El aullido: El legado

Otro ángulo

Tara

Kiara y yo nos bajamos en la siguiente parada antes de alquilar un carro para irnos por la autopista hacía Bolivia. Pudimos habernos quedado en el bus y dejar que nos llevara hasta Bolivia, o bajarnos e ir al aeropuerto para ir en avión y así ir más rápido, que también era el plan original, pero el problema con eso es que si Karina enviaba a alguien a buscarnos, y detenían el bus o subían al avión, estaríamos entre la espada y la pared. Por lo tanto se nos hace más sencillo escapar si vamos por nuestra cuenta y no dependemos de nadie más para dirigirnos a nuestro destino. Kiara termina por alquilar una mini band celeste pálido, para pasar desapercibidas, a pesar de que el jefe le estaba ofreciendo unas preciosidades de carro por un precio bastante razonables. Sin embargo, las grandes ofertas que le hacía el dueño no la seducían y terminó por comprar la mini band.

-Admiro tu fuerza de voluntad.-le comento mientras admiro la tapicería del interior de la mini band, y Kiara conduce con tranquilidad, con la ventana abajo, dejando que el viento le sacuda todos sus rizos negros, y su codo derecho permanezca fuera de la ventana, apoyado en el filo de esta. Me lanza una rápida mirada antes de volver la vista hacia la carretera.-Yo no podría haber rechazado alguno de esos carros.

-¿Te gustan los autos?-me pregunta, cambiando de velocidad y se aparta uno de sus rizos, que de forma rebelde se coló entre sus ojos. Miro hacia la ventana.

-A mi padre realmente le gustaban.-le cuento.-Recuerdo que cuando íbamos a algún parque o algún lugar, y veíamos algún carro bueno, nos deteníamos y él me decía qué marca y tipo de carro era.

-¿Cuántos te llegó a enseñar?-me pregunta, provocando que haga una mueca por su falta de tacto.-No quise decir...

-No hay problema.-la corto, tratando de sonar lo menos fria posible, pero sin poder evitar que suene un poco de molestia en mi voz.-No fueron muchos. Se tomaba su tiempo para describir cada uno y dar su opinión sobre ellos. Solo vi los ferraris, Camaro, Sedán, Wagon, Crossover...

Dejo que mi voz se vaya apagando pues sé que si continúo no voy a poder evitar desmoronarme. Kiara parece entenderlo, y no me pregunta por más, dejando un silencio sepulcral entre nosotras. 

Un fuerte ruido y un pequeño salto que da el carro nos sobresalta a ambas, haciendo que Kiara pierda el control y nos salgamos de la carretera.

-¿Que demonios...?

Pone el freno de mano, y ambas nos bajamos del auto. Vemos que una de las llantas esta completamente destrozada.

-Pinchamos llanta.-comenta Kiara, haciendo obvio lo evidente.-Bueno, es mejor que el que se haya dañado el motor.-me voltea a ver con una mano en la cara para poder verme bajo la claridad del sol.-¿Podrias sacar la llanta de repuesto?

Asiento, y me dirijo a el baúl. Justo cuando lo abro, y me dispongo a sacar la llanta, me percato de que está vacío. En su lugar, hay una nota, con las palabras escritas con rapidez, diciendo:

                                           "Piensa mejor tus compras, muñeca"

Llamo a Kiara, quien se acerca y observa la nota con rabia.

-Maldito.-resopla entre dientes, mientras arruga la nota entre sus manos.-¿Por lo menos tenemos una llave de cruceta?

-Si.-le respondo, mientras me inclino y lo debajo de la alfombra del baúl.-Tendremos que esperar a que alguien llegue.-

suspira, con los brazos cruzados.

 

Sam

-Samiiiii, no estés tristeeeeee.-lloriquea Narcissa, mientras me abraza alrededor del pecho, y yo acaricio su cabello con suavidad. Desde la vez que nos ayudó a encontrar la grabación donde Elvira fue atacada por Marcus, le prometí que volvería más seguido a visitarla. Estar con ella me ayuda a despejarme, y no, no me aprovecho de ella ni nada por el estilo. Ella es...diferente a las demás. Es una chica muy especial, alegre, tierna, y con miedo a que la rechazen como a todos, y aunque yo no pude corresponderla en sus sentimientos, nunca la abandoné, pues a pesar de no poder amarla, es una gran amiga. Ella es la única aparte de Elvira y yo, que sabe sobre Marcus, y nuestros escasos progresos, junto con nuestros intentos fallidos.

-No puedo no estar triste, Cissy.-le digo, llamándola por el sobrenombre que le puse, me observa con una mirada triste y llena de impotencia en sus ojos verdes.-Tara sigue desaparecida. 

-Lo sé.-me dice, suspirando.-Pero no puedes seguir buscándola triste si eso no te ha servido. Tienes que buscar un nuevo ángulo.

Le sonrío con pesar.

-Este es el único ángulo que encuentro.

Me sostiene el rostro entre sus pequeñas manos, y me observa fijamente a los ojos.

-No, es el único que quieres tener porque no quieres buscar más.-Me dice, antes de entrecerrar su mirada.-O quizá ya encontraste otro ángulo, pero no quieres intentarlo.-me suelto de sus manos.-¿Qué es? ¿Pesimismo? ¿Indiferencia?
-Basta.-la corto, pero ella sigue.

-No está mal quererse echarse para atrás, Sam.-me dice, luciendo seria de repente.- Ha pasado mucho tiempo desde que Tara desapareció y no han encontrado nada aún.




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