente, y se aferra a mi mano con fuerza, que llega a lastimarme, pero no me importa. Solo quiero tomarla de la mano y desaparecer con ella, irnos juntos y escapar, apartándonos de todo esto para estar solamente ella y yo. Pero sé que no puedo hacerlo, porque no solo estaría sacrificando toda nuestra especie o llévandolos a la eterna esclavitud, sino que también haría que el sacrificio que hizo Tara al venir aqui sea en vano. 

-Hey, mírame.-le digo, sosteniendo su mentón con mis dedos, levantando mi mirada. La beso con suavidad, con un beso corto, suave, y dulce. Luego me separo, y la veo con determinación.-Saldremos de esta.-Le digo con decisión.-Volveremos a la manada, y harás la ceremonia para tu padre.-Tomo su rostro entre mis dedos.-Y estaré honrado, de ser parte de la ceremonia, contigo.

Me sonríe con tímidez, me besa rapidamente, y luego se suelta yendo hacia donde está Kiara, esperándola para llevarla a donde está Strauss, y finalmente, empezar la batalla final.

Tara

Kiara y yo dejamos a Kenneth y a los gemelos atrás, pues para pedir un duelo por el liderazgo, no es necesario más de dos licántropos en la petición y duelo. Kiara irá como testigo de mi victoria o fracaso. Es su trabajo llevarse mis restos si muero o declararme líder si gano. Antes lo iba a hacer Kenneth, pero Kiara intervino por petición mía, pues no soportaría que Kenneth llevara mis restos...con solo imaginármelo se me revuelve el estómago. Y como Kenneth se niega a aceptar que yo podría morir en medio de la batalla, tampoco le apetecía mucho hacerlo, pero sí quería estar allí para mí.

-Solo habla si Strauss te lo dice.-me dice Kiara, mirando hacia el frente, mientras noto en el ambiente el aroma de miles de licántropos reunidos unos pasos más adelante.-Sino lo hace, déjame hablar a mí. Lo único que tienes que decir por tradición es la declaración de duelo. Una vez que lo acepte, estarás sola.

-¿Cómo sabemos que aceptará?-le pregunto, mirándola. Ella me sonríe de lado.

-Strauss es un licántropo de guerra, Tara.-me responde.-Jamás le diríra que no a una batalla.

Llegamos a una multitud donde nos abrimos paso hasta que quedamos alrededor de un círculo. Los licántropos que nos rodean tienen un aspecto atroz. Sus ropas rotas, en mal estado y apestosas, ellos mismos completamente sucios y llenos de mugre o sangre que dudo que sea de ellos. Parecen animales, y por mucho que seamos una especie de lobo, entre nosotros aún existe una linea que nos separa de los animales, y eso es nuestra humanidad. 




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